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■ CSG echa la bolita a todos menos a sí mismo
Parece que el desplome de reservas internacionales durante su último año en Los Pinos constituye un agudo dolor de cabeza para Carlos Salinas de Gortari (La década perdida), porque responsabiliza a su sucesor de tal acontecimiento y echa la bolita a todos, menos a sí mismo.
Información del Banco de México –más precisa que la aportada ayer por mi memoria– revela que 1994 arrancó con 24 mil 978 millones de dólares en reservas internacionales. El 15 de febrero, ya con el alzamiento zapatista en la agenda nacional, sumaban 29 mil 228 millones, su máximo en el gobierno salinista, para de allí desplomarse a 12 mil 484 millones el 30 de noviembre. Treinta días después sólo llegaban a 6 mil 148 millones.
Así, en 1994 se “perdieron” 23 mil 80 millones de dólares en reservas internacionales: 72.5 por ciento de ellos correspondieron al gobierno salinista y 27.5 al zedillista. Entonces, como ayuda de memoria, reproduzco el texto (Pérdida de reservas: la versión de Mancera) que publiqué el 4 de febrero de 1995, obviamente en La Jornada:
La junta de gobierno del Banco de México envió hace pocos días al Congreso de la Unión y al presidente Ernesto Zedillo la Exposición sobre la política monetaria para 1995, en la que no sólo expone la estrategia a seguir en ese renglón durante el presente año, sino que analiza las causas que, desde su muy particular óptica, provocaron el desplome vertical de reservas internacionales del país a lo largo de 1994.
El documento parece concluir que en lo económico “todo iba bien hasta que algo salió mal”, pero en lo político involucra a ciertos personajes que ocuparon cargos relevantes en el gabinete de CSG como causantes –directos o indirectos– de la pérdida masiva de reservas internacionales en 1994. Igualmente, de una u otra forma, reivindicaría al EZLN –por lo menos en su etapa inicial de enero de 1994– como elemento generador de confianza y acumulación de reservas.
El Banco de México involucra, sin llamarles por su nombre, al ex secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, y al ex subprocurador general de la República, Mario Ruiz Massieu, como presuntos responsables de la pérdida de 6 mil 615 millones de dólares de reservas internacionales en dos periodos: la tercera semana de junio y la tercera semana de noviembre de 1994.
Dice que “ciertos hechos políticos y delictivos coincidieron con las etapas en las que el tipo de cambio llegó al techo de la banda (de flotación) y, consecuentemente, se perdieron reservas (internacionales)”.
Dos de los cuatro “hechos políticos” referidos son la renuncia del secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, en la tercera semana de junio, y su regreso triunfal luego de aceptar la invitación presidencial de continuar en su cargo. De acuerdo con la tesis expuesta por el BdeM, el efecto político derivado de ese hecho se prolongó, por lo menos, hasta mediados de julio, lo que provocó, entre una fecha y otra, que el nivel de las reservas internacionales de México se redujera 2 mil 902 millones de dólares.
El segundo “hecho político” se refiere “a las denuncias y renuncia” (en realidad fueron dos: al PRI y a la PGR, en ese orden) del ex subprocurador general de la República, Mario Ruiz Massieu, realizadas una semana antes de que concluyera el sexenio del todavía candidato a la presidencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC). En este contexto, el BdeM revela que la actitud asumida por el ex funcionario le costó al país 3 mil 713 millones de dólares en reservas.
La tesis de la junta de gobierno va más allá y sostiene que la fuga de capitales “no es sorprendente, pues eventos políticos y delictivos, como los ocurridos en 1994, tienden a reducir abruptamente el rendimiento esperado, ajustado por riesgo, de invertir en el país; ello, aunado a la mayor movilidad actual del capital, provoca ajustes de cartera de gran rapidez y magnitud, virtualmente imposibles de contrarrestar mediante alzas en las tasas de interés”.
Dos situaciones políticas concretas registradas en 1994 redondean el argumento descrito por el BdeM: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en marzo (con repercusiones hasta mediados de abril), y la “hostilidad intensificada” del EZLN en la segunda semana de diciembre.
Ambos acontecimientos habrían costado al país 11 mil 937 millones de dólares en reservas internacionales: 10 mil 388 millones adjudicados a la muerte del candidato priísta y mil 549 millones a la actividad del EZLN.
El organismo bancario menciona que “en respuesta a graves hechos delictivos, como el secuestro de un prominente banquero (Alfredo Harp Helú) y, sobre todo, el asesinato del candidato del PRI (LDC), el incremento del tipo de cambio se exacerbó en marzo y durante el resto del año se mantuvo cercano al techo de la banda (de flotación), y en ciertas etapas lo alcanzaba”.
Sin explicar por qué, el BdeM deja a un lado otros hechos “delictivos” y políticos registrados en 1994, como el levantamiento armado del EZLN el primer día del año, el secuestro del vicepresidente del Grupo Gigante, Angel Losada en abril, y el asesinato del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre, o el erróneo manejo de la política cambiaria por parte del ex secretario de Hacienda, Jaime Serra, en diciembre de 1994.
Paradójicamente, la irrupción del EZLN en la vida política del país–-de acuerdo con el BdeM– se habría convertido en un elemento macroeconómico positivo, pues las reservas internacionales mostraron un crecimiento cercano a 4 mil millones de dólares entre el primero de enero y principios de marzo.
El hecho es que el saldo de las reservas internacionales comenzó a mostrar signos de preocupante deterioro a partir del secuestro de Harp Helú, y un manifiesto y sostenido desplome a raíz del asesinato de Colosio, situación que no ha mostrado mejoría hasta la fecha (febrero de 1995), pues dichas reservas suman solamente 3 mil 188 millones de dólares.
Todo indica que Salinas “olvidó” incluir cierta información en La década perdida.
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