Balance de la Jornada
■ Gonzalo Pineda pone el ejemplo
■ El draft agoniza por obsoleto
A Jorge Vergara se le está indigestando su estilo autoritario para imponer. Primero fue Omar Bravo, quien abandonó la guarida en condición de “jugador libre” dejándolo con un palmo de narices. Ahora es Gonzalo Pineda el que interpone su dignidad y se niega a ser tratado como soldado raso, o peor aún, como ganado vacuno.
Pineda, bicampeón con Pumas y monarca una vez con Chivas, pone en evidencia a la directiva del club tapatío. Hace ya 18 años que ocurrió el caso Bosman, en junio de 1990, con resolución favorable en diciembre de 1995 y, aunque la situación no es similar a la de Pineda, sencillamente desde entonces la relación futbolista-club tomó un cariz de mayor respeto.
Como música a los oídos suena lo dicho por el jugador capitalino, surgido en la UNAM, quien tiene dos años y medio más de contrato con el Guadalajara: “Lo voy a hacer cumplir hasta donde se pueda”, prometió el Gonzo con agallas pocas veces vista en ese gremio donde privan la mansedumbre, el conformismo, la sumisión, la indiferencia...
Néstor de la Torre, directivo tapatío, deberá apelar en las próximas horas a toda su capacidad de persuasión para enfrentarse al jugador y a su representante, el promotor Eduardo Hernández. Hay otros aspectos en el entorno, como el hecho de que Monterrey lo pretendía e hizo una buena oferta, pero “algo pasó” y la transacción se cayó.
Cierto es que Pineda tiene un talante difícil; se le recuerda en aquella semifinal Chivas-América donde lo expulsaron e hizo señas al silbante, dando a entender que había recibido billetes. El chistecito le costó una multa de 500 días de salario mínimo. Pero da gusto ver a futbolistas con ánimo de alzar la voz.
El draft se está muriendo por anacrónico y obsoleto. Así lo demostró la reciente edición, con apenas 67 movimientos y un supuesto monto de 6 millones de dólares. No todo lo ahí acordado se cumple, al menos 10 por ciento no se concreta. Urge que los directivos y la federación saquen el ingenio y antepongan los derechos humanos.
Los cambios más importantes ya estaban cantados, como el pase de Bruno Marioni al Pachuca. Sin duda, los futbolistas extranjeros escapan más fácilmente de las garras del llamado “pacto de caballeros” que existe entre los dueños. Tal parece que al uruguayo Richard Núñez y al brasileño Fabiano Pereira no les interesa presentarse en Puebla, su presunto nuevo equipo.
Pocos jugadores se sacan la lotería, como Alfredo Moreno, quien pasó de San Luis al América, y Hassán Viades, del Necaxa al Cruz Azul. Preocupantes son los casos de Chivas y Pumas, que no se reforzaron y tienen a su afición con bajas expectativas, porque de las canteras pueden salir promesas, pero difícilmente un crack.
A pesar del deslinde reiterado de Pachuca, todo indica que la relación sigue estrecha con el recién ascendido equipo de Ciudad Juárez, su ex filial. En tanto, el Morelia, que cada vez se parece más a Tecos en cuanto a ser equipos que no producen ni frío ni calor, busca reverdecer laureles con el cambio de horario: ahora jugará los domingos al mediodía.
Estados Unidos, México y Costa Rica debieron haber sido sembrados hasta la tercera ronda de la eliminatoria de la Concacaf, para evitar duelos como el que se vio frente a Belice (¡de caricatura en plena Eurocopa!), rival que tan sólo sirvió para que Jared Borgetti aumentara su cuota de goleo, Jesús Ramírez hiciera sus pininos y Sven-Goran Eriksson tomara notas.
Hay expectativa por ver el trabajo del estratega sueco, quien debutará el 20 de agosto en el estadio Azteca frente a Honduras; mientras, los federativos ya le preparan un par de encuentros amistosos.