■ Está cerca del BM y lejos de los sentimientos de la nación, lamenta Jiménez Espriú
El plan calderonista, insuficiente en lo económico e ignorante en lo histórico
■ Las iniciativas son discutibles desde el punto de vista técnico y sin sensibilidad política, afirma
Ampliar la imagen Senadores, diputados y asistentes al segundo foro de debate sobre las iniciativas de reforma petrolera, aplauden al concluir el discurso de Javier Jiménez Espriúl Foto: José Carlo González
Ampliar la imagen Los legisladores panistas Jorge Ocejo, Gustavo Madero y Juan Bueno, durante las discusiones en la casona de Xicoténcatl Foto: José Carlo González
Qué lamentable que las iniciativas de Felipe Calderón encaminadas a privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex) “estén tan cerca de las recomendaciones del Banco Mundial y tan lejos de los sentimientos de la nación”, advirtió el ex director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Javier Jiménez Espriú.
Al participar en el segundo foro de análisis sobre la reforma de Pemex, sostuvo, “con plena convicción”, que la propuesta del Ejecutivo federal es “insuficiente en el análisis económico, discutible desde el punto de vista técnico, inconsistente en el aspecto legal, ignorante de contenido histórico y ayuna de sensibilidad política”.
Con una amplia trayectoria en la academia y en la función pública, que incluye haber sido secretario general de la UNAM, subdirector de Comercialización de Pemex y subsecretario de Comunicaciones y Transportes, al presentar su ponencia mantuvo al auditorio sin pestañear de principio a fin. Desmenuzó los “datos sesgados”, el lenguaje engañoso y “algunas verdades a medias”, que son “mentiras dolosas” de una propuesta privatizadora.
Jiménez Espriú dijo que mediante reformas a leyes secundarias, como se hizo con el sector eléctrico –en tiempos en que el diputado panista Felipe Calderón reconoció que eran inconstitucionales–, se pretende poner en manos de particulares refinerías y la propiedad de oleoductos, lo que significa entregar a los poderosos de siempre los eslabones fundamentales de la cadena de valor de la industria petrolera.
Alertó sobre los contratos de riesgo, presentes en las iniciativas de reforma de Calderón, para beneficiar a trasnacionales y su impacto en la ingeniería mexicana, así como en las posibilidades de desarrollo tecnológico y científico del país.
Si la reforma es aprobada, sostuvo, “podemos decir que dentro de 20 años, en lugar de disponer de las tecnologías que nos hacen falta, “¡la ingeniería y la tecnología mexicana ya no estarán más!”
Preguntó al auditorio reunido en el patio central de la Cámara de Senadores: ¿qué hará una nación como México sin ingeniería y sin desarrollo tecnológico propio?, ya que se transferirá al extranjero la formación del capital intelectual.
Él mismo respondió: “Seguramente otra vez cambiar vidrios y espejos por los frutos de nuestras entrañas –del crudo a la mano de obra barata–, aunque ya no usemos penachos con plumas ni obtengamos nuestros títulos y grados en el calmécac.”
Recalcó que no se ha aprendido una lección fundamental, que “la autodeterminación tecnológica y, por ende, el apoyo al desarrollo de la ciencia y la tecnología son cuestiones de supervivencia nacional”, pero “se han ido cancelando por ignorancia, por soberbia o por intereses discutibles”.
De entrada, resaltó que las iniciativas de Calderón no toman en cuenta que Pemex no es una industria común, sino “una entidad símbolo que se encuentra enraizada en el alma de los mexicanos, el emblema de la soberanía nacional”.
Recalcó que no pueden aceptarse “como dogmas de fe las menciones oficiales de que con la propuesta Pemex se fortalece, que no hay contratos de riesgo en la misma, que no hay privatización, que los hidrocarburos son y seguirán siendo sólo de los mexicanos, y que no hay otra forma de incrementar nuestra capacidad de ejecución si no es con numerosas alianzas estratégicas”.
Los contratos de riesgo, insistió, están planteados en los artículos cuarto de la iniciativa de reforma a la ley reglamentaria del 27 constitucional, 45 y 46 de la propuesta de nueva ley orgánica de Pemex, entre otros, donde además se autoriza suscribirlos por asignación directa, discrecional e incluso confidencial.
“O sea, compartir la renta petrolera en beneficio de los poderosos de siempre y en detrimento de los dueños legítimos del recurso.”
Jiménez Espriú dijo que no exterioriza, “porque se opone a los intereses de quienes pretenden abrir la industria petrolera a la iniciativa privada, que Pemex está técnicamente quebrada a propósito, con una cortedad de miras inaceptables y sin consideración de su potencial ni de su importancia para el desarrollo de este país”.
Es “la única petrolera del mundo a la cual sus administradores no le han permitido aprovechar los recursos excedentes del boom del precio del petróleo para atender sus deficiencias y rezagos”.
Se cuenta, agregó, “con tantas posibilidades de explorar y encontrar petróleo y gas en el territorio y en aguas someras como en las grandes profundidades del océano, que la urgencia de ir al fondo del mar es sólo de los interesados en la participación privada en Pemex y no de la razón técnica, ni de la planeación estratégica”.
Si fuera verdad que no tenemos ni la capacidad tecnológica ni el dinero, “cierto es que tenemos el petróleo y quien tiene el petróleo puede poner las reglas del juego para adquirir la tecnología y obtener el dinero”.
Sostuvo que “estamos a tiempo para seguir preparando nuestros ingenieros y técnicos, algunos de los cuales lo están haciendo a pesar de la poca voluntad y aliento de los políticos, y estarán en condiciones para adquirir la tecnología, en términos de desarrollarla, comprarla o asimilarla, con acuerdos comerciales”.