■ Participarán 52 cooperativas en el programa: Benito Mirón
¡Qué buena puntada! entra en otra fase de creación de empleos
■ Ese sistema de producción demostró que es viable, señala el servidor
El Gobierno del Distrito Federal arranca este martes la segunda fase del programa de cooperativas ¡Qué buena puntada!, mediante el cual se confeccionarán 634 mil uniformes para estudiantes de primaria y secundaria a distribuirse en el próximo ciclo escolar, lo que generará mil 800 empleos directos y alrededor de 900 indirectos, y consolidará la economía social.
El secretario del Trabajo y Fomento al Empleo, Benito Mirón Lince, destacó que a 15 meses de iniciar ese proyecto, se demostró que el cooperativismo es una alternativa viable de empleo y distribución de la riqueza, al captar a miles de personas mayores de 35 años, principalmente mujeres, cuya fuerza de trabajo fue “desechada por el mercado neoliberal, sin considerar su experiencia o sus conocimientos”.
Y convertirlo en el motor de la economía local al fomentar la instalación de más unidades productivas y dos grandes complejos en las delegaciones Gustavo A. Madero y Azcapotzalco, donde “estamos batallando para empezar su construcción y generar ahí mil 200 empleos sin la erogación de un solo peso del gobierno; y reducir en el corto plazo la tasa de desempleo abierto”.
El funcionario explicó en entrevista que el programa arrancó el año pasado con 17 talleres, donde 700 personas confeccionaron 358 mil uniformes para igual número de estudiantes de educación básica, pero ahora se reforzará con la participación de 52 cooperativas, que se encargarán de la elaboración en una primera etapa de 266 mil uniformes, a entregarse en un plazo de dos meses.
Mientras en una segunda fase se fabricarán 368 mil uniformes, con lo cual “llegaremos a un millón 268 mil blusas, playeras, faldas y pantalones, casi el doble de lo logrado en 2007, con lo cual estamos demostrando a las autoridades federales que los gobiernos sí pueden generar una parte de los empleos que demandan sus habitantes sin dejar esa responsabilidad sólo al sector privado”, afirmó.
La determinación por ello de acompañar esta medida “activa” con cursos de capacitación, los cuales suman cinco, a personas e integrantes de micro y pequeños talleres, y vincularlos con las cooperativas ya instaladas o en proceso, a fin de desarrollar este modelo de producción.
Se trata, dijo, de “sacar del abandono la economía social, que está demostrando ser un generador de empleos y distribuidor de riqueza, pues al no percibir sus miembros un salario, se distribuyen de manera equitativa las utilidades generadas, lo cual les ha permitido contar con un trabajo e ingresos dignos. Tan sólo el año pasado les significaron 8 mil pesos mensuales en promedio, más de cinco salarios mínimos, y con la posibilidad de estar cerca de sus familias”.
El funcionario admitió que la aplicación de esta política pública no ha sido fácil, pero “ahí la llevamos y hemos logrado la autonomía de las cooperativas mediante el desarrollo de un mercado intercooperativo.