■ El director indio Zubin Mehta provocó la apoteosis en el Palau de las Arts Reina Sofía
Turandot, de Giacomo Puccini, abrió el Festival del Mediterráneo, en Valencia
■ El cineasta Chen Kaige fue el responsable escénico de la ópera, cuya historia se desarrolla en China
Ampliar la imagen Ensayo de la ópera Turandot en el Palau de las Arts, en Valencia Foto: cortesía del Festival Mediterráneo
Valencia, España, 24 de mayo. El Palau de las Arts Reina Sofía de Valencia, un majestuoso teatro diseñado por el reconocido arquitecto Santiago Calatrava para convertirse en uno de los templos de la ópera del siglo XXI, vivió una intensa noche de música. El virtuosismo y la armonía que lograron coro, cantantes y orquesta en su interpretación de Turandot, la última ópera que compuso Giacomo Puccini, se vieron complementados con una escenografía y una dirección de escena limpia y vivaz, que también se alimentó de la tradición oriental de su director, el cineasta chino Chen Kaige.
La primera representación del, a su vez, primer Festival del Mediterráneo de Valencia contó con un cartel de excepción: en la dirección musical estuvo uno de los músicos con más aplausos y reconocimientos del escenario internacional, el indio Zubin Mehta, que sacó lo mejor de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, que desde que la dirige Loorin Maazel se ha posicionado como una de las mejores de España. Durante su larga y prolífica carrera musical, Mehta se ha especializado sobre todo en dos compositores, que son, según sus propias palabras, sus dos músicos favoritos, tanto por la “intensidad” de sus obras como el “dramatismo y la pasión llevada al límite de su música”: Giacomo Puccini y Richard Wagner.
Mehta decidió, por invitación de la promotora cultural alemana Helga Schmidt, asumir la dirección del Festival del Mediterráneo, con el que la dirección musical del Palau de las Arts pretende posicionarse como uno de los templos de la ópera de Europa. A pesar de ser un teatro joven, con tan sólo tres años a sus espaldas, la majestuosidad, belleza e innovación arquitectónica del edificio, le han permitido atraer la atención de lo más virtuoso del panorama lírico internacional.
Así, el primer Turandot del Palau de las Arts se convirtió en un auténtico acontecimiento musical, ya que no sólo la música alcanzó niveles de máxima ejecución sino que sobre el escenario se vio una combinación sui generis entre la escena y la batuta. Es decir, que la música dirigida con autoridad y virtuosismo de Mehta siempre iba acompañada de movimientos sutiles y escenografías acordes a esta historia de tintes dramáticos con la China imperial como telón de fondo. El responsable de la dirección de escena era Chen Kaige, uno de los cineastas chinos más laureados por el público y por los principales festivales, sobre todo a raíz de su película más celebrada, Adiós a mi concubina.
A los enormes talentos de Mehta y Kaige se sumó una cuidada selección de las voces, pero sobre todo la de los tres personajes principales: Calaf, interpretado por el tenor Marco Berti, con una voz calida y potente; Turandot, interpretada por la soprano eslava Maria Guleghina, convertida desde hace unos años en una de las voces más reconocidas en los círculos operísticos, sobre todo por su timbre y su capacidad de superponerse a orquesta y coros, como en este caso. Asimismo fue notable la interpretación de Liú, a cargo de Alexia Voulgaridou, quizá la más aplaudida por el público. También fueron reconocidas las actuaciones de Fabio Previati, barítono, y de Alexander Tsimbaliuk, bajo.
Por Dios y para Dios
Antes de la función, Chen Kaige tuvo un encuentro con la prensa internacional, en la que confesó que Puccini es su músico predilecto y que esta ópera en concreto le ha acompañado durante muchos años de su vida, ya que –recordó– esta obra tiene una historia peculiar en su país, donde estuvo prohibida hasta 1998, cuando se interpretó por primera vez, curiosamente dirigida por Mehta.
Kaige explicó además su visión sobre el presente y el futuro de la lírica: “Estoy convencido de que la ópera existirá siempre, porque es la combinación de la voz humana y los instrumentos. Siempre lo he sentido así, aunque puedo estar equivocado. Soy un gran aficionado a la música clásica occidental. Yo la veo como algo directamente relacionado con la religión; de alguna manera, los que tienen una voz bonita, emiten un sonido creado por Dios y para Dios. Por eso, al escuchar la voz humana y los instrumentos hermosamente combinados, es como si el teatro se convirtiera en una iglesia”.
Al estreno de Turandot acudieron diversas personalidades españoles, entre ellas la reina Sofía, el presidente de la Comunitat, Francisco Camps, y la alcaldesa de la ciudad, Ritá Barberá.
El Festival del Mediterráneo que se inició hoy continuará en los próximos tres meses, con conciertos sinfónicos, más óperas –la siguiente es Siegfred, de Wagner–, danza y zarzuela.