La Asamblea Legislativa del Distrito Federal terminó el presente periodo ordinario de sesiones sin discutir en el pleno una iniciativa de ley para reconocer el derecho a la reasignación de identidad de género, una lucha fundamental para la comunidad transexual.

La propuesta, presentada por el Partido Alternativa Socialdemócrata, fue ampliamente trabajada con miembros de la comunidad trans de la ciudad y respaldada por sexólogos, abogados y otros especialistas en el tema. El resultado fue una iniciativa que recibió, incluso, buena acogida en los medios pero que no contó, en contraste, con los acuerdos necesarios para llegar al pleno, pese a la cómoda mayoría de izquierda. Desde la derecha no ha habido más rechazo que el silencio, ninguna voz estridente de condena o mensajes moralizantes como en otros casos de leyes polémicas.

Además de la posibilidad de modificaciones de nombre y de sexo en los documentos oficiales, la iniciativa original obligaba a los servicios públicos de salud a proveer tratamientos hormonales y a realizar reasignaciones quirúrgicas a quien lo solicitara. No ha habido sensibilidad para un avance de tal envergadura: “No hay presupuesto y tenemos otras prioridades médicas”, consideró el Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard.

Se ha dicho, cada vez con más desánimo, que el próximo periodo de sesiones se abordará el tema. Congelar un tema fundamental de derechos humanos hablaría mal de un legislativo que ha dado muestras de su ánimo progresista, como en el caso reciente de la despenalización del aborto.

Pese a las reticencias políticas, la realidad hace mucho que desbordó la rigidez legislativa, prueba de ello es el ánimo de discusión al interior de la comunidad trans y la visibilidad de este colectivo y de sus demandas. En ambos casos se trata sin duda de grandes avances ciudadanos.