■ Explorar el lenguaje sicoanalítico me llevó a cierto ostracismo, dijo la crítica de arte
Del Conde recibió la Medalla Bellas Artes por sus aportes a la cultura nacional
Ampliar la imagen Teresa del Conde, flanqueada por Teresa Franco y Francisco Castro Leñero, la noche del jueves, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes Foto: Cristina Rodríguez
Luego de recibir la noche del jueves la Medalla Bellas Artes, de manos de Teresa Franco, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), “por tu contribución a la cultura nacional, por lo que has dado al INBA”, la historiadora y crítica de arte Teresa del Conde rectificó “cosas” a las participaciones de los convocados para hablar sobre su persona.
Emocionada, la colaboradora de La Jornada, también trató de distinguir la cantidad de colegas, amigos, autoridades, artistas de diferentes generaciones, nietos, que llenaron la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Del Conde comenzó: “A Tere Franco quiero recordarle que la mención que hizo en Oaxaca no fue en la mañana, fue en la tarde. Ya habíamos tomado algunos tequilas y nos invitaron a ver unas ruinas. Yo le decía a Francisco Toledo que las ruinas iban a estar apagadas, ya no iba a haber quién nos las enseñara. Pensé que era un sitio arqueológico. Sí lo era, pero se llamaba El Infierno y era un prostíbulo.
“Allí estuvimos. No podía entender por qué nos sacaban a bailar a Tere Franco y a mí cuando había unas señoritas con medias caladas, escotes, mientras íbamos la verdad muy descongraciaditas. Pero, uno de los que nos sacaba a bailar –si le sacan a bailar hay que hacerlo–, le pregunté por qué no sacan mejor a aquéllas, y me contestaba: ‘es que ustedes son gratis’.”
La homenajeada reparó en el comentario del pintor Francisco Castro Leñero, perteneciente a una generación que ella ayudó a hacer “visible”. En realidad, acotó, “estoy muy contenta y agradecida por este reconocimiento porque se hace patente que para que una persona merezca una distinción, la merece por hacer y por haber hecho lo que hace, y es necesario para eso que le guste hacerlo”.
Del Conde coincidió en señalar, con el escritor Evodio Escalante, que “el lenguaje sicoanalítico dentro de la crítica de arte, en un principio nadie le dedicó tanto esfuerzo como yo. Y, tal como dijo Durdica Ségota, eso me metió en cierto ostracismo”.
Ségota recordó que en 1976 en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, “donde trabajábamos y trabajamos, habíamos de dos tipos: los que hacían iconografía a lo Panofsky, que eran los más, o los que hacíamos sociología del arte a lo Hauser, estudios de la función social del arte con Marx o Sánchez Vázquez. Sólo Teresa del Conde hacía la sicología del arte”.
Respecto del lapsus de Ségota de llamarla “Beatriz de la Fuente”, anunció que su próximo trabajo como panelista será en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, quien fue esposo de doña Beatriz, que se titulará José Luis Cuevas, enfermo profesional. Aclaró haber consultado con “el adorable José Luis sobre ese título, porque está registrado por él, en sus Cuevarios, en Gato macho y en todas partes”.