Usted está aquí: miércoles 21 de mayo de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Lazos de chantaje en la capital

■ El riesgo de convertirse en cómplice

Es verdad, la ciudad de México no es una isla independiente de lo que sucede en el país, y en un sistema presidencialista como el que tenemos, menos aún, porque buena parte de su vida depende de los quehaceres de la Federación.

Esas ataduras que deberían servir como correas de transmisión para establecer mejores formas de gobierno, están convertidas en lazos de chantaje que pretenden someter las posturas políticas de Marcelo Ebrard a los intereses de un gobierno que sobradamente ha demostrado su ineficacia para conducir al país a destinos mejores que los actuales.

Los ejemplos sobran, baste citar la desigualdad en el reparto de las participaciones federales hacia los estados de la República, o los impedimentos de la Secretaría de Educación Pública federal para impulsar los planes que buscan mejorar la situación de los alumnos y maestros en el DF, o de las descalificaciones que desde la Secretaría de Trabajo federal se quieren montar sobre la labor que a favor de los desempleados se realiza en la capital, pero además, el pleito sostenido entre las instancias encargadas de la distribución y desalojo de las aguas, potables y negras, en la ciudad.

Es evidente entonces que desde las instancias federales se busca obstaculizar el desarrollo de los programas gubernamentales en la ciudad. Hasta ahora buena parte de los funcionarios del gobierno capitalino están en la total disposición de acordar con sus pares los trabajos que den lugar a una coordinación en beneficio de la ciudad, pero esa actitud empieza a mirarse como debilidad o contradicción en el discurso del jefe de Gobierno.

¿Para qué mantiene el Ejecutivo local una postura propensa al continuo chantaje y a las presiones si sus secretarios, su círculo más cercano, se encargan de lograr acercamientos constantes con el gobierno federal, que en algunas ocasiones no son nada más reuniones de trabajo?

Las respuestas también son muchas, pero la mejor será siempre la de no ser cómplice de un gobierno que además va en picada, y aunque se suponga que la relación de algunos miembros del gabinete del Gobierno del Distrito Federal con los de la cartera federal, mina o menoscaba la postura del Marcelo Ebrard, a estas alturas un cambio de manera de pensar o actuar frente a la realidad sería un suicidio político para el jefe de Gobierno.

En lo que sí se debe tener cuidado es en los pasos que en nombre del trabajo o la coordinación dan los funcionarios del gobierno de la ciudad, porque todas las fisuras que presente el dique levantado por el Ejecutivo local sirven a la perfección para que por ahí se cuele la cizaña azul con que se quiere infectar al Distrito Federal. Así que ojo, mucho ojo.

De pasadita

Se dice cada vez con tono más alto que Renato Sales, ex procurador del DF encargado del caso Digna Ochoa y que cayó en la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia del PRD, es asunto cooptado por Nueva izquierda, que le ofreció una magistratura en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, a cambio de reconocer a Guadalupe Acosta Naranjo en la presidencia nacional interina del sol azteca.

Para su ex jefe, Bernardo Bátiz, tal afirmación o cuento no tiene cabida. Él asegura que Sales actuó como nadie esperaba que lo hiciera en el PRD, apegado a la ley, y que por eso merece toda su confianza. ¿Seguro, maestro?

 
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