12 de junio de 2008     Número 9

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

UNA DE CAL

El gran ejemplo de los pequeños proyectos

Silvestre Pacheco León


FOTO: Joseph Sorrentino

Los campesinos de la Costa Grande de Guerrero viven un proceso de cambio intenso, y se hace evidente en un concurso de proyectos productivos, realizado en la Universidad Tecnológica , en Petatlán; con 20 participantes que hablan de sus logros, retos y perspectivas, y de su éxito, pues sus empresas han sobrepasado todas un año de existencia. La transformación y educación campesina ocurre a marchas forzadas pese a todo lo adverso del ambiente de inseguridad y violencia.

El concurso elige los cuatro mejores proyectos de la región. Deben ser ejemplo de innovación tecnológica, organización, eficacia administrativa, calidad y presentación del producto, valor agregado y desarrollo del mercado, así como de capacitación de los socios. Deben ser de alto impacto social y económico, y amables con el ambiente.

Las mujeres de los productores de mango de los Sanluises, en Técpan, son unas de los ganadores. Decidieron buscarle provecho al fruto de segunda y de tercera. “El mango es dinero”, sostiene vehemente la profesora Blanca Luz de los Santos, presidenta de Mutramex, la empresa que integran seis mujeres ocupadas permanentemente en elaborar dulces, mermeladas, licor, pasteles y concentrado de mango, todo derivado del fruto que antes se desperdiciaba diseminado entre las huertas.

Cerdo y chicharrón. De Petatlán, doña Ema se sobrepuso a su natural timidez y desde su pequeña estatura compartió la experiencia en la cría y engorda de cerdos. Con apoyo oficial compró 11 ejemplares el año pasado. Ahora tiene 60 que no le caben en su cochinero. El negocio reside en controlar todo el ciclo productivo. Los seis miembros de su familia se emplean allí; hacen todo: crían sus cerdos, los engordan, sacrifican y al final los venden como carnitas y chicharrones que “ranchan” en las poblaciones vecinas.

Los proyectos son tan diversos y aleccionadores que todos deberíamos de compartir. Doña Juliana tiene mucho de que presumir en su taller de ropa allá en la Y “griega” cerca de la cabecera de Atoyac. Ella, costurera de oficio, aprendió las ventajas de los diseños modernos y también de la cultura ancestral de los pueblos originarios. Conoce los bordados amuzgos y de Acatlán. Con ellos ha trabajado modelos innovadores de gran calidad. Presumida, exhibe las prendas que confecciona, en su hija, más bella que un maniquí.

Artesanías y miel. Dos hermanos, cuya estatura y tosquedad contrastan con su actividad, trabajan en su domicilio particular de Coyuca de Benítez, con el resto de sus familias, cincelando y limando los huesos de coco, coacoyul y cayaco hasta encontrar dentro de ellos variadas y caprichosas figuras con las cuales crean finos collares, aretes y llaveros que ya se exportan.

Otras triunfadoras son las “Abejitas Laboriosas” en Atoyac. Hacen honor al nombre con que bautizaron a su organización de apicultoras. Agustina Trujillo es la animadora de este grupo de mujeres que manufactura más de 25 productos derivados de la miel de abeja. En su presentación dejaron constancia de la capacitación que han recibido y de la habilidad de convencimiento que usan para hacerse de clientes. Además de miel, fabrican dulces, jabones, champús, cremas, jaleas y gotas para los ojos.

Para entrar al mercado orgánico han tenido que aprender y educarse con seriedad en la competencia. Las cuñas para levantar las alzas y revisar los enjambres son de acero inoxidables. La pintura para la durabilidad de los cajones de los apiarios es orgánica. Todo el proceso hasta llegar al producto final se rige por normas probadas y aprobadas. Sus puestos a bordo de carretera en la Y “griega” y Santa Rosa no pasan desapercibidos, lo mismo quienes “ranchan” casa por casa sus productos.

Los jóvenes también se enlistan en esta transformación productiva que viven los laboriosos costeños. En Hacienda de Cabañas es loable el trabajo de seis jóvenes que pusieron su negocio de computadoras al servicio de la comunidad estudiantil. Sus ingresos no son nada despreciables.

Una muestra de lo avanzada que se avista la región es la preocupación de los productores por los problemas del medio ambiente. No fue novedad escuchar en el concurso palabras como sustentabilidad, alimentos limpios, insecticidas orgánicos. Hay una nueva cultura que predica la armonía con el entorno.

El proyecto Rancho Don Chema, localizado en el camino al vado de Aguas Blancas en Coyuca de Benítez, fue otro triunfador. Es una plantación de bambúes rica, extensa y diversa. La madera se aprovecha para la construcción de muebles finos, y quien dirige la finca atiende gratuitamente a cientos de personas que se inclinan por los métodos alternativos de atención a sus padecimientos, mediante el uso de imanes en sesiones de masajes.

Aromático sin químicos. El cuidado del medio ambiente, la producción orgánica y la conquista de un espacio en el mercado internacional son características de Café Zihuatlán, la sociedad de producción rural que dirige el matrimonio de Darío Galeana y Juana Sánchez en la sierra de Zihuatanejo, otro de los premiados.

Ellos son la segunda generación de productores. Sus padres fueron los pioneros en el cultivo de esta planta aromática que se conoció y aclimató en el Filo Mayor del municipio. Las plantaciones de café están bajo sombra y por eso son captadoras de agua. Durante más de medio siglo las tierras han estado alejadas de los químicos y ahora tienen certificado el producto, con todos los permisos que a los gringos se les ha ocurrido pedir para la comercialización.

Cuando cosechan las 50 toneladas de café dan empleo a 500 familias de la Montaña de Guerrero. Juanita y Darío encabezan el proyecto que controla todas las fases del negocio. El café va del productor al consumidor, sin intermediarios. Ahora la empresa social Café Zihuatlán ha entrado al mercado de especialidades y se apresta para firmar un contrato para mandar café tostado a Japón, ni más ni menos.