■ Se trata de no abandonar la política social, dice Héctor Díaz Polanco
El socialismo cubano exige cambios, sin ceder ante neoliberales, opinan en foro
Ampliar la imagen Los panelistas Ángel Guerra Cabrera, Manuel Aguilera de la Paz, José Steinsleger y Héctor Díaz Polanco, durante el foro sobre la isla caribeña Foto: Carlos Ramos Mamahua
El socialismo que se aplicó tras la revolución cubana requiere un replanteamiento y cambios importantes en un marco de unidad y de solidaridad, lo cual no implica abrir grietas para favorecer al neoliberalismo, sostuvieron el embajador de Cuba en México, Manuel Aguilera, el antropólogo Héctor Díaz Polanco y el periodista José Steinsleger, en el foro El rumbo de Cuba: ¿cambio o continuidad?, organizado por Casa Lamm y La Jornada.
Ante el público que cada semana acude a las instalaciones de Casa Lamm para participar en los diversos foros temáticos, los ponentes destacaron la capacidad de los dirigentes políticos y de la población de Cuba para llevar a cabo transformaciones audaces sin que ello implique retrocesos en los logros de beneficio social, económico y político.
José Steinsleger, colaborador de esta casa editorial, leyó la primera parte de su artículo “Universalidad de la revolución cubana”, publicado el pasado 25 de junio en La Jornada, reprodujo algunos aspectos de la segunda parte que aparece este miércoles en la sección de Opinión, y acotó que se combate a la revolución cubana porque es la defensa de un país independiente y soberano.
Héctor Díaz Polanco sostuvo que el proceso de la revolución cubana está obligado al cambio permanente, a afrontar los nuevos desafíos, pero sin abandonar el socialismo. “Es el ensanchamiento de las libertades, de la participación de la población para perfeccionar las instituciones revolucionarias, pero sin otorgar concesiones a quienes aspiran por el capital sin control y el abandono de la política social”, dijo.
Consideró que, ante las presiones de los enemigos de la revolución cubana, es “imperativo estar unidos y abrirse a la pluralidad, a la participación y organización popular”. La revolución cubana, asentó, es un referente importante para Latinoamérica; de su permanencia dependerá el futuro de ese bloque de países, incluyendo México.
Tocó al embajador de Cuba en México hablar acerca de la guerra mediática contra la isla y destacar que la política agresiva de Estados Unidos contra el gobierno de La Habana “no ha cambiado”, por el contrario se ha “recrudecido”.
Recordó que tras la abrupta conclusión de los más de 30 años de relación con la desaparecida Unión Soviética –a partir del cambio del régimen socialista en ese país–, con la cual Cuba mantenía 85 por ciento de los vínculos económicos y comerciales, el PIB de la isla tuvo una caída de 35 por ciento, equivalente a la pérdida en una guerra, el gobierno aplicó medidas restrictivas, entre ellas la libre circulación del dólar, sabedor de las consecuencias que ello implicaba; lo importante entonces era” garantizar la sobrevivencia de Cuba y que nadie muriera de hambre”.
A 18 años de dicha situación, el gobierno ahora encabezado por Raúl Castro normaliza gradualmente la situación, pues continúa el periodo especial debido al bloqueo que mantiene Estados Unidos y a deficiencias internas. “Cuba no es un paraíso, pero está lejos del infierno y las medidas que aplica responden a la coyuntura internacional; su sociedad no es de consumo ni pretende serlo, pero tampoco quiere un pueblo con carencias ni con grandes desigualdades”, acotó.