Usted está aquí: jueves 8 de mayo de 2008 Cultura Julieta Campos participó en su homenaje póstumo

■ La escritora prestó su voz a Monsi

Julieta Campos participó en su homenaje póstumo

Arturo Jiménez

Y después de dos días de haber cumplido 70 años, el escritor Carlos Monsiváis retomó bríos y regaló un texto, que a la vez era creación y recreación, y ensayo y ficción y gozo, en homenaje a la escritora Julieta Campos, fallecida en septiembre pasado en la ciudad de México.

En torno a ella, nacida en La Habana en 1932 –y luego de enlistar en primera persona los nombres de escritores cubanos como Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Reynaldo Arenas y muchos más, como si él, Monsiváis, fuera todos ellos–, el setentañero engarzó:

“... Y me llamo Julieta Campos, y desde la observación de la literatura francesa, que era el lenguaje de la elite cubana (...), y desde mi arraigo y mi comprensión y redescubrimiento de mis intereses profundos en México, he escrito este libro, La forza del destino, sobre Cuba y sus tiempos históricos, y el ir y venir de las circunstancias y los gobiernos y los personajes.”

Junto a Monsiváis, en la Librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica, la noche del martes, estaban Sealtiel Alatriste, Denise Dresser, Fabienne Bradu, recién condecorada con la Orden Mexicana del Águila Azteca. Y seguramente estaba también la misma Julieta Campos, como al frente, en la primera fila del público, estaba su esposo, el ex gobernador de tabasco, Enrique González Pedrero.

La convención había sido la siguiente, según la escritora en la voz del escritor: “Me llamo Julieta Campos, y por esta ocasión, por esta única ocasión, voy a dejar que me interpreten, aunque sea usted Monsiváis, aunque sea usted”.

Y Campos, en esa voz prestada a Monsiváis –o viceversa–, abundó sobre La forza del destino: “Un libro distinto por entero a lo que escribí sobre la irrupción de los gatos en mi lucha a favor y en contra del espíritu romántico. Distinto a Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina. Muy diferente a ¿Qué hacemos con los pobres?, un gran ensayo a la vez utópico y pragmático, alejado de mis escritos sobre Tabasco, un jaguar despertando, al que hoy ahoga la corrupción”.

Y luego de imaginar Monsiváis –y también Julieta Campos– que además se llaman Olga Guillot o Elena Burke o Benny Moré, el escritor y la escritora siguieron con su recreación:

“No sé cómo decirle a Julieta Campos, si en algún momento estoy y estamos en su prosa, cómo le digo a usted, doña Julieta, que el usted no queda bien en la isla. El tú es el viaje de un lado a otro de la confianza a la indiferencia. El tú de los disidentes y las damas de blanco, y el usted reservado al comandante que recién ganó el premio nacional de periodismo de Cuba.

“Y de nuevo me llamo José Lezama Lima, y deseoso es aquel que huye de su madre. Y me llamo Fidel Castro. Y hace bien Carlos Monsiváis, o creo que hace bien, el recordarle a Julieta Campos que en La forza del destino el comandante Castro es la continua toma de protesta del imaginario colectivo a cargo de una sola persona.”

Repensar todo, rechazar la fatalidad, “rechazar el encierro de la nación”, dijeron Monsiváis y Campos, quien así pudo participar en su propio homenaje.

 
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