Usted está aquí: jueves 8 de mayo de 2008 Mundo Putin deja la presidencia rusa en manos de Dimitri Medvediev; conserva el poder

■ El mandatario saliente asume hoy el cargo de primer ministro con facultades ampliadas

Putin deja la presidencia rusa en manos de Dimitri Medvediev; conserva el poder

Juan Pablo Duch (Corresponsal)

Moscú, 7 de mayo. Tras ocho años al frente de la segunda potencia nuclear, que también es el país más extenso y el principal exportador de hidrocarburos del mundo, Vladimir Putin dejó el Kremlin en manos de Dimitri Medvediev, su fiel colaborador desde 1991 cuando coincidieron en la alcaldía de San Petersburgo y sucesor designado en medio de una soterrada lucha de los clanes por el poder, quien este miércoles tomó posesión como presidente de Rusia.

Empieza de este modo una nueva etapa aquí y, por contradictorio que pudiera parecer, aún dista de concluir la anterior.

Rusia tiene formalmente un nuevo jefe de Estado, pero en la práctica la toma de decisiones se traslada del Kremlin al gobierno, que a partir de este jueves encabezará el propio Putin como primer ministro con facultades ampliadas y como presidente del partido Rusia Unida, el cual supera con 15 diputados la mayoría calificada de dos tercios en la Duma.

En circunstancias normales, las reglas del juego en la política rusa establecen que el presidente controla el sistema de poder; ahora, el sistema de poder creado por y para el primer ministro va a controlar al presidente.

Sería injusto y erróneo considerar que se asigna a Medvediev el papel de simple títere. El nuevo presidente no sólo es pieza fundamental del sistema de poder forjado por el anterior mandatario, sino el hombre de mayor confianza en el entorno de Putin al grado de que éste le confío desempeñar una posición por encima de la que se reservó para sí, lo que convierte al antiguo subordinado en repentino superior formal.

En los hechos, y en tiempo indeterminado, a imagen y semejanza de su escudo nacional con un águila de dos cabezas, gobernará Rusia un Ejecutivo bicéfalo, mancuerna en que, sin embargo, el nuevo titular del Kremlin tendrá voz, pero no la última palabra en la formulación de la política rusa.

Medvediev, más bien, deberá asumir como propias, y muchas veces legitimar en su calidad de mandatario, las decisiones que imponga el sistema de poder encabezado por Putin, el único capaz de mantener los equilibrios entre los distintos clanes que cobijó desde la presidencia.

No es tan claro, en cambio, hasta cuándo permanecerá Medvediev bajo la tutela de Putin. Porque sólo ellos dos saben si Putin se propone o no regresar al Kremlin en 2012. Y de esta cuestión clave, a partir de ahora, depende el papel de ambos en el quehacer político interno de Rusia.

Medvediev se convirtió en formal sucesor sólo debido al impedimento constitucional para cumplir un tercer periodo presidencial consecutivo y a que Putin no quiso modificar la Carta Magna, a pesar de que ello no habría encontrado mayor objeción en la sociedad.

La mayoría de los rusos, que atribuyen a Putin haber revertido el caos que provocó el colapso de la Unión Soviética, el crecimiento sostenido de la economía y una política exterior con reivindicaciones de gran potencia, relega a segundo plano las críticas foráneas y de la oposición por los retrocesos de la democracia en Rusia, sobre todo en materia de libertad de expresión y derechos humanos.

Por lo mismo, nada prohíbe a Putin, al término del primer mandato de Medvediev, buscar apoyo en las urnas para estar otros dos periodos en el Kremlin, con más razón si se cumplen los rumores de que la Duma podría ampliar a siete los años de un periodo de gestión presidencial, actualmente de cuatro, ya el siguiente otoño.

Al seguir activo en la política, además como una suerte de súperjefe de gobierno y de partido mayoritario en el Parlamento, Putin apuntala la versión de que tiene en mente un retorno triunfal al Kremlin en cuatro años, aparte de que su formal sucesor es, finalmente, 13 años más joven y siempre puede tomar el relevo cuando su mentor se retire de verdad.

Por lo pronto, la ceremonia de toma de posesión de Medvediev, marcada por la pomposidad de rigor, no arrojó algún dato que ponga en entredicho lo que los medios locales presentan como total entendimiento del tándem formado por el presidente y el primer ministro, una fórmula de gobierno inédita en la historia de Rusia.

 
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