■ Las poblaciones de ambos países rechazan las privatizaciones
Neoliberalismo, rasgo común entre México y Corea del Sur
■ Ha elevado la desigualdad, concluyen docentes de las dos naciones
Ampliar la imagen Sang Hwan Jang, de la Universidad Nacional de Corea, en la Facultad de Economía de la UNAM Foto: Cristina Rodríguez
Alrededor de 12 mil kilómetros separan a las poblaciones de México y Corea del Sur, pero las políticas neoliberales las acercan.
Durante una conferencia titulada Neoliberalismo y Alter-Globalización en México y Corea, organizada por la UNAM y el Institute for Social Sciences of Gyeongsang, profesores de ambos países señalaron las coincidencias entre México y Corea del Sur en el proceso de aplicación de las políticas neoliberales por los gobiernos y en la desigual distribución de la riqueza.
La polarización del ingreso, luchas sociales en demanda de apertura política desde los años 80, imposición de medidas promovidas por organismos financieros internacionales, desventajosos acuerdos comerciales con Estados Unidos, privatizaciones, escaso gasto social, beneficios para empresas. Éstos y otros aspectos, también de sobra conocidos en México, han caracterizado a Corea del Sur en los recientes 30 años.
Mientras en México hay resistencias contra la privatización del petróleo, en Corea del Sur se efectúan desde el mes pasado acciones populares contra políticas gubernamentales de control de medios de comunicación y entrega de servicios públicos al capital privado, de la cual Candlelights Vigils (Vigilias con velas) es la expresión más reciente.
“Excepto la izquierda, los sindicatos progresistas y algunos grupos sociales, la mayoría de la población mantuvo silencio porque no sabía la esencia del neoliberalismo”, señaló Sibok Chang, profesor de la Universidad Nacional Gyeongsang
En mayo anterior un festival cultural denominado Candle Light derivó en una protesta contra el presidente Lee Myung-bak.
Cientos de ciudadanos se han congregado diariamente en semanas recientes frente al edificio de gobierno Seoul City Hall, en una demostración de batalla en contra de lo que algunos han llamado “neofascismo”.
El actual gobierno, que comenzó en funciones en febrero pasado, pretende dejar en manos de empresas privadas los servicios públicos de agua, gas, electricidad y salud. Busca la construcción de un canal que atraviese el territorio coreano en detrimento del medio ambiente, pero en beneficio de compañías constructoras como Hyundai, que anteriormente fue presidida por el propio Lee.
Las protestas también se focalizan contra la decisión de importar carne de res de Estados Unidos con el riesgo de que el producto contenga el mal de las vacas locas, contra el intento de control de sitios de Internet y de medios de comunicación, así como por el desventajoso acuerdo comercial firmado con Estados Unidos.
Según los profesores Jeong-Joo Kim y el mismo Chang, las manifestaciones han sido espontáneas, no hay una dirigencia, y son promovidas por los ciudadanos en los sitios en Internet.
“Se ha dicho que esas acciones son inusuales. Se habla de una 'inteligencia colectiva' o de una 'inteligencia de la multitud' las que lideran la resistencia. En cualquier caso representan un nuevo movimiento social con muchos significados”, explicó Chang.
La población piensa que las medidas gubernamentales eliminan los derechos y las libertades ganados tras el fin de la dictadura militar en 1987 -que gobernó por más de 20 años- y que nadie debe retroceder al país a una situación similar a la de esas épocas.
“Esa es una de las principales motivaciones de las protestas. La población se ha dado cuenta que pasó de una dictadura militar a una dictadura del capital”, expuso Chang.
En 1980, abundó, los korean Chicago boys diseñaron la política económica del país mediante la apertura y la “liberalización” y aún mantienen un fuerte poder.
Esas políticas han impactado en un bajo gasto social como consecuencia de un recorte de impuestos y el aumento en el costo de la educación, principalmente en el nivel universitario.
De manera particular, el profesor Sang Hwan Jang, quien encabezó la delegación de profesores de la Universidad Gyeongsang, se refirió a la injusta distribución de la riqueza y a que la población ha sido orillada a buscar, incluso, educación en escuelas privadas.
Consideró que la desigual distribución de la riqueza en Corea se ha reforzado por el capital foráneo y el debilitamiento de los sindicatos, tras el proceso de aplicación de políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional.
El gasto social, como porcentaje del producto interno bruto (PIB), está por debajo del promedio de México y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a las naciones desarrolladas.
Lo anterior debido a que los ingresos por impuestos y por las contribuciones a la seguridad social son bajos, señaló Sang Hwan Jang en la Facultad de Economía, ante profesores de la UNAM y de la Universidad Autónoma Metropolitana.
“Hoy, la población sufre la carga de pagar por la educación en escuelas privadas”, en especial en el nivel universitario, dijo el catedrático.
En los recientes cinco años, Corea del Sur destina 2 por ciento de su PIB a escuelas privadas en el sector terciario de la educación, contra 0.6 por ciento que reciben las entidades públicas.
El porcentaje general de la totalidad de los países integrantes de la OCDE es de 0.4 por ciento para las escuelas particulares y de 1.1 para las públicas, detalló Jang.
El gobierno lleva a cabo una política de recorte de impuestos bajo el argumento de que las empresas generarán mayores inversiones; sin embargo, se ha demostrado que los efectos, que deberían reflejarse en nuevas inversiones, son mínimos.