El largo plazo superó al terremoto
La ciudad china de Dujiangyan, cerca de Chengdu, capital de Sichuán (antes la conocimos como Szechuan, región de origen de una comida picosita), está al mismo tiempo muy cerca del epicentro del terremoto. Sí, el de ahora, el grandotote. Y algunas de las primeras noticias que llegaron de Dujiangyan eran sobre varias escuelas derrumbadas, lo mismo que filas enteras de casas y por lo menos un hospital. Todo, con su secuela de muertos.
Pero esta ciudad es también historia. Está en la orilla de un río que, según la fuente de información, se llama Min, Ming o Minjiang. Es afluente del Tangtsé, el mayor del continente. Como en otros lugares de China, en época del monzón, cada cierto número de años había inundaciones catastróficas con las aguas crecidas de este río. Hace 2 mil 300 años decidieron resolver el asunto y lo hicieron con una visión de largo plazo. Construyeron presas bajas y modificaron la forma de las montañas. Para romper las rocas de éstas las calentaban lo más posible y luego, de golpe, las enfriaban con agua para que se “tronaran”. Las montañas, ya con su nueva forma, fueron parte del sistema. No sólo hicieron las grandes obras, sino que dejaron instrucciones escritas en grandes caracteres para su mantenimiento. En especial, ponían acento en el desazolve, en conservar la profundidad del río sacando arena, piedra, basura o lo que hubiera en el fondo.
A partir de ahí se hizo todo un sistema de riego, incluyendo presas, canales y demás. Y el gran mérito de ese proyecto es que hoy, 2 mil 300 años después de su construcción, ahí sigue. Se cambiaron estructuras de bambú, que contenían rocas y chatarra, por concreto. Pero la obra como tal ahí sigue. Quienes hicieron el sistema tuvieron una visión de largo plazo, no sólo en la construcción sino en un sistema sustentable, en el que la gente sigue viviendo y produciendo. Lógicamente, me interesó averiguar qué pasó con el terremoto.
En la búsqueda, vi que el ejército chino ponía especial interés en revisar las presas de la región más afectada por el terremoto. Una presa rota tendría efectos catastróficos. En algunos casos había grietas y se tomaron medidas para la reparación. Y también para que, en caso de riesgo de ruptura mayor, poder evacuar rápidamente a la población que vive bajo la presa. Luego de más búsquedas encontré, en el periódico chino Diario del Pueblo, versión en inglés, del 15 de mayo, en el contexto de la información sobre las presas y los efectos del terremoto, lo siguiente: “Otro proyecto hidráulico clave de Sichuán, el sistema de irrigación de Dejiangyan, que data de hace más de 2 mil años, fue reportado como seguro después del terremoto del lunes”.
Este terremoto que tantos daños causó en esa ciudad no alcanzó a afectar esa obra milenaria. Ya antes vi que no había daños en la presa de Tres Gargantas, la mayor del mundo, y la verdad no me extrañó: su concreto reforzado tiene un espesor de cien metros, aproximadamente la longitud de un lado de la plancha del Zócalo. De modo que incluso con sus dos kilómetros y medio de longitud está seguro. Además, Tres Gargantas está a cientos de kilómetros del epicentro del sismo.
Se ha considerado al sistema de presas y riego de Dejiangyan como antecedente de Tres Gargantas. En este último caso, también las inundaciones, en promedio cada diez años, habían sido catastróficas. Pero ahí ya no era afluente, era el mero Yangtsé. A lo largo de los 2 mil 300 años las inundaciones de este río mataron a millones de chinos. Sólo en el siglo XX fueron más de 300 mil. Y la última inundación, en 1998, aunque ya no provocó tantos muertos por el desarrollo de los sistemas de evacuación y rescate, causó daños de 20 mil a 30 mil millones de dólares. Lo que costaría la presa de Tres Gargantas, el más caro proyecto de construcción de la historia. De modo que viendo hacia un futuro no lejano, aceleraron el trabajo y activaron el desarrollo del proyecto, los preparativos, y en 2003 empezó la obra. Dejiangyan era la muestra viviente de que no sólo se podía hacer algo así (claro, la obra anterior fue en mucho menor escala) sino que el resultado podía durar mucho tiempo. La presa propiamente dicha de Tres Gargantas ya está terminada e impidió que el año pasado, con monzón intenso, hubiera inundaciones. Las otras obras del proyecto se terminarán en 2009.
Creo que la visión de largo plazo en China tiene más ejemplos en otros terrenos. Hace años, cuando tuve oportunidad de visitar un museo, relativamente pequeño, que había o hay en el palacio de la Ciudad Prohibida, lo que más me llamó la atención fue una especie de multiescultura. Tenía montañas con terrazas para riego y preservación de la calidad del suelo, y en las montañas había muchos hombres y animales domésticos, hecho cada uno con mucho cuidado. Resulta que la obra la inició un artesano; murió y continuó su hijo, el cual antes de terminarla también falleció, y el nieto concluyó la obra. Lo primero que pensé fue: ésta sí fue visión de largo plazo.
Esto, a su vez, me recordó un cuento que citaba, creo, Mao Tsetung –así se escribía entonces. El título era El viejo tonto que movió la montaña o algo parecido. El viejo tenía enfrente una montaña que estorbaba la entrada y salida a su casa, y dijo que la iba a quitar. Las otras personas que estaban ahí se burlaron; le llamaron viejo tonto y le dijeron que nunca lo podría hacer. El viejo les contestó que trabajaría para ir quitando la montaña; que cuando muriera, sus hijos seguirían; y luego sus nietos y los descendientes que fueran necesarios hasta quitarla. Y que entonces la montaña dejaría de estorbar. Es clara la similitud con la obra de arte de la Ciudad Prohibida. Y Mao, a lo largo de 25 años de guerras, al principio y al final guerras civiles y enmedio la invasión japonesa, quería mostrar, con este cuento, la importancia de ver el largo plazo.
Por lo pronto, la visión de largo plazo en Dejiangyan pudo más que el terremoto. Cuando haya oportunidad, nos ocuparemos más en detalle de Tres Gargantas y algunos rasgos que me parecen importantes para nosotros.