■ Obama o Clinton ganarían al candidato republicano si los comicios fueran ahora: sondeo
Hoy, otra batalla demócrata con elecciones primarias en Carolina del Norte e Indiana
Ampliar la imagen Barack Obama poco antes de un discurso ante trabajadores manufactureros en Durham, Carolina del Norte Foto: Ap
Ampliar la imagen Hillary Clinton habló en el Departamento de Bomberos de Merrillville, en Indiana. Ambos precandidatos demócratas enfrentarán hoy elecciones primarias en estas entidades Foto: Ap
Nueva York, 5 de mayo. Igual que el 5 de Mayo los dos precandidatos demócratas continúan ganando batallas pero no la guerra, y este martes, en la recta final del ciclo de elecciones internas, promete ser más de lo mismo y no se logrará determinar quién será finalmente el candidato presidencial del Partido Demócrata.
La batalla en Carolina del Norte e Indiana –ambos celebran primarias este martes– ha sido intensa y aunque el resultado en esos estados no coronará a Barack Obama o a Hillary Clinton, sí tendrá fuerte impacto sobre lo que podría acabar determinando la selección: el voto de los llamados superdelegados.
Y es que ninguno de los dos contendientes logrará alcanzar el número mágico de 2 mil 25 delegados que se requieren para capturar la nominación del partido cuando esta larguísima competencia concluya en un mes, el 3 de junio, con la última elección primaria. Si todo continúa sin sorpresa, serán los políticos electos e integrantes de la cúpula del partido (los superdelegados), quienes tendrán en sus manos la decisión final.
Por ahora, Obama cuenta con mil 735 delegados (85.7 por ciento de los 2 mil 25 que necesita) frente a mil 602 que apoyan a Clinton (79.1 por ciento), según los cálculos del New York Times. Este total incluye 242 superdelegados para él, y 264 para ella. En Carolina del Norte hay 134 delegados en juego y en Indiana 84.
Ambos candidatos buscan demostrar con cada triunfo quién será el mejor para enfrentar a los republicanos en las elecciones generales, que arrancan justo después de las convenciones nacionales de ambos partidos a finales del verano.
Indecisos, unos 200 superdelegados
Clinton insiste en que no obstante no tener ventaja en el voto popular o de delegados, sus triunfos demuestran que puede ganar los estados más importantes del mapa electoral en los comicios generales. Además, busca convencer a los poco más de 200 superdelegados que aún no se declaran en favor de alguno de los precandidatos, que ella es la opción con mayores posibilidades de ganar en noviembre. Los del bando de Obama afirman que él mantiene una mayoría tanto del voto popular como de los delegados y, por lo tanto, los superdelegados deben respetar la voluntad de las bases.
Pero según una encuesta reciente de CBS News/The New York Times, un hecho es que Clinton ha logrado recuperar terreno sobre quién de los dos sería el candidato más fuerte para enfrentar al republicano John McCain. En febrero, 59 por ciento identificaba a Obama como el más fuerte y sólo 28 por ciento prefería a Clinton en este contexto. Sin embargo, ambos demócratas gozan de una ventaja frente a McCain si la elección general se celebrara hoy: Obama lo derrotaría con 51 por ciento contra 40 por ciento de los votantes; y Clinton con 53 por ciento contra 41 por ciento.
Mientras, las encuestas indican que Obama conserva la ventaja en Carolina del Norte, y ambos mantienen un empate técnico en Indiana. Los dos han viajado intensamente por ambos estados, gastando cientos de miles de dólares en publicidad.
Pero la situación está complicada, ya que ambos estados tienen regiones muy diferentes y sectores del electorado con intereses y opiniones encontradas. Ambos han sufrido consecuencias devastadoras en sus zonas industriales debido a las políticas económicas de los últimos años, y los temas de libre comercio (en particular el TLCAN) y la migración figuran entre los temas principales.
Con todo, ambos también tienen regiones que se han beneficiado con la llamada “nueva economía” en rubros de informática y alta tecnología. Y hay sectores ultraconservadores, particularmente en las regiones rurales, junto con áreas más liberales en ciudades industriales o académicas.
Por ejemplo, Carolina del Norte es en algún sentido un laboratorio de la llamada “globalización”. Desde 1993 esta entidad ha perdido más de 200 mil empleos manufactureros (muchas fábricas se han trasladado a México y Asia), según estadísticas del gobierno estatal esto significa una cuarta parte del total, y aunque hay nuevos empleos del sector de alta tecnología, éstos no sustituyen en número a las plazas perdidas.
Mientras los trabajadores veían migrar sus empleos al extranjero, su estado se llenó de trabajadores de los países supuestamente beneficiados con el traslado de esos empleos. La población migrante en Carolina del Norte creció casi 43 por ciento entre 2000 y 2006, según cifras oficiales, y ahora hay más de 614 mil inmigrantes, 41.5 por ciento de ellos mexicanos, seguidos por centroamericanos.
Ambos estados, por lo tanto, presentan desafíos para los demócratas, y en las próximas horas se verá quién fue el más exitoso en convencer a estas bases. Pero no acabará ahí, y todo indica que ambos continuarán batallando en las últimas 10 elecciones internas que quedan antes de saberse quién será el triunfador.