¿Cuándo llegamos a Copenhague?
El Protocolo de Kyoto es el principal instrumento internacional para intentar frenar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Expira en 2012 y, por esa razón, las partes de ese tratado acordaron en diciembre de 2007 iniciar un proceso de negociaciones para definir y firmar un acuerdo sucesor. Ese nuevo tratado debería estar listo a finales de 2009 para recibir los toques finales en una reunión en Copenhague.
Es decir, faltan 18 meses para negociar el tratado más complejo e importante en la historia de la humanidad. Para imprimirle un sentido de urgencia a la situación, Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco sobre Cambio Climático (UNFCCC) ha dicho que “el tren para Copenhague ya salió”. Está por verse si llega a su destino a tiempo. Nada más incierto.
El itinerario incluye varias escalas. La primera fue Bangkok, donde en abril pasado se reunieron delegados de 162 países para continuar el duro diálogo que tuvo lugar en Bali (diciembre 2007). Se acordó que los mecanismos de desarrollo limpio, la implementación conjunta y los mercados de emisiones de carbono seguirán siendo parte medular de un tratado sucesor. Eso se supone es un logro por enviar una señal de continuidad al mundo de los negocios y permitirle planear mejor sus inversiones. En realidad, eso es comenzar con el pie chueco, porque esos mecanismos no han servido para alcanzar las débiles metas de Kyoto. Quizás hasta han servido para evadirlas.
La siguiente reunión será dentro de dos semanas en Bonn. Aquí se dedicará especial atención a la ayuda financiera y el desarrollo tecnológico. Tradicionalmente estos asuntos han sido objeto de mucha retórica, pero a la hora de los resultados no hay mucho que enseñar. Y es que en las negociaciones se estila hablar de cooperación y transferencia de tecnología, pero en la realidad la ayuda al desarrollo se ha desplomado y la tecnología es monopolizada cada vez más por los acuerdos sobre propiedad industrial.
En agosto tendrá lugar otra reunión para hablar sobre mitigación y deforestación en países subdesarrollados. Son temas importantes, especialmente cuando el mundo vive una crisis de precios de alimentos debido a la destrucción de los sistemas de producción y comercialización de comestibles en los países pobres. Pero apuesto dos a uno a que la conferencia no relacionará el abandono del objetivo de soberanía alimentaria con la deforestación.
Finalmente, en diciembre se celebrará en Poznan la décimocuarta conferencia de las partes de la UNFCCC. El plato fuerte será la definición de metas de largo plazo para la reducción de gases invernadero. Para entonces las delegaciones deberían estar dispuestas a contribuir de manera positiva con compromisos sólidos, porque ya no hay lugar para titubeos.
En Bali las delegaciones tenían los datos del cuarto Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), según el cual (www.ipcc.ch) la concentración de CO2 (el principal gas invernadero) en la atmósfera alcanzaba en 2007 las 379 partes por millón (ppm). Pero en abril la Agencia de la Atmósfera y Océanos (NOAA) colocó esa concentración en 385 ppm. Según NOAA, el crecimiento de la concentración se ha acelerado con respecto a los años ochenta cuando aumentaba a raíz de 1.5 ppm por año. En 2007 la concentración de CO2 se incrementó con 2.4 ppm.
Una meta compartida por muchos es estabilizar las concentraciones de CO2 en 350 ppm. Pero lo más probable es que ese tren ya se nos fue. Lo peor es que según NOAA las emisiones de metano (otro GEI) en el 2007 aumentaron en 27 millones de toneladas, rompiendo un periodo de diez años en el que habían permanecido estables. Miles de millones de toneladas de metano se encuentran atrapadas bajo la tundra del Ártico, y con el aumento de la temperatura esos depósitos podrían ser liberados con efectos multiplicadores sobre el calentamiento global. Es prematuro afirmar que eso es lo que está sucediendo, pero de ser así nos esperarían sorpresas realmente desagradables, para usar la fraseología del IPCC. Para seguir con la metáfora, muchas señales indican que el tren a Copenhague llegará demasiado tarde.