Por Antonio Medina
Claudia Hinojosa fue fundadora del grupo
LAMBDA de liberación homosexual y una
de las principales dirigentes del movimiento
gay mexicano. En charla con Letra S, da su
testimonio sobre la primera manifestación en la
que participó un contingente homosexual.
“Antes de 1978 las lesbianas y homosexuales
nos reuníamos de manera informal en departamentos.
No existían espacios públicos de convivencia.
Ni pensar en hablar de derechos, lo que
importaba era contener la violencia que sufrían
muchos homosexuales en las calles por parte
de la policía. A mediados de ese año leímos
que un grupo de homosexuales había salido a
las calles a unirse a las conmemoraciones por
la Revolución cubana. Eso nos motivó. En una
reunión surgió la propuesta de sumarnos a la
marcha del 2 de octubre, en protesta por los
asesinatos de estudiantes de 1968.
“Nuestro principal referente eran las luchas
de la izquierda que reivindicaba la justicia y
la transformación social. Nos sentíamos parte
de ese gran movimiento, aunque la izquierda,
salvo la honrosa excepción del partido trotskista,
se sentía bastante incómoda con nuestra
presencia. Hubo quienes consideraron que
sería una locura, pero otros pensamos que
podía significar un momento importante para
salir a las calles y decir que existíamos.
|
La visibilidad ganada tras años de movilizaciones: Marcha gay en 2004.
Foto: Ricardo Ramírez Arriola |
“Nuestro pequeño contingente, inferior al
medio centenar de personas, marchó adelante
del Partido Comunista con una gran pancarta:
No hay libertad política si no hay libertad
sexual. Escuchamos todo tipo de bromas
homofóbicas. Los compañeros evitaban acercarse
a nuestro contingente, pues sentían que
podrían contagiarse de algo. Fuimos burlados
y agredidos durante todo el recorrido, aunque
también recibimos apoyos, y nuestro contingente
era más numeroso por los gente que
se unió en el transcurso. La gran sorpresa para
todos fue que cuando entramos a la plaza de
Tlatelolco, mientras ellos recibieron rechiflas,
nosotros fuimos recibidos con aplausos y un
apoyo total de la gente.
“Después de esa experiencia quedamos
súper entusiasmados para organizarnos y articular
demandas en contra de las razzias, pues
la policía actuaba con total impunidad. En 1979
volvimos a salir, ahora solos y con consignas más
elaboradas, inspiradas por los grupos norteamericanos
que diez años antes habían comenzado
su lucha en el bar Stonewall de Nueva York.
Organizamos la primera Marcha del Orgullo
Homosexual el último sábado de junio de ese
año y las autoridades del Departamento del
Distrito Federal nos mandaron por unas calles
muy estrechas de la delegación Cuauhtémoc,
como queriendo disimular nuestra presencia
pública. La experiencia fue maravillosa. Éramos
sólo unos cuantos cientos de personas, pero fue
una sensación de libertad muy especial”.
|
Los pioneros por las libertades sexuales. Segunda marcha gay, en junio de 1980
Foto: Rafael Manrique. |
El homosexual en un mundo sexista…
Un grupo pequeño de homosexuales se atreve, en este país donde se espera que todos los hombres sean muy machos y
las mujeres no tengamos derecho a ser nada, ni siquiera muy hembras, a apostarse frente a las oficinas de la Delegación
Cuauhtémoc para protestar contra la persecución policiaca y el sexismo represor que les niega los derechos de que gozan
los demás ciudadanos. (…) Los homosexuales piden respeto y es tiempo de que la sociedad heterosexual los escuche. No
piden que todos seamos homosexuales, sino que se reconozca su derecho a la libre opción. Vinculan su lucha a la lucha de
clases, pero sospecho que tendrán que esperar mucho tiempo antes de que los escuchen los integrantes de los partidos de
izquierda, ya que los prejuicios de tipo sexual son los más difíciles de superar. (…)
Es difícil decidirse a apoyar o a luchar hombro con hombro con los homosexuales, por aquello de que ‘no vayan a creer que
yo también’. Resabios de sexismo o sexismo puro. Moralismo del opresor, que comparte el oprimido. Como que ese es el
secreto de la fuerza del sistema, el lograr convencer a quienes manipula de que lo que implanta es lo moralmente correcto
para todos: que los hombres sean machos y autoritarios, las mujeres femeninas y sumisas, los niños buenos y obedientes,
los ancianos resignados, los obreros trabajadores, los campesinos humildes, y ¿los homosexuales? ¡Por Dios! esos que no
existan.
Esperanza Brito de Marti, Novedades, 4 de octubre de 1978.
Si nación entera se avergüenza…
Desde el tercer piso del edificio Chihuahua, el espectáculo es extraordinario. Van llegando los contingentes y la manifestación
sigue siéndolo, no acaba de convertirse en el mitin. La plaza se llena y la izquierda unida jamás será vencida pero
persisten discordias y hostilidades, así nadie se inmute cuando —patéticamente— el Frente Popular Revolucionario
despliega su manta con las efigies del Santísimo Quinteto (Stalin incluido). Ovaciones y chiflidos: el rating de los partidos
se va probando y —vaya que los tiempos cambian— el locutor anuncia a “los compañeros del FHAR” (Frente Homosexual
de Acción Revolucionaria) y hay aplausos y siseos, y acto seguido al numeroso contingente del Partido Comunista lo saluda
una numerosa rechifla.
Carlos Monsiváis, Proceso, 9 de octubre de 1978.
Con información recabada en el Archivo histórico del movimiento homosexual en México, 1978-1982. Proyecto de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia y Colectivo Sol, compilado por Marinella Miano Borruso, Juan Jacobo Hernández Chávez
y Juan Javier Gutiérrez Marmolejo.
|