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La investigación dancísitica
Lydia Romero |
Una de las áreas menos atendidas de la danza en México es, sin duda, la investigación. Esta situación conlleva problemas muy serios para el desarrollo de este arte. La falta de teorización continua y sólida sobre el fenómeno dancístico, así como su pobre divulgación, produce una ausencia de memoria que hace que las nuevas generaciones de bailarines y coreógrafos tengan, en la práctica, que empezar de nuevo una y otra vez. La investigación dancística en México a lo largo del siglo xx estuvo mayormente permeada por un interés nacionalista de rescate de las danzas autóctonas y folclóricas, impulsado por los gobiernos postrevolucionarios. En 1947, con la fundación de la Academia de la Danza Mexicana, cuyos fines eran la investigación, la creación y la difusión de la danza, se empieza a dar un viraje que intenta fusionar el conocimiento de lo tradicional mexicano con lo moderno. Pero no existe una verdadera sistematización de la investigación hasta 1983, cuando se funda el ahora llamado Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza (CENIDID), el cual no logra superar todavía años de retraso que impiden que se teorice de verdad sobre lo que sucede en este momento en los escenarios. Este Centro es un bastión que, conjuntamente con otros investigadores que trabajan en solitario, desafortunadamente no ha logrado una vinculación contundente con las escuelas de formación y con la creación dancística. Para la doctora Margarita Tortajada la investigación artística “tiene un valor en sí mismo: el de la reflexión, la problematización, la memoria, la creación, que puede ayudar a cambiar las prioridades nacionales una vez que se deje de considerar al arte ‘como el espacio de resguardo para quienes, por inhabilidad constitutiva, no logran incorporarse a lo real '”. La ex bailarina y autora de numerosos libros es una de las contadísimas investigadoras que es reconocida como miembro activo y presente de la comunidad dancística, una voz verdaderamente autorizada. Le preguntamos por qué es tan precaria la relación entre la investigación y la escena dancística actual: “En el cenidid hay conciencia de que falta mayor vinculación con “el mundo real”, sabemos que ser investigador no implica estar encerrado en una biblioteca porque nuestro objeto de estudio está vivo.” El que no exista interacción entre investigadores y estudiantes, por ejemplo, repercute negativamente en el sistema educativo; según Tortajada la educación dancística adolece de fallas enormes, como el que no haya asignaturas teóricas, históricas, de lectura y discusión de autores y artistas, que impliquen reflexión y estimulen a bailarines y coreógrafos, y que los hagan partícipes de conocimientos acumulados por años. Al cuestionársele si existe un libro de fácil acceso y con fines plenamente didácticos de historia de la danza en México, ahora que están proliferando las licenciaturas en danza, responde: “Si existe, no lo conozco. Lo que hay son historias de la danza, bastante parciales, que deberían revisarse.” Sobre su visión a mediano y largo plazo de la investigación dancística opina: “Cada vez se profesionalizará más. Las líneas de investigación se enriquecerán, los especialistas tendrán una vida más colegiada. La respuesta está en los jóvenes, hay muchos interesados en la investigación; su rigor, pasión y preparación hace prever que el futuro será mejor. Aunque también hace falta que los presupuestos crezcan, se abran nuevas plazas, que haya nuevos centros para la investigación, más publicaciones (uno de los aspectos con mayor atraso y sumamente exasperante para mí). Pero los jóvenes tienen que construir sus caminos y estrategias.”
Dra. Margarita Tortajada |
Tortajada está realizando al momento dos estudios interdisciplinario estadísticos y dos investigaciones históricas, una sobre la danza escénica mexicana en el siglo xx y otra sobre la danza en el Palacio de Bellas Artes por su 75 aniversario. Respecto a la ausencia de obras y grupos que destaquen de la media y el conformismo que se vive actualmente opina: “Por lo menos desde los ochenta ha habido una gran acumulación de saberes, experiencias, técnicas, repertorios, escuelas, etcétera. Estoy segura de que muy pronto habrá propuestas originales, honestas y llenas de vitalidad. Necesariamente vendrán de parte de los jóvenes –que ahora sí tienen estudios profesionales de danza y de otras areas–, de quienes renieguen de sus predecesores (como obligadamente debe hacerlo un joven), de quienes buscan sus propias respuestas.
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