■ Ahora hay una organización más discreta en la entidad, pero es más profunda, consideró
Democratizar Oaxaca va más allá de tirar a Ulises Ruiz, expresó Berta Muñoz
■ El magisterio actúa en este momento con mucha sabiduría, sin afectar tanto a la gente
En el futuro de la reactivación del movimiento popular de Oaxaca, la médica Berta Muñoz, reconocida popularmente como doctora Escopeta, no ve el regreso de las barricadas, los plantones y las megamarchas que agitaron hace dos años la capital estatal bajo la consigna “fuera Ulises Ruiz”.
En esta nueva fase del proceso opositor –afirma en la primera entrevista a su retorno de Bolivia, donde radicó este pasado año, buscando protección por las amenazas y la persecución que sufrió– sigue viva la demanda de la renuncia del gobernador priísta. “¡Y cómo no, si hoy día es más evidente su naturaleza autoritaria y caciquil!”
Pero la diferencia entre la revuelta popular que encabezó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006 y la salida de nuevas manifestaciones de maestros y organi- zaciones a las calles en estos días radica, a su juicio, “en que ahora, con todo lo que ha pasado, nuestra conciencia es más profunda, por la experiencia. Mucha gente en las comunidades, los barrios y las colonias está enfrascada en un trabajo discreto de construcción de una organización más auténtica, más sólida, con la idea de que democratizar Oaxaca va mucho más allá de sólo tirar a Ulises Ruiz”.
Otra diferencia es la estrategia de las nuevas movilizaciones: “el magisterio ha actuado, en mi opinión, con mucha sabiduría en este momento: los plantones son pequeños, se establecen turnos para no cerrar todas las escuelas a la vez, para dañar lo menos posible el calendario escolar y para no provocar el rechazo social. Hay una clara distinción entre lo que es el movimiento y lo que son las movilizaciones. Y se empieza a entender que no haber vencido al gobernador hace dos años, porque lo salvó de su caída una negociación en las cúpulas del poder, no necesariamente significa una derrota”.
Al reconocer que dentro de la APPO ha habido “fricciones y divisiones”, sobre todo por la participación de algunos de sus dirigentes como candidatos en las pasadas elecciones, señala que los frentes de este tipo “cumplen su papel en su momento y luego desaparecen o no. Eso depende de las bases”.
Ante este gradual volver a la vida del movimiento popular, esta doctora de estampa inconfundible, que igual pasó los meses de las barricadas atendiendo un puesto de salud, conduciendo la única ambulancia con la que contó la APPO o al frente de los micrófonos de Radio Universidad, advierte el revés de la moneda:
“La ocupación policiaca de Oaxaca, los asesinatos de los grupos paramilitares, la represión del 25 de noviembre y el estado de sitio que le siguió durante varias semanas tenían, entre otros, el objetivo de sembrar el miedo. Y ese miedo está ahí. Es un temor que paraliza y lo peor es que, como no se habla ni se asume, no se le reconoce y no se le puede superar.
“Es el miedo a ser arrestados, torturados, desaparecidos; a que les hagan daño a nuestras familias, a que las amenazas se cumplan. Es ese miedo que a mí me hizo irme.”
Durante el último golpe ofensivo de la Policía Federal Preventiva contra la APPO, junto con los arrestos masivos e indiscriminados, la doctora Muñoz fue amenazada de muerte y se giraron órdenes de aprehensión en su contra.
Despedida por la Secretaría de Salud de su puesto de médica epidemióloga, donde dio servicio por 30 años, sin el respaldo de un sindicato o un partido político, optó por acogerse a la protección solidaria que le brindó Bolivia.
Pero la vida la golpeó duro en esos meses de exilio. Murieron su madre y su hermano en un breve lapso. Su frágil salud no soportó las alturas paceñas. Hace algunas semanas tomó la decisión de regresar a México y asegura que “está valorando” el momento de dar el segundo paso, su retorno a Oaxaca.
Berta Muñoz fue consignada en la misma causa penal de los dos dirigentes de la APPO que recientemente fueron exculpados por falta de pruebas, Flavio Sosa y David Venegas, acusada de incendiar el Banamex y el tribunal en el centro oaxaqueño, de resistir a la autoridad y de sedición.
En los hechos –asegura– “sí estuve en la barricada donde más tarde se incendiaron varios inmuebles, pero estaba en la ambulancia, atendiendo heridos e intentando, precisamente, evitar provocaciones. A la hora del incendio yo ya estaba en la cabina de la radio”.
Abogados de las organizaciones no gubernamentales Tlachinollan y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez interpusieron amparos en contra de las órdenes de aprehensión que tiene en su contra. “Cuando se resuelvan regresaré. Me urge volver a mi casa, a mi vida.”