Entrevista a Soledad Loaeza, Investigadora en el Colegio de México
Intacto, el corporativismo de regímenes del PRI
Esa estructura, gran enemigo de la democracia
Liderazgos como los del SNTE y del gremio petrolero se explican por la debilidad del Presidente, dice la doctora, quien considera que pese a los altos niveles de aprobación de Calderón, el pesimismo en relación con la economía es mal indicador
Ampliar la imagen La investigadora Soledad Loaeza durante la entrevista con La Jornada Foto: Cristina Rodríguez
Investigadora de las ciencias políticas en El Colegio de México y articulista quincenal en estas páginas, Soledad Loaeza asume convencida que en la segunda Presidencia del PAN, “uno de nuestros gravísimos obstáculos” como país lo constituye el mantener intactas, intocables, las viejas estructuras corporativas creadas durante los regímenes del PRI. “El costo de esto es altísimo y de largo plazo; es un gran enemigo de la democracia, más temible aun que cualquier liderazgo plebiscitario”.
La permanencia, aún hoy, de tales grupos –el liderazgo del SNTE, el sindicato petrolero, por citar sólo dos– se explica, dice, por la debilidad del presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien llegó al poder “de una manera muy apretada y claramente con apoyo de maestros”.
A partir de ahí, contrae una deuda con Elba Esther Gordillo, “y como es un hombre de palabra, cumple esa deuda. Cuántos cínicos no hemos visto que llegan al poder con el apoyo de fulano de tal y a la hora de la verdad”, no responden.
Para medir las repercusiones del fenómeno, pide ver “lo que está pasando con los maestros, con nuestros niños, con la educación en México. El costo del sindicato es muy alto para la educación de los mexicanos”.
Y agrega ejemplos: “Estos gastos suntuarios de los líderes petroleros o de los líderes magisteriales son unos ingresos verdaderamente ¡de millonarios!”
En una larga charla con La Jornada, a propósito de la reciente aparición en librerías de una recopilación de sus artículos bajo el título Entre lo posible y lo probable, la experiencia de la transición en México, Soledad Loaeza desmenuza varias de las conclusiones ahí vertidas:
“El Estado mexicano hoy día, es muy débil y sólo puede tener una presidencia débil y esa condición se manifiesta, justamente, a través de alianzas que terminan siendo asimétricas”.
–¿Cuándo empieza a darse esta condición?
–El Estado que se formó a raíz de la Revolución se desgastó, se vino abajo en 1982. La expropiación de la banca fue la última decisión autoritaria en un Estado autoritario, pero que era el resultado de una guerra civil.
“Se reconstruye en los años de Miguel de la Madrid a través de una negociación con los empresarios, con las cúpulas sindicales y de ello resulta un Estado mucho más débil que el anterior y que no ha logrado recuperar su autonomía de decisión. Entonces, llevamos así muchos años y lo vemos en los resultados”.
–Pero no siempre ese Estado débil ha dado presidentes igualmente débiles; sería el caso de Carlos Salinas de Gortari...
–Esa es una objeción válida. Salinas logró negociar y tuvo el apoyo de Acción Nacional que tenía más de 100 curules, y negocia. Tenemos a dos actores estatales que se ponen de acuerdo, y eso es lo que le da fuerza.
“A su vez, Ernesto Zedillo vuelve a negociar con una administración pública coherente, que lo apoya. A su vez, Vicente Fox debilita tremendamente al Estado porque ideológicamente no cree en el Estado. Le parece una amenaza. Y en el caso de Felipe Calderón, a él le toca reconstruir, y tampoco tiene tantos recursos para hacerlo ni tantos instrumentos.”
El análisis cotidiano que realiza sobre la realidad mexicana lleva a la doctora Loaeza no sólo a la elaboración de tesis, también le siembra preocupaciones: esa debilidad del Estado mexicano; el cerco en torno al Presidente de la República; la sensación de que él tiene compromisos por donde quiera y eso limita mucho su libertad de acción.
“Todo eso me preocupa; tengo la impresión de que hay una cierta atmósfera de gran incertidumbre en la opinión pública”, porque –apunta– si bien Calderón Hinojosa tiene altos niveles de aprobación, “el pesimismo en relación con la economía es muy mal indicador, porque habla de fragilidad”.
A ese clima, afirma, contribuye la crisis del PRD y que, según las encuestas, “tampoco Acción Nacional las trae todas consigo, y que el PRI probablemente esté de regreso. Y yo no creo que eso genere certeza en nadie, y es inquietante porque ese partido no se ha reformado”, subraya.
Respecto a los programas que el gobierno de Calderón ha tomado de los que aplicó Andrés Manuel López Obrador y que a éste se le criticaban como clientelistas, Soledad Loaeza acota:
“A veces me consuela pensar que estamos en un proceso de modernización de la política. Eso quiere decir que puede ser un programa clientelar de 3.6 años, pero no de nueve ni 12; la gente ya sabe que tiene derecho a eso y que puede reclamar la pensión o lo que fuera, independientemente de quién esté en el gobierno”.
–Pero alguien empezó con ese programa, y en ese momento se le acusó de clientelar...
–¡Claro!, porque lo era.
–¿Y ahora ya no lo es?
–No, porque va evolucionando, y la gente también. Clientelar quiere decir que se da algo a cambio del voto. Y yo confío en que la gente da su voto en una o dos ocasiones, pero a la tercera dice no, reclama su derecho y vota por quien quiera. Entonces esos programas se consideran universales y ya son derechos creados. Puede pasar y deben estar muy conscientes de eso, el PRD, el PAN y todos.
“Claro, es importante recordar que en todo país pobre, el clientelismo se cuela y no podemos perder de vista que México es un país de pobres. Sobre las instituciones democráticas pesa la hipoteca de la pobreza”.
Soledad Loaeza sí admite que en las acciones de Calderón Hinojosa hay una búsqueda de arrebatar banderas al dirigente opositor, pero rechaza que se trate de populismo, porque éste por definición, “es enemigo de las instituciones; corresponde al tipo de liderazgo plebiscitario que hemos visto en otros países y que puede desarrollarse en México”.
–¿Puede decirse entonces que México ya vivió la transición?
–Aunque ésta ocurrió en el 2000, ha sido un proceso muy largo y gradual, exitoso pero ciertamente lento, porque la nuestra es una sociedad muy conservadora, a la que no le gusta el cambio abrupto ni las aventuras políticas así se trate de cualquier partido.
“No hay más que ver: el PRD apela al pasado, no tiene una propuesta de futuro. Propone la recuperación de un pasado mítico, lo cual es bastante sorprendente para un partido de izquierda. El PAN a su vez es un partido conservador, como todo mundo sabe y, el PRI... ni hablar.”.
–¿Cómo es la clase política mexicana?
–Es una clase política que francamente no está joven. Si bien debe reconocerse que el PAN sí ha incorporado a muchachos, la verdad es que dónde está la generación de la transición.
“Saquemos la media de edad en los liderazgos partidistas, a ver qué resulta. Yo, como mucha gente, qué más quisiera que tuviéramos un gran partido de izquierda, que los jóvenes tuvieran esa alternativa. La izquierda en general siempre es más creativa e imaginativa que la derecha en términos de opción intelectual. Pero la mexicana tendría que ser más propositiva, mirar al futuro; darle oportunidad a los jóvenes y no entrenarlos a que repitan la historia como si fueran rehenes del pasado.
“Entonces, sí creo que son tremendamente clientelistas, sí creo que en el PRD han caído en manos de viejos priístas, “y eso me acongoja, me pesa tremendamente porque empobrece nuestra vida política”.