■ Durante el debate en la UNAM, advierten sobre los muy elevados costos de esa actividad
La exploración en aguas profundas no debe ser prioritaria, señalan expertos
■ Recomiendan dejar para el mediano plazo la explotación de esos yacimientos petrolíferos
Ampliar la imagen Los investigadores Sergio Martínez González, Luis Soto González, Enrique Grave Wiechers, César Domínguez Pérez, Felipe Vázquez Gutiérrez y Gian Carlo Delgado Ramos durante una de las sesiones de ayer del debate en la UNAM sobre la reforma energética Foto: Cristina Rodríguez
Invertir en la explotación de yacimientos de hidrocarburos en aguas profundas requiere un incremento de las reservas probadas, no sólo de las probables como ocurre en México, afirmaron expertos en exploración oceanográfica del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes señalaron que el costo promedio para la perforación de un pozo a mil metros de profundidad alcanza los cien millones de dólares, en contraste con los 25 millones que se deben invertir en aquellos que se ubican en aguas someras, es decir, a menos de 200 metros.
Destacaron que la exploración oceanográfica en ambientes extremos, como las aguas profundas, donde se alcanzan con “facilidad más de 2 mil metros, requiere una enorme inversión de recursos públicos y humanos, lo cual conlleva una decisión de Estado que debe estar asociada a una política nacional de desarrollo energético”.
Al participar en el debate universitario sobre la reforma energética, que se realiza en el auditorio Raoul Fournier de la Facultad de Medicina, Luis Soto González y Felipe Vázquez Gutiérrez, investigadores del ICML y especialistas en yacimientos petroleros, afirmaron que la exploración en aguas profundas es un campo “poco estudiado, donde aún hay mucho que aprender; en general, es un conocimiento de frontera ante la enorme dificultad de alcanzar niveles superiores a 2 mil metros.
“En la industria petrolera estamos acostumbrados a la exploración en la plataforma continental con un promedio de 200 metros de profundidad –agregó Soto González–, pero en el llamado mar profundo se alcanza el piso oceánico. Se dice que sabemos más de la Luna que del fondo del mar. Y es cierto, porque aún estamos explorando una zona que es enorme y donde potencialmente se alojan importantes recursos energéticos.”
Sin embargo, alertaron que si bien “no podemos perder de vista que las aguas profundas pueden ser un potencial energético para los próximos 50 años, no podemos convertir su exploración y explotación en una prioridad ante circunstancias desventajosas para la economía nacional”, pues destacaron que una expedición oceanográfica de al menos 20 días en esos niveles requiere una inversión de un millón de dólares.
Actualmente, afirmó Vázquez Gutiérrez, se ha explorado mucho más la zona de explotación de aguas someras, pero en las de mayor profundidad “realmente nadie sabe qué hay; faltan estudios sismológicos y geofísicos que den luz sobre el tamaño de los yacimientos, y esto aún no se ha trabajado”.
Petróleos Mexicanos, destacó, ha realizado ya algunos estudios sismológicos en ese nivel con un costo aproximado de entre 80 y cien millones de pesos, y “es ahí donde podemos participar, ya que el ICML, por medio del buque oceanográfico Justo Sierra, cuenta con los equipos necesarios para realizar estudios de geofísica en profundidades de hasta mil metros y así ofrecer un servicio que hoy se contrata con empresas extranjeras”.
Por su parte, Leticia Rosales Hoz, directora del instituto, afirmó que la investigación oceanográfica es “muy costosa, por lo que requerimos mayor inversión para el desarrollo de conocimientos que hoy se consideran prioritarios, como los relativos a las aguas profundas”.
Destacó que se estima que con un solo buque oceanográfico explorar la totalidad del Golfo de México “requeriría al menos 270 años, y es sólo una muestra de las necesidades que debemos enfrentar ante costos elevadísimos de infraestructura y mantenimiento, pues mantener en óptimas condiciones un buque oceanográfico requiere de una inversión de al menos 10 mil dólares diarios durante una expedición”.