Usted está aquí: domingo 22 de junio de 2008 Opinión Sueños con alas

Ángeles González Gamio
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Sueños con alas

Uno de los sueños de la humanidad desde tiempos ancestrales fue volar. No deja de maravillarme que lo hayamos logrado. El primer vuelo en México se llevó a cabo el 8 de enero de 1810, dentro del clima efervecente que suscitaban los múltiples festejos para conmemorar el Centenario de la Independencia. La hazaña la realizó el mexicano Alberto Braniff, piloteando un avión Voisin de fabricación francesa, que despegó y aterrizó en los llanos de la hacienda de Balbuena, previamente nivelados por un pelotón de zapadores. Este fue el inicio de la aviación en nuestro país.

Ahora, casi 100 años más tarde, inauguramos una nueva terminal aérea que nos coloca a la altura de los mejores aeropuertos del mundo. Arquitectónicamente es una obra muy bella que diseñó el arquitecto Francisco Serrano, con una original forma que recuerda un tanto a una estilizada ave con las alas abiertas.

El albo y monumental edificio “inteligente” está todo recubierto de orificios redondos, que hiceron a mano nuestros hábiles trabajadores de la industria de la construcción. Su función es aprovechar la iluminación natural en esta ciudad en la que tenemos tanto sol, y asimismo ventilar el mayor número de áreas posible; con todo ello se obtiene un impresionante ahorro de energía eléctrica. Los pisos son de granito negro y los acabados en paredes y las columnas son de concreto cincelado, con agregado de pedacería de mármol.

Un inmenso vestíbulo circular abierto adornado con palmeras recibe al visitante que puede optar por entrar a los estacionamientos o directamente al amplio pasillo que da acceso a las salas de registro y la zona comercial con bancos, tiendas, restaurantes y demás. El luminoso edificio tiene 242 mil 496 metros cuadrados de construcción, lo que da como resultado que los espacios sean generosos y confortables.

Un pequeño museo de Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) integrado al área del pasillo central, muestra piezas notables y vistosas fotos de sitios arqueológicos, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El mobiliario y la señalización de la terminal fueron diseñados y fabricados en México por Aeropuertos y Servicios Auxilares (ASA), empresa pública nacional, que dirige con gran eficacia y entrega el arquitecto Ernesto Velazco de León, quien ha impulsado el desarrollo tecnológico para producir tambien los mostradores, aeropasillos, pintarayas, sillones y demás equipo, a costos más bajos.

Este esfuerzo ya ha logrado el desarrollo de un vehículo de rescate y extinción de incendios y un aerocar; todo ello le ha ganado a ASA uno de los tres premios especiales Flyer 2007 como “la mejor empresa iberoamericana de servicios aeroportuarios”.

El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es el más importante de Latinoamérica y ocupa el lugar 44 a escala mundial en número de pasajeros, lo que significa que mueve un promedio de 32 millones de personas al año. Por ello era indispensable su ampliación, después del fallido intento en la era foxiana de hacer un nuevo aeropuerto. Esta extensión se inició con obras en la ya existente Terminal Uno, que quedó mucho mejor y a partir de este año con la nueva Terminal Dos, con un moderno tren que une ambas terminales, con nuevas vialidades que facilitan el acceso, un hotel, vastos estacionamientos, instalaciones para personas discapacitadas, múltiples módulos de migración, más bandas para reclamo de equipaje y la tecnología más avanzada en sistemas de transmisión de voz, cómputo y el sistema de escáner que revisa las maletas.

En pocos aeropuertos del mundo se realizan los trámites tan rápido y se camina tan poco; aunque todavía requiere ajustes, es una obra de la que nos debemos sentir muy orgullosos. Una súplica: cuiden el mantenimiento, que ahí es donde solemos “regar el tepache”, especialmente en los baños y en este caso también ojo con las palmeras; hay que renovar las que no aguantaron el cambio y están tristes y despelonchadas.

 
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