■ El escritor y periodista iraquí es el nuevo huésped de la Casa Refugio Citlaltépetl
La guerra en Irak es entre la superstición y la razón, dice Abdulwahid Saleh
■ La invasión de EU resquebrajó las bases culturales, indica
■ “Al gobierno de mi país le importan más los muertos que los vivos”
■ Washington impone un filtro a toda la información, expresa
Ampliar la imagen Saleh, ayer, durante la conferencia de prensa que ofreció en la Casa Citlaltépetl Foto: Francisco Olvera
La guerra en Irak no es por el petróleo o el poder, como quieren hacer creer, es una guerra puramente cultural entre la superstición y la razón, afirma el escritor y periodista iraquí Hatem Abdulwahid Saleh, quien desde abril pasado es el nuevo huésped de Casa Refugio Citlaltépetl.
Saleh salió de su país ocho meses después de la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña a territorio iraquí, ocurrida en marzo de 2003. El motivo de su exilio fueron las amenazas y una agresión directa: milicianos rociaron su cuerpo con gasolina y le prendieron fuego.
Luego de su salida de Irak estuvo en Siria, Líbano, Egipto y Marruecos, viviendo casi en la clandestinidad, hasta que el PEN Club se hizo cargo de su caso y lo ayudó a llegar a nuestro país, donde ya estudia español y confía en que algún día podrá reunirse aquí con su familia, radicada en Siria.
Tras la invasión las cosas cambiaron radicalmente en Irak, recordó durante una conferencia de prensa. Antes, dijo, había una relación cordial, sin importar la religión, pero después “eso se volvió un verdadero caos. Hubo una transformación muy grande y pasó de ser un país con unas bases culturales muy fuertes a ser un pedazo de tierra que no tenía ya ningún sentido.
“Muchos escritores pensaron que era un caos creativo, que nos llevaría a una democracia, pero después se vio que no había una línea que separara la fuerza de la ley de la fuerza.”
Nación sin ley ni gobierno
Hatem Abdulwahid Saleh resaltó la contradicción que existe en cuanto a que Irak es considerado el primer país de la historia en tener una ley y un gobierno mientras que ahora es una nación que carece de ambos, donde existen unos 250 periódicos “pero en ninguno se ofrece información que tenga que ver con la realidad y están financiados por hombres que pertenecen a la clase religiosa o por grupos nacionalistas fanáticos” enfocados en separar a los iraquíes. “Al gobierno le importan más los muertos que los vivos”.
Cuando Saddam Hussein estaba en el poder las cosas eran diferentes. “No había periodismo libre. Sólo había cuatro periódicos, y cualquier cosa que se publicaba era bajo el control del Estado. Sin embargo no era un periodismo dañino que causara problemas y separara a las sectas del país. Es cierto que estaba concentrado en Hussein, pero no era para hacerle daño al pueblo. Hussein muchas veces tenía encuentros con escritores y periodistas”. Hoy, dijo, hay más de 250 periodistas y escritores asesinados.
“Yo siendo escritor y periodista perdí mi empleo por mi forma de ser y porque no podía aceptar ciertas cosas. Cuando me opuse ya existían las milicias que hacían listas con los nombres de los opositores y uno de ellos era el mío.
“Siento que tuve mucha suerte porque no me hicieron lo que a otros de mis compañeros periodistas, a algunos los mataron, a otros les sacaron los ojos y los tiraron a la basura. A mí nada más me rociaron con gasolina y la prendieron porque les dije que no quería que me consideraran como una pulga que está abajo de los hombres de la religión.”
En Irak “cualquier escrito que no va con la tendencia de la superstición y la leyenda está amenazado y quien lo escribió está en peligro”.
Las cosas han cambiado. Antes no eran extraños los matrimonios entre sunitas y chiítas, cristianos y musulmanes, pero se ha llegado a tal punto que, por ejemplo, no se pueden mezclar el jitomate con el pepino porque el primero es femenino y el segundo masculino. Hace unas décadas la mujer iraquí podía usar minifalda y ocupar puestos importantes, “ahora está toda envuelta en ropa, parece una bolsa de basura. Esa es la nueva cultura que trajo Estados Unidos”.
Washington también se encarga de decantar toda la información que sale de Irak. “Todo lo que oyen y leen acerca de la situación en Irak escrita por Estados Unidos no representa ni el uno por ciento de la realidad. El filtro es total”.
No se dice, por ejemplo que de 20 soldados estadunidenses, sólo dos tienen esa nacionalidad y el resto son mercenarios de otros países, que se usó y se sigue empleando toda clase de armamento desde el fósforo blanco hasta la madre de las bombas, que pesa 10 toneladas, o que uno no se puede acercar a las tropas a menos de cien metros porque lo asesinan.
“Los iraquíes queremos mucho a nuestro país. Pero después de la invasión comenzó a haber un cambio en la forma en la que piensan de sí mismos. Ahora se ven como parte de la nación islámica. Creo que el concepto de una nación islámica es igual de peligroso que el de la globalización estadunidense porque cualquiera de ellos trata de robar la identidad del otro.”