■ Inseguridad y adicciones, otra de la preocupaciones de Castañeda
Reconstruir proyecto intelectual de la FCPS, plan del director
■ Plantea recuperar tradiciones del conocimiento originadas en esa escuela
Ampliar la imagen Fernando Castañeda Sabido, director de la FCPS Foto: José Antonio López
Sin una amplia renovación de cómo entendemos y aplicamos el conocimiento que generan las ciencias sociales, enfrentamos el riesgo de quedarnos “cortos” en el análisis de una realidad cada vez más compleja que demanda nuevas soluciones, afirmó Fernando Castañeda Sabido, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien destacó que “recuperar el rumbo” de esta institución, implica “sacudirla intelectualmente y hacer oír viejas tradiciones del conocimiento”.
Uno de los retos más urgentes, reconoció, es “darle nueva orientaciones y reconstruir nuestro proyecto intelectual” que permita reflexionar sobre “cómo entendemos la formación de nuevos científicos sociales”.
Dicha tarea deberá impactar tanto en el rubro académico como en el de seguridad, pues afirmó que “desde hace años tenemos un grave problema con el consumo de drogas y alcohol en la facultad, robo e incluso el asalto a mujeres, que si bien se da como parte de un contexto en el que estamos inmersos, sin duda es un tema que debemos atender”.
En entrevista con La Jornada, a dos semanas de su nombramiento para el periodo 2008-2012, afirmó que, pese a la trayectoria histórica que ubicó a la FCPS, como una de las “más importante dentro de la UNAM e incluso en el país, por su peso en la vida pública”, hoy hay quienes preguntan “qué está pasando, si tiene o no el mismo peso, y esto es un reto, porque hay que darle una nueva orientación y presencia en el país”.
–Ante los nuevos retos que enfrenta para la formación de científicos sociales, ¿a qué tradiciones del conocimiento se deberá recurrir?
–Hace 20 años se inició un gran cambio en las ciencias sociales, y no sólo fue un fenómeno de esta universidad, sino en el mundo, y esto ha hecho que tengamos que repensar nuestro proyecto. Con nuevos horizontes sociales, se generaron cambios, incluso en la currícula, porque llegaron muchas tradiciones de la economía, con esto que se denominó macroeconomía, con nuevas ideas sobre el tipo de política pública que debería hacerse, y a medida que eso se desarrolló, muchas de nuestras tradiciones del conocimiento perdieron peso específico en la vida pública del país, y nosotros tenemos que recuperarlas y darles nueva fortaleza
–¿A qué tradiciones del conocimiento se refiere?
–Por citar un ejemplo, tradiciones que en sociología hemos desarrollado en esta facultad, son fuertes y pueden dar respuestas, tienen su propia voz y vamos a hacer que esa voz, esas versiones se escuchen. Si nos vamos lejos, a la prehistoria, está Justo Sierra, su pensamiento, que en la universidad fue muy importante, sobre la evolución política y social del pueblo mexicano.
–¿En qué momento la facultad pudo perder cierto peso en la vida académica y política de México?
–Sin duda todo cambio es un proceso, pero hay momentos de quiebre. Hubo un cambio muy significativo en la vida del país, pero también a escala internacional, cuando en los años 80 hay todo un retorno a la importancia de las decisiones de los sujetos, y se vuelve muy importante cómo actúa en el colectivo, pero a partir de sus propias opciones. Fue el modelo más dominante tanto en términos de política económica como teoría social en los pasados 20 años, y esto cambió parámetros en muchas profesiones, en las currículas de las licenciaturas, en cómo enfrentar muchos problemas, y la facultad se quedó corta en esa discusión, es decir, no es que tuvieran que adoptarse esos modelos, pero tampoco se les hizo frente.
–¿Cómo se puede revertir este escenario?
–Creo que ha llegado el momento de hacer un balance, y no se trata de que sea un análisis personal. Debemos hacer una reflexión crítica, preguntarnos dónde estamos, porque estos modelos se están agotando. Es momento de buscar nuevas formas de reflexionar el mundo y nuestra realidad. Necesitamos abrir la discusión.
–¿Y se ha visto limitada?
–Creo que ha estado polarizada en dos modelos. Uno que quiere negar el llamado modelo neoliberal y otro que quiere defenderlo. Por un lado los neoliberales, y los antineoliberales
–¿Esta división también la percibe en la facultad?
–Intelectualmente así se mueve en el país. Hay un modelo que defiende toda una forma de entender la sociedad, los acuerdos, la democracia, y una forma que la crítica. Creo que ese modelo que defendió de una manera las cosas se está agotando, y el otro, el que lo criticó, sólo se dedicó a eso, y buscó viejos referentes para poder darle fuerza a su argumentación.
–¿Es un llamado a su comunidad a la reflexión?
–No sólo de la facultad, de otras partes. Invito a que desde esta institución muchas personas puedan discutir sobre estos temas, y abrir el debate a muchos otros modelos.
De intelectuales y glamur
–¿Esto podría generar nuevos planes de estudio?
–No necesariamente. Habría que pensar las cosas. No tenemos que reinventar las ciencias sociales. Propongo abrir líneas de discusión. Y habría que pensar si es necesaria una reforma de plan de estudio. En este momento, lo más coherente sería crear nuevas líneas en las disciplinas ya existentes.
–¿Cuáles serían los retos para las licenciaturas que enfrentan mayor demanda?
–En el caso de comunicación, que aglutina casi 50 por ciento de los estudiantes de la facultad, una meta es mejorar indicadores. En eficiencia terminal, que es muy baja, pues de cada 10 alumnos que ingresan sólo tres obtienen el título. Es necesario allegarnos de mayor información con estudios por generación, pero también por trayectoria de egreso, si es que de verdad queremos ser serios cuando discutimos cómo estamos formando a los jóvenes, y reconocer qué les sirve y que no.
–¿Cuál es el perfil de los jóvenes que quieren ingresar a las licenciaturas más saturadas, como es el caso de comunicación?
–Tenemos perfiles muy heterogéneos, pero un dato que no tenemos es por qué eligen esas carreras y qué esperan obtener de esa formación. Por experiencia como docente, puedo decir que si bien hay estudiantes con una vocación intelectual muy interesante, a otros les atrae sencillamente la televisión, cuestiones mediáticas e incluso el glamur.
–En cuanto a la seguridad, ¿qué temas son los más urgentes?
–Sin duda tenemos problemas de seguridad en la facultad. Y tienen mucho que ver con el entorno inmediato y de la propia ciudad. Vivimos con riesgos como robo, incremento en consumo de drogas y alcohol, pero como pasa en el resto del país. Es un problema serio, pero no lo generamos nosotros, somos víctimas del problema, porque los jóvenes, por su propia dinámica, interactúan en otros espacios, porque la universidad sólo es una parte de su vida diaria, y no es aquí donde adquieren esos hábitos.
“Esto tampoco implica que nos deslindemos, pero es poco lo que podemos desactivar desde aquí, lo haremos al estar más pendientes, invitándolos a que no consuman drogas, pero también ofreciendo opciones reales de vida, empleo y de mayores ocupaciones e investigaciones.”