■ Ignora erogaciones por daños al ambiente
Tramposa, cifra sobre el costo de producir crudo
■ Se gasta mucho más de 4 dólares por barril
Es tramposa la estimación de que el costo para producir un barril de petróleo es de 4 dólares, porque es un precio que no considera el impacto que esa actividad industrial tiene en el medio ambiente y en la salud, advirtió el investigador Gian Carlo Delgado Ramos en el contexto del segundo coloquio Situación y alternativas energéticas 2008-2050, realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por ello –continuó–, se ha empezado a tomar en cuenta una serie de factores, como exploración, producción, extracción, procesamiento y quema de hidrocarburo, que hace que su valor se vuelva extremadamente caro.
Advirtió que en exploración, por ejemplo, no se ha tomado en cuenta el costo de la tala de árboles, la alteración de los ecosistemas en las zonas de excavación, por el equipo y maquinaria pesada, además de que se calcula que alrededor de 40 por ciento de las perforaciones de prueba son fallidas.
Asimismo –señaló–, muchos de los sistemas donde está el recurso son prístinos, y los daños que se ocasionan en esos sitios tampoco se calculan.
Según Delgado Ramos, en perforación y extracción de crudo tampoco se consideran los efectos de los explosivos, la producción de lodos, de agua de desecho ni los materiales radiactivos que se liberan con las excavaciones y la remoción de la tierra, así como el perjuicio a los arrecifes de coral, entre otros.
En el coloquio, realizado en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, el investigador aseveró que los indicadores más recientes señalan que se necesita entre 25 y 39 por ciento más recursos para sostener el ritmo actual de consumo de energía y materiales. Por ello, en un contexto en que se incrementa la demanda de forma dramática y se pasó de miles de barriles, a mediados del siglo XIX, a 65 millones a finales del XX, se entra en una fase de caída de las reservas probadas del petróleo barato.
Subrayó que los países desarrollados consumen 21 veces más energía que las naciones en vías de desarrollo, indicador que muestra una situación tensa, la cual es urgente resolver porque los límites empiezan a imponer un cambio de paradigma energético.