■ Por usos y costumbres, se excluye a las mujeres de la organización

Da comienzo en Chamula la fiesta de San Juan Bautista

Elio Henríquez (Corresponsal)

San Juan Chamula, Chis., 23 de junio. Según la leyenda, San Juan Bautista secó ciénegas para que el pueblo chamula se asentara en estas tierras. Por ello, cada 24 de junio se le rinde tributo con una fiesta impregnada de sincretismo, y de cuya organización se excluye a las mujeres, con el pretexto de los usos y costumbres.

La fiesta de San Juan es la más concurrida de las muchas que aquí se celebran y comienza 15 días antes con la primera lavada de ropas del patrono por parte de los mayordomos. Ocho días más tarde se hace la segunda lavada, que incluye los vestidos de todos los santos que son adorados en el templo local.

Autoridades tradicionales explican que este ritual se realiza a las tres de la mañana en un ojo de agua llamado toltotic (lugar donde se lavan las ropas de los santos), situado en la cabecera municipal, y es precedido de rezos en tzotzil. Luego se ofrece comida a la gente.

Aunque la mayor concentración de chamulas –atraídos por la presentación del grupo musical Huracanes del Norte– será este martes, miles de indígenas llegaron el domingo para participar en los actos en honor al “cuidador” de su alma, y para bautizar a cientos de niños que se llamarán llevarán Juan o Juana, así como para comer tamales de frijol y caldo de res ofrecidos por los mayordomos, encargados de la fiesta.

El templo de San Juan, bajo responsabilidad de las autoridades municipales y tradicionales, no de la parroquia, estuvo abarrotado este lunes. Dentro, como todos días, ardían miles de velas colocadas sobre mesas o en el piso, donde familias enteras rezaban arrodilladas junto a ofrendas de huevos, gallinas, refresco de cola y posh (aguardiente de maíz) para curarse cuerpo y alma.

“En este municipio, el San Juan que bautizó a Cristo se indianizó, se volvió chamula”, afirmó el investigador tzotzil Enrique Pérez López.

Aseguró que la imagen del santo está en el templo situado en la cabecera de San Juan Chamula; sin embargo, para los pobladores su casa real es el cerro del Tzotehuitz –en el oriente del municipio–, “lo que quiere decir que hubo no sólo sincretismo, sino una apropiación profunda del santo, es decir, se volvió autóctono. Hubo una fusión entre el santo cristiano y el ajaw, uno de los dioses prehispánicos, y por eso se fue a vivir al Tzontehuitz, en cuya montaña, según el imaginario chamula, San Juan tiene su morada y cuida las almas de los chamulas”.

Un ejemplo de la marginación de la mujer de la vida política, social y religiosa de Chamula ocurre cuando el mayordomo recibe la autorización para vender alcohol con el fin de recaudar dinero para la fiesta.

El consejero del mayordomo, dice a éste y a su mujer: “No vayas a estar enojándote, peleándote. Que no haya celos entre ustedes. Eso no quiere el Señor. Si lo descomponen no lo podré arreglar, ordenar de nuevo. No vayas a pegarle a algún borracho, ni la mujer se vaya a meter con algún tomador de trago; esténse tranquilos, no se vayan a meter en problemas. Tú (se dirige a la esposa), cuando tengas ganas, no tomes mucho. La mujer no es igual a nosotros los hombres: sabemos lo que hacemos; en cambio ustedes, mujeres, no tienen calzones como nosotros. Por eso cuando toman, aunque no piensen hacer nada malo, pueden despertar ya con culpa. Cuando les den de tomar recíbanlo, pero guárdenlo”.