■ Deslumbrante escenificación de El viaje de invierno, de Yoshi Oida, en San Luis Potosí
El ciclo magistral de lieder para voz y piano de Schubert flotó en un jardín zen
■ Los poemas de Müller, inmortalizados por el autor austriaco, dejaron las salas de concierto
Ampliar la imagen Rebeca Samaniego e Irasema Terrazas en una escena del montaje de Yoshi Oida, la noche del domingo, en el Teatro de la Paz de SLP Foto: Pablo Espinosa
San Luis Potosí, SLP, 5 de mayo. En el espacio en blanco de la evocación sucede el viaje. La música de Schubert conduce la ruta introspectiva que se tiende como un sueño de escenas que parecen recurrentes pero que en realidad estallan en una serie de revelaciones. La metáfora del capullo que se vuelve mariposa para ser libre la convierte Yoshi Oida en imágenes invisibles de la flor en su florear. De esta manera vemos y escuchamos el ciclo magistral de lieder para voz y piano de Franz Peter Schubert flotando en un jardín zen.
La noche del domingo se estrenó en la capital potosina Die Winterreise (El viaje de invierno), ciclo de poemas de Johann Ludwig Wilhelm Müller (1794-1827) que inmortalizó Schubert (1797-1828) y que hasta ahora había fungido como vehículo para el éxtasis en las salas de música de cámara y en las discografías exquisitas de tenores.
Desde hace unos meses, esta obra maestra adquirió una dimensión más allá de lo sublime, cuando el maestro japonés Yoshi Oida, compañero de viaje de Peter Brook, la puso en escena en el transcurso del Fórum Universal de las Culturas Monterrey 2007.
Desde entonces ha sido aclamada en otros foros: el Teatro de la Ciudad de México, el Teatro Calderón de Zacatecas y ahora el Teatro de la Paz, en la segunda jornada y –desde ahora se sabe– la mejor del octavo Festival de San Luis.
Escenografía de Alejandro Luna
Para este montaje magistral, Yoshi Oida contó con la complicidad del maestro mexicano Alejandro Luna, quien diseñó una escenografía extraída de muchos sueños y una iluminación zen.
El equipo de músicos resultó inmejorable: el tenor Fernando de la Mora, la soprano Irasema Terrazas, el barítono Oscar Martínez, el bajo Daniel Cervantes y la pianista Guadalupe Parrondo.
El resultado es deslumbrante. Una apoteosis de la belleza en flor. La recuperación de la melancolía como un motor de vida y no como esa fuerza tanática de lastre a la que había sido reducida la noción del arte del romanticismo y del Sturm und Drang.
Logra tal esplendor este montaje escénico-musical, que el espectador muy bien puede imaginar puestas en escena de obras capitales semejantes, como los ciclos de canciones de Hugo Wolf e inclusive los de Gustav Mahler. Ecos y espejeos de las Canciones de un caminante pueden observarse aquí. Y si nos vamos al extremo, este equipo tiene la capacidad infinita de acometer obras colosales como la mismísima Das Liede von der Erde. De tal tamaño es el entusiasmo que despierta este logro artístico monumental.
En escena, los personajes de Wilhelm Müller se encarnan en los personajes de Schubert se encarnan en la entraña de la emoción en flor. El manantial de imágenes e ideas puede remitir por igual a la idea borgeana de El Otro que al gineceo magnífico de los lotos butoh, el agua veédica congelada en la matriz Mittel Europa.
Fluye de manera vaporosa la continuidad de escenas como siguiendo un orden onírico, un fasto de epopeya apenas con los elementos minimales del genio de Oida germinado en este equipo mexicano de primer nivel mundial.
La belleza de la música sin palabras de Schubert en el piano se hermana con la belleza de la música canora se hermana con el resplandor de la escena límpida en su trazo, pura en su concepto.
Un hito mundial sucedió la noche del domingo en San Luis Potosí. Albricias.