Usted está aquí: viernes 13 de junio de 2008 Opinión Penultimátum

Penultimátum

■ Excesos de un júnior

En los espacios mediáticos que se ocupan de la vida de las estrellas del espectáculo y de muchas más que no llegan a esa denominación, recientemente se recogió la inconformidad de la actriz de telenovelas Erika Buenfil porque en el programa cultural Ventaneando, el único del principal canal electrodoméstico (es decir, el 13), se había revelado el nombre del padre de su hijo Nicolás, de tres años de edad. La información no tendría importancia si no fuera porque la protagonista de melodramas como Así son ellas y Amor en silencio había decidido tener en la sombra absoluta ese nombre y porque el padre de Nicolás jamás se ha ocupado de la criatura.

Erika y Ernesto, hijo mayor del ex presidente Zedillo, se conocieron en Acapulco hace cuatro años, en una suntuosa boda de un joven directivo de Televisa. Tuvieron corto romance y luego vino el rompimiento de la relación. Erika quedó embarazada y no quiso volver a saber de Ernesto, quien se presenta a la opinión pública como un exitoso arquitecto, egresado de la universidad que fundó el entrañable Marcial Maciel, la Anáhuac, a diferencia de su padre que, con muchos sacrificios, terminó su licenciatura en la Escuela Superior de Economía del Politécnico Nacional. Allí conoció a quien después sería su esposa, Nilda Patricia. De Ernesto Jr. se sabe también su gusto por las fiestas, su ascenso social, prepotencia y excesos. Uno de esos excesos volverá a ocupar la atención mundial gracias a un libro por salir a la venta en Estados Unidos.

En el libro se detalla, y denuncia, la agresión que sufrió el jefe de seguridad del cantante Bono luego del concierto que ofreció en la ciudad de México. Hasta el camerino que ocupaba el cantante y su grupo musical U2 llegó un prepotente Ernesto, rodeado de su guardia pretoriana, del Estado Mayor Presidencial. El jefe de seguridad del cantante no le permitió al júnior pasar. En respuesta, elementos del Estado Mayor golpearon con tal furia al jefe de seguridad que lo dejaron paralítico de por vida. Nadie se responsabilizó de esa criminal agresión. Por el contrario, al día siguiente Bono y sus músicos fueron invitados a Los Pinos. Creyeron que para recibir una satisfacción mínima por lo ocurrido. Y hasta una indemnización para quien fue golpeado tan salvajemente. No fue así. En cambio, recibieron una reprimenda verbal del presidente Zedillo, quien consideró una afrenta la acción del guardaespaldas de Bono y el grupo U2. Según contaron a la prensa inglesa, el doctor Zedillo les dijo que cómo era posible que hubieran mostrado tan escasa cortesía con el hijo de un primer mandatario. “Si él quería verlos, ustedes debieron considerar que se trataba de un honor.”

Así es que ustedes ya lo saben: donde están los hijos de los presidentes está la realeza.

 
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