Usted está aquí: lunes 2 de junio de 2008 Cultura Con Psicotrópico, busca Limón la divinidad de las cosas

■ Monta exposición en la Hilario Galguera

Con Psicotrópico, busca Limón la divinidad de las cosas

Merry MacMasters

Psicotrópico no sólo es un título llamativo; también se refiere al estado anímico que rodea buena parte de las pinturas y los dibujos comprendidos en la primera exposición individual de Mauricio Limón (1979), montada en la galería Hilario Galguera, ubicada en Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael.

De acuerdo con Limón, cuando uno pinta después de cierto tiempo entra en un estado que finalmente es un cambio sicotrópico: “En realidad, no es que me meta ninguna sustancia para pintar. Sin embargo, todo lo que me meto antes o después, esas experiencias terminan plasmadas en las imágenes pictóricas y los dibujos”.

–¿Alterar su estado le hace mejor artista?

–No lo sé, consumir drogas para mí es algo importante...

–¿Aunque se prohíba?

–Entre más prohibido, más divertido. No, no es cierto. Hay un espíritu especial por lo que lo hago. Esto como que lo intuí y cuando comí peyote realmente lo descubrí como una cuestión que me marcó mucho. En los rituales y las ceremonias místicas o religiosas, desde los tiempos ancestrales, la relación con el mundo consistía en estar más en contacto con la propia naturaleza o con el entorno mismo, al relacionarte más con seres orgánicos y vivos. Cuando uno está en estados alterados de conciencia surgen divinidades de nuestra propia mente, pero finalmente no puedes quitar que el organismo vivo está proyectándote cierta carga energética. La relación era de venerar a las cosas y generar un respeto mutuo.

“El espíritu por el cual me meto ese tipo de cosas es un poco para seguir descubriendo esta sensación y esta especie de divinidad que se pueden encontrar en las cosas que a veces no tendrían sentido. Con ese tipo de imágenes y trabajo trato de abrir un poco el campo visual que se va perdiendo por nuestra educación. Es decir, nuestro lenguaje nos va codificando cómo es un árbol, cómo son los colores. Los sicotrópicos nos vuelven a abrir este campo y nos vuelven a descubrir un mundo con un campo visual muy extenso, muy rico.”

La muestra comprende varios grandes retratos hechos al óleo, cuyas imágenes femeninas fueron tomadas de revistas de moda. El discurso, apunta Limón, “está mucho más en la textura, el colorido, que puede generar la carne, en relación a una imagen muy estética o muy bien realizada como es un retrato. Hace unos años descubrió una técnica para hacer una varniceta (con lo que se diluye el óleo) que emplea copal, ocote y alumbre, que produce una textura de corteza de árbol”.

Otro cuadro, compuesto de 64 láminas negras, hace referencia a que Limón suele soñar con “insectos extraños y ácidos, de muchos colores, debajo de mi cama”. Aunque reconoce que hubo un arte sicodélico en los años 70, asegura que “desde niño este tipo de formas y colores están conmigo”.

La exposición también incluye varios libros dibujados, desplegables como acordeón, como el que hizo a partir de un electroencefalograma suyo. En vez de una máquina, el propia artista dibuja los registros generados después de “entrar en trance con el paisaje”.

 
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