■ Policías resguardan la zona de cultivos arrebatada a los indígenas
Sufren tzotziles despojo de tierra respaldado por las autoridades
■ Se alistan extraños a ocupar los predios porque hay oro bajo el suelo
Ampliar la imagen Tzotziles denuncian nuevos abusos Foto: La Jornada
Cruztón, Chis. 5 de julio. Enclavada en las tierras altas del municipio Venustiano Carranza, al norte de la planicie cañera, esta pequeña comunidad tzotzil vive horas difíciles en la lucha por su tierra. Los pobladores han vuelto a ser despojados de sus predios por un grupo de personas (la mayoría no avencidadas en la zona y que no se dedican a la agricultura) a quienes el gobierno de Chiapas respalda con la Policía Estatal Preventiva (PEP) y el Ministerio Público.
En las faldas del Cerro Grande, un improvisado campamento con toldos de plástico y tiendas de hule sirve de base a los policías estatales y a una veintena de los presuntos titulares de un “ejido” inexistente. A estos, “la PEP les permite llevar armas de grueso calibre y los hemos visto con uniformes prestados de los policías”, denuncian los pobladores de Cruztón, que se reúnen a la entrada del poblado para dar un testimonio a muchas voces.
La mayoría son adherentes de la Otra Campaña; un par de familias, bases de apoyo del EZLN. Ahora mantienen guardias día y noche. En cierta manera, están sitiados. Patrullados constantemente por la PEP, con ocho órdenes de aprehensión en su contra, fueron despojados de todas sus tierras, incluyendo las 70 hectáreas cultivadas que son su único sustento y estos días sirven de potrero, campo de futbol, campamento y letrina para las fuerzas del orden y los “civiles” (como los llaman los indígenas) que desde el pasado 18 de junio las ocupan por la fuerza.
Hay una guardia de indígenas en el acceso al poblado donde viven unas 30 familias. Otra, en una loma frente al improvisado campamento de la policía, establecido precisamente sobre el manantial que abastece a Cruztón. A veces llegan de allá insultos, amenazas, bravatas. Los separa una extensión de milpas tiernas, a tiro de piedra y al mismo tiempo inaccesibles. La policía no permite a los campesinos pisarlas. Sus cultivos llevan dos semanas abandonados. “No podemos movernos de aquí” dicen.
Este viernes a Neftalí se le escapó su burro, que se fue a meter a las milpas donde se pusieron los policías. “Acostumbrado a estar por allá arriba”, dice Neftalí, el animal fue a su querencia. Así que él se encaminó al campamento y le salieron al paso “un comandante y sus elementos”. Relata: “Pedí permiso para recuperar el animal. El comandante llamó a una de las personas que están con ellos para que me identificara y cuando me vio dijo: ‘ese es uno de los enemigos’”.
El comandante dijo entonces a Neftalí: “No puedes dar otro paso. Tú bien sabes que la tierra no te pertenece y si se pasó acá tu animal es porque no le pusiste un pinche alambre. Si veo tu burro le voy a meter un balazo y se acaba el problema”.
Como explica uno de los voceros de Cruztón: “Si decidiéramos entrar en nuestras milpas podemos desatar un choque. No queremos caer en la provocación”.
Esta mañana, los indígenas contaron en el campamento cuatro vehículos de la PEP y unos 19 hombres “uniformados y civiles”. Pero, añaden con ironía, “faltaban otros que seguían durmiendo”.
Se consideran “traicionados” por el gobierno de Juan Sabines Guerrero, con el que mantenían una mesa de diálogo desde mediados de 2007 hasta el pasado 27 de abril, cuando el diálogo se rompió de facto al incursionar por primera vez la PEP en Cruztón. ¿Por qué tanta prisa de las autoridades para sacar a los indígenas de las tierras donde nacieron? Resulta que bajo sus pies hay oro.