■ Esa parte de México, CA, Caribe y costas de India y China, las regiones más expuestas
El cambio climático en el sur del país, riesgo de seguridad nacional
■ Según un estudio presentado en Tokio, tales puntos sufrirán peores consecuencias económicas
■ Crecerán flujos de migración a las ciudades u otros países; en el norte se acentuará la sequía
Ampliar la imagen Brote de algas azulverdes en la costa de Qingdao, ciudad anfitriona para las disciplinas acuáticas de los Juegos Olímpicos 2008. El gobierno de Qingdao dispuso 400 barcos y 3 mil personas para retirar esa plaga. Expertos dicen que las algas son una de las consecuencias del cambio climático, que recientemente provocó fuertes lluvias en China, según la agencia de noticias Xinhua Foto: Ap
Tokio, 28 de junio. Una parte del territorio mexicano se encuentra entre las regiones del mundo en que el cambio climático puede provocar conflictos que afecten la seguridad nacional. “Es importante reconocer que el peligro no es sólo de naturaleza humanitaria, sino que incluye también riesgos políticos y de seguridad que afectan los intereses nacionales”. Es una de las conclusiones de un reporte preparado durante los últimos 18 meses y que fue presentado este sábado a un foro de expertos y legisladores de las 13 mayores economías del planeta.
La región que va del sur de México, la más pobre del país, a América Central y el Caribe es una de las dos en el mundo –la otra es el vasto territorio de las costas orientales de India y China– que han sido identificadas como las que sufrirán mayores consecuencias económicas por el cambio climático, fenómeno que tendrá también expresión en términos de estabilidad política y de aumento de las migraciones, según el reporte.
Además de la afectación económica, el cambio climático tendrá al menos otras dos expresiones sobre el territorio mexicano. Por un lado, hará crecer los flujos de migración desde las zonas más afectadas hacia las ciudades o a otros países. Mientras, el noroeste del país, en especial los estados de Sonora y la Península de Baja California, están clasificadas en el mismo rango de riesgo que las regiones desérticas del Oriente Medio de sufrir escasez de agua.
Las conclusiones del análisis fueron presentadas en un foro de legisladores del Grupo de los 8 (G-8) países más avanzados y de las cinco mayores economías en desarrollo: India, China, México, Brasil y Sudáfrica, que celebran aquí una reunión de dos días. Los resultados de las deliberaciones, que incluyen tópicos como biocombustibles, agricultura y transferencia de tecnología para reducir emisiones de gases contaminantes, serán integrados en un documento que será entregado a la cumbre del G-8, que se realizará el 7 de julio en Hokkaido, a la que también fueron invitados los gobernantes de los cinco países emergentes mencionados.
“Hemos pasado de hablar del cambio climático a expresar temores por la seguridad climática”, planteó Yuriko Koike, actual consejera de seguridad nacional del gobierno japonés y ex ministra de Defensa, en una de las sesiones del foro de legisladores G-8+5 en que se discutió el informe preparado por congresistas de los 13 países y expertos de organizaciones como el Banco Mundial.
Uno de los expertos consultados para el reporte, Tobias Feakin, del Real Instituto de Servicios Unidos, organización con sede en Londres, explicó que el sur y sureste de México se encuentra entre las regiones que se ha identificado como las de mayor riesgo en cuanto a migraciones relacionadas con el cambio climático, mayor daño por fenómenos naturales como huracanes y tormentas, y baja producción agrícola por cuestiones ambientales.
Mientras el sur es afectado por tormentas y huracanes, el noroeste de México es uno de los, así los llamó, “puntos calientes” del planeta en cuanto a las previsiones de escasez de agua.
Respecto de México, explicó que salvo la región sur, el resto del territorio nacional está clasificado como de riesgo de sufrir escasez de agua, con especial énfasis en los territorios de Sonora y las dos Baja California.
“Es la primera vez que hemos hecho una relación directa entre seguridad y cambio climático”, dijo el diputado canadiense Byron Wilfert, coordinador del panel que dirigió el estudio. “En estos temas están involucrados recursos como el petróleo y la biodiversidad. Es un tema de gran relevancia porque la desertificación va en aumento, la gente emigra en busca de agua y alimentos y en las zonas costeras crece el riesgo de inundaciones”, añadió.
Biocombustibles: fin a las barreras comerciales
El foro de legisladores del Grupo de los 8+5, que comenzó a reunirse desde 1997 hasta convertirse en un órgano permanente que interactúa con los gobernantes de las 13 naciones, también presentó en esta cita conclusiones sobre el tema de los biocombustibles, después de varios años de buscar una postura común.
Las conclusiones, presentadas por el diputado brasileño Antonio Pallocci, se hacen eco, precisamente, de las posturas de Brasilia. Uno de los puntos de acuerdo es que Estados Unidos y la Unión Europea deben reducir el cobro de aranceles a los biocombustibles brasileños, elaborados a partir de caña de azúcar, que son más eficientes que los elaborados con base en maíz –del que Estados Unidos es el líder en cuanto a producción.
Esa idea fue incluso apoyada por el ex premier británico Tony Blair, quien participó en la sesión de este día del foro.
“Las tarifas, subsidios y otras políticas relevantes deben ser revisadas para permitir a aquellos países con una ventaja comparativa en la producción de biocombustibles sustentables desarrollar industrias viables”, señala el documento de conclusiones.
Los países de la Unión Europea y Estados Unidos imponen aranceles a las exportaciones de biocombustible brasileño, elaborado con caña de azúcar y no con maíz y otros granos alimenticios, para beneficiar a sus productores locales. Este foro dejó clara la inviabilidad de seguir elaborando combustibles a partir de granos como el maíz, por el efecto que ello tiene en el precio de los alimentos.
Pallocci dijo que la actual oferta de biocombustibles es sostenible desde el punto de vista económico. Un barril de este tipo de carburante tiene un costo de 40 dólares, prácticamente 100 dólares menos que uno de petróleo, con una eficiencia energética en aumento.