Usted está aquí: martes 27 de mayo de 2008 Política Gobernadores tras una tajada de Pemex buscarán influenciar a los legisladores

■ Tejen alianzas para que se les permita crear empresas que se asocien con la paraestatal

Gobernadores tras una tajada de Pemex buscarán influenciar a los legisladores

■ Dentro del PRI se considera que la propuesta podría convertir el petróleo en botín de grupos locales

Arturo Cano

El dinero une lo que los partidos separan. Gobernadores de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional pueden tener todas las diferencias del mundo, pero frente a la reforma de Petróleos Mexicanos (Pemex) les brillan los ojos y se unen: quieren facultades para crear empresas que se asocien con la paraestatal.

Beatriz Paredes, presidenta del PRI, recogió la demanda de los gobernadores de los llamados estados petroleros en su exposición del pasado 13 de mayo cuando expresó que, con la reforma, Pemex deberá tener facultades “para crear las empresas filiales necesarias”, siempre y cuando informe de sus razones al Ejecutivo y al Congreso. Agregó: “los gobiernos de los estados, cuando sea pertinente, podrán participar en paraestatales locales de servicios”.

Incluso dentro del PRI se considera que la propuesta podría convertir porciones de la riqueza petrolera en botín de grupos locales de poder, y que sentaría las bases para la “balcanización” de Pemex.

Uno de los mandatarios estatales que más han insistido en la propuesta es el veracruzano Fidel Herrera Beltrán, quien será uno de los ponentes en el debate del próximo jueves en el Senado. Herrera es de quienes asisten a un debate que no ocurre: en sucesivas expresiones públicas ha dicho, por ejemplo, que “hay coincidencia con las grandes líneas de esta reforma” y “contra de la privatización”.

Herrera ha aprovechado cuanto foro se pone a su disposición para insistir en su demanda. Hace unas semanas aprovechó la ceremonia por el centenario de la refinería de Minatitlán para decir que son seis las entidades que podrían asociarse con Pemex (sociedad, ojo, en la que incluye al sindicato petrolero) para explotar los pozos “marginales que han quedado sin asignación en el presupuesto”.

Del otro lado de la acera, el panista Juan Manuel Oliva, gobernador de Guanajuato, ha adelantado que 18 mandatarios estatales que algo tienen que ver con Pemex (de estados productores o donde existen refinerías u otras instalaciones importantes de la paraestatal) trabajan una propuesta común: “Solicitamos que se incluya a los estados en algunas especies de inversiones para generar empresas de Estado con otras instituciones privadas, públicas, para poder explotar los llamados pozos maduros”, dijo recientemente a la prensa local.

Fieles a los usos y costumbres en la materia, los gobernadores petroleros se quejan de lo poco que les toca de los excedentes petroleros. El guanajuatense Oliva añade que el impuesto de nómina de la refinería de Salamanca “se va al Distrito Federal”.

El jueves venidero Herrera será acompañado por su colega de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, y Oliva por el morelense Marco Antonio Adame Castillo. Por el Partido de la Revolución Democrática estarán el michoacano Leonel Godoy y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, sobre quien apuntarán –apuntan ya– el grueso de los reflectores.

Ebrard, estiman analistas de la vida parlamentaria, centrará su intervención en la necesidad de una consulta nacional para definir el futuro de Pemex y ofrecerá, como ya ha adelantado, hacerla en la capital del país.

Godoy y Ebrard se han expresado contra la reforma, a la que consideran privatizadora. El segundo ha dicho, además, que sus defensores emplean argumentos idénticos a los que se dieron para privatizar la banca. “Es el mismo disco rayado.”

Rayado o no, el disco suena y suma puntos hacia un lado u otro (“cuatro a cero”, ha dicho Andrés Manuel López Obrador). “Califica quien ni siquiera ha participado en los debates”, dicen los panistas, para quienes, sólo ateniéndose a las posturas expresadas en el recinto senatorial, “hay un empate”.

Un empate y tres expropiaciones, se diría. Puesto que ha cobrado carta de naturalización la idea de que Pemex requiere una “segunda expropiación”, ahora de la “tiranía” de la Secretaría de Hacienda que se lleva la mayor parte de los ingresos de la paraestatal en impuesto, el panista Gustavo Madero va más allá: se requiere una “tercera”, dice, para quitarle Pemex a la nomenclatura y al sindicato.

En el ir y venir de marcadores, un sector del PRI se empeña en la construcción del centro imposible. A los priístas les importa tener “propuesta seria y responsable”, frasea el diputado Marco Antonio Bernal, quien se ha puesto crítico de panistas y fapistas, sólo para reconocer una de las realidades de los debates: que los priístas son “meros espectadores” en el agarrón de los “extremos políticos nacionales”.

Uno de esos “extremos” no ha sido invitado al debate, pero el gobernador Fidel Herrera lo ha evocado: “tengo, fíjense qué paradoja, algo que agradecerle al EPR, entre otras cosas porque, después de sus condenables atentados, por fin Pemex nos informó cuánto gas saca de Veracruz. Nunca nos lo habían querido decir”, dijo hace poco en una reunión con intelectuales, según la prensa veracruzana. Y le echó memoria al asunto: “(En Veracruz) hay gente que recuerda a la Huasteca Petroleum con más cariño que a Pemex”.

La postura de los gobernadores, sin embargo, rebasa con mucho los notables hallazgos históricos o la gratitud de Herrera hacia el grupo armado o de los veracruzanos hacia una trasnacional: los mandatarios locales son un peso definitivo en el voto de diputados y senadores de sus estados.

 
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