■ El jueves se inaugura una muestra del canadiense en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo
Jeff Wall, un fotógrafo que no toma imágenes: las experimenta
■ Trabaja escenas individuales, no por series, “para no crear una devoción al tema”
Ampliar la imagen En el proceso de reconstrucción de la imagen desarrollo una especie de libertad artística para recrear el acontecimiento, afirma el fotógrafo canadiense, quien aparece frente a una de sus obras Foto: Cristina Rodríguez
Que salga bien la imagen es “lo único” que le importa al fotógrafo canadiense Jeff Wall (Vancouver, 1946). Así que su “primer acto creativo” consiste en “no fotografiar nada”, es decir, “abstenerse de capturarlo, aunque sí experimentarlo, atestiguarlo, sea lo que sea”. Luego, Wall emprende un proceso “reconstructivo o constructivo”, en el que busca la manera de que la experiencia tenida en torno al tema halle la forma de convertirse en una imagen.
Explica: “Hay cosas que cambian. Por ejemplo, algunos de los temas (de sus fotografías), tal vez hayan sucedido en equis lugar, pero los fotografié en otra parte. Seguido regreso al lugar donde vi todo y pienso: ‘bueno, quizá puedo trabajar aquí’; sin embargo, el sitio ya no me parece el adecuado. En el proceso de reconstrucción desarrollo una especie de libertad artística para recrear el acontecimiento.
“Mi objetivo al hacer esos cambios tiene que ver con dar cuenta de cómo fue experimentado el hecho. La transformación que sucede, ya sea reconstrucción o montaje, busca hacer lo que considero una buena imagen”.
Jeff Wall se titula la selección de las búsquedas más recientes del fotógrafo canadiense, que será inaugurada el jueves 5 a las 20 horas en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. La exposición, su primera en México, consta de sólo 16 imágenes: nueve transparencias a color, colocadas en cajas de luz, y siete impresiones en blanco y negro enmarcadas de manera tradicional, la mayoría creadas entre 2000 y 2007, las últimas de gran formato, con un promedio de seis por ocho pies. Ese mismo día, pero a las 18:30 horas, Wall ofrecerá una plática en el auditorio del museo.
El artista trabaja fotografías individuales, no por series, para “no crear una devoción hacia el tema, lo que reduce mi libertad. No quiero ser un fotógrafo de ese tipo, porque mi devoción es para mis imágenes”.
También le interesa la emoción, elemento relevante en “todo buen arte”. Aclara, sin embargo, que la emoción en sus tomas “no necesariamente es inherente a las personas, sus gestos o sus expresiones. Una imagen puede generar emoción a partir de su composición, sus tonos, la relación de formas, etcétera. La figura tal vez sea sólo parte de esa construcción del sentimiento. Así que me interesa una relación emocional entre el cielo y el horizonte, entre un tono oscuro y otro más claro, entre un elemento vertical y uno horizontal”.
Entre lo real y lo provocado
De niño, Wall pintaba y dibujaba. Siendo adolescente empezó a interesarse por la fotografía “en el contexto del marco de referencia experimental y radical de los años 60 –tenía 18, 19 años–, mediante el arte conceptual y al tratar de involucrarme con lo que sucedía en aquel entonces”. De niño, acota, “me interesaban más los pintores de antaño. Me fascinaba Picasso y los artistas de ese tipo. Eso se mezclaba con mi interés por la fotografía, porque tenía el ejemplo de lo que la pintura podía hacer como arte visual, que siempre influyó en mi manera de ver la foto”.
En 2002, Wall recibió el premio internacional de la Fundación Hasselblad en fotografía. En lo que va del nuevo milenio el artista ha tenido exposiciones en la Tate Modern, en Londres; en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Instituto de Chicago, el Museo de Arte de San Francisco y el Deutsche Guggenheim, en Berlín.
Trabaja tanto a color como en blanco y negro: “Comencé a trabajar en color en los años 70, quería usar blanco y negro, pero no tenía los medios. Tardé mucho en lograrlo. Cuando empecé no tenía cámara, ni estudio, ni equipo de ningún tipo. Cuando podía conseguía el equipo prestado. Poco a poco conseguí esto, lo otro, compré una cámara y después de 15 años conseguí un lugar donde fue posible construir un cuarto oscuro con la finalidad de lograr el tipo de impresiones que quería. Mis fotos en blanco y negro tienen que hacerse de cierta manera y me tomó mucho tiempo realizarlas”.
Con las fotos de Wall, el espectador a veces pregunta si lo que ve realmente pasó o fue provocado: “En muchas de mis imágenes colaboro con las personas, preparo cosas; en ese sentido son lo que llamo cinematográficas, porque están hechas a la manera de las tomas fílmicas. Pero durante ese proceso muchos accidentes tienen lugar, muchos cambios suceden en el proceso de hacer esa película. Así que no existe una línea divisoria real, absoluta, clara entre lo que fue capturado y lo que fue ejecutado. Allí es donde está más ahora la fotografía, trabajando con la indefinibilidad de estos dos polos aparentes”.