Usted está aquí: viernes 20 de junio de 2008 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Diputados y funcionarios despistados

■ El pingüe negocio de la obesidad

Al paso de los días, la ley que prohíbe fumar en casi cualquier parte se mira como un mal capricho de las autoridades que la impulsaron –la Asamblea Legislativa y la Secretaría de Salud local– a la luz de otros problemas de salud que se consideran como verdaderas pandemias, y que no despiertan ninguna fobia ni preocupación, cuando menos eso parece, en la conciencia de esas mismas autoridades.

Nos referimos desde luego a la obesidad, que se da, según datos de la Organización Mundial de la Salud, en un 60 por ciento por la ingesta de la bien llamada comida chatarra, y es esa misma instancia la que cataloga a México como el segundo país con más gordos.

El caso no parece importarle demasiado al secretario de Salud del DF, y menos aún a los diputados de esta ciudad, pero este sí merece, a la luz de los datos, una urgente resolución o cuando menos un pequeño porcentaje de los afanes que estos protagonistas de la vida cotidiana en la capital del país han utilizado para fabricar la ley en contra de los fumadores.

Pero remediar la situación no parece tarea fácil, por el contrario, hace vislumbrar un enfrentamiento que no están dispuestos a dar ni los diputados ni el secretario de Salud, Manuel Mondragón. Ir en contra del poder económico real.

Se trata de enfrentar, por ejemplo, al fabricante más importante del país de golosinas: la panificadora, si así se le puede llamar, Bimbo, que según sus cuentas vendió al año pasado, en todo el país, cerca de 46 mil y medio millones de pesos, y también a las trasnacionales dueñas de las frituras, que inflan y enferman a la gente, y desde luego a las televisoras.

Pero vamos a ver los datos que parecen no preocupar a quienes prohibieron, por dañino, el cigarro en lugares cerrados. Los niños, principalmente de la ciudad, que pasan dos horas frente a la televisión en promedio, están expuestos a 12 mil anuncios de comida chatarra durante el año, y los que llegan a estar frente a las pantallas hasta cuatro horas al día padecen, en un 60 por ciento, obesidad.

Según los estudios al respecto, México es el país con más anuncios por hora en tiempos que se consideran para niños. Según las investigaciones, hay en promedio, en la televisión, 17 mensajes de comida chatarra por cada 60 minutos, sin que nadie ponga un alto a esa publicidad que produce la ingesta de la comida que la Organización Mundial de la Salud dice produce obesidad, considerada ahora como pandemia.

A la obesidad, que se le considera hoy por hoy una enfermedad, deben agregársele los males que de ella derivan: diabetes y males cardiacos, entre otros muchos, pero también adicción.

Y no sólo eso, los estudios advierten que la comida chatarra puede ser mortal, tanto que hay estudios que advierten que de seguir así las cosas, es decir, si no se pone un remedio a este mal, dentro de algunos años la esperanza de vida, que hoy llega a los 75 años, podría reducirse a 50, para las nuevas generaciones.

Pero todo esto tiene sin cuidado a diputados y funcionarios que son incapaces de hacer que en las envolturas de las frituras y en las golosinas se advierta el mal que producen, y menos aún de quitar de la televisión, como se hizo con el cigarro, los anuncios que invitan, principalmente a los niños, a comer ese tipo de cosas que sirven más para el gusto que para el sustento, y que hoy, ya se sabe, enferman.

Habría que preguntarse si en la conciencia de esos adalides de la salud está el limitar, cuando menos ese mal que como se ve puede ser más peligroso que el humo en un restorán. ¡Qué bárbaros!

De pasadita

Hace un par de días se dijo en la Asamblea Legislativa que algunos diputados negociaron para que no se subiera un punto de acuerdo que exigiera al gobierno federal mayor y más eficaz vigilancia en las aduanas del aeropuerto capitalino, para impedir el trasiego de armas en el país, a cambio de que el PAN no pidiera una auditoría a la gestión de la Comisión de Gobierno de la legislatura pasada. De ser cierto, como parece, el asunto encaja perfecto en lo que ya les habíamos comentado: los azules quieren la delegación Venustiano Carranza porque allí esta el tesorito, perdón, las aduanas.

 
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