■ Acrobacia, danza y sensualidad se conjugan en un espectáculo sui géneris
Fuerza bruta desafía la esencia del agua a ocho metros de altura
■ La sorpresa es constante en cada escena
■ Pondrá a los espectadores ante sí mismos, vaticinó Diqui James, director general del show
■ Se iniciarán hoy las funciones en Carpa Santa Fe
Ampliar la imagen Fuerza bruta, espectáculo multisensorial que vence los límites de la imaginación, se ha presentado en otros países Foto: Marco Peláez
En una piscina de plástico resistente, colgada a unos ocho metros de altura, cuatro hermosas jóvenes nadan en un charco, salpican el líquido, se deslizan por las cuatro esquinas; chapotean, miran al público a través del agua y del material transparente. Son sirenas cuya potencia se convierte en acto sensual; su ropa íntima deja ver su cuerpo –se trasluce su piel– y nadie sabe la potencia de un cuerpo. La música es de antro, como producida por un diyei a las tres de la mañana; baja y sube el ritmo para armonizar el ballet cubierto de agua.
Es uno de los actos del espectáculo Fuerza bruta, que hoy iniciará funciones en la Carpa Santa Fe. Es una escena de fuerza contra uno de los elementos que han dado esencia y apariencia al hombre: el agua. El personal de tierra corre, jala cuerdas, aprieta tuercas y tornillos de calibre diverso. Adecuan otra escena: sobre una base se eleva un cuadrado que se inclinará para convertirse en un rombo. En la oscuridad se escuchan gritos. El polígono comienza a girar sobre su eje y un hombre y una mujer, uno de cada lado, corren sobre él, verticalmente, asegurados por un arnés.
Es la fuerza bruta que domina el movimiento. Parece una creación de Scher, un mundo de mundos paralelos. En el aire el hombre puede volar, semejar una cabra montés en terrenos escarpados. El director general de Fuerza bruta, Diqui James, ordena por micrófono; da los últimos toques a un show que ha sido admirado en países de varias latitudes.
Es un maestro que sabe que las luces tienen un papel esencial. “No quiero luces blancas.” Regresa la oscuridad. El plástico pareciera de un metal que es estrujado, pero no; es maleable y la luz lo hace aparecer de materia dura. Se saca al hombre de su postura típica, de pie, erguido. Ya no es el ser de la calle y las avenidas. No es más homo erectus.
Eso es lo que sorprende: que el hombre corra sobre paredes.
Imaginación sin límite
Ayer se dio una pequeña muestra de Fuerza bruta, espectáculo multisensorial de los creadores de De la guarda, de la misma factura. La imaginación es una fuerza, un poder sin límites.
Diqui James prometió que nadie se quedará quieto, que nadie saldrá igual de este espectáculo, que pondrá a cada espectador ante sí mismo. ¿Yo haría eso? ¿Rompería paredes para mostrar mi fuerza?
A lo lejos, la carpa luce nívea, en un fondo celeste nuboso. Una carpita parece sacada de Las mil y una noches, con sus torres en forma de punta, para un Aladino.
No hay decorados; tan sólo una estructura interna rectangular. Es un no teatro, un no artificio. Hay conceptos y experiencias. Es la fuerza bruta transformada en un golpe que rompe paredes de unicel.
Los niños tendrán mucho que pensar. Las puertas serán la entrada a entornos maravillosos. La música hará latir los corazones. La gravedad terrestre dejará de existir. Para que un espectáculo sea tal requiere mantener el elemento de la sorpresa. Y Fuerza bruta lo tiene, acto tras acto, escena tras escena.
Acrobacia, danza y sensualidad son un lenguaje para los sentidos, para dejar que se abran los poros.
Carpa Santa Fe, Vasco de Quiroga sin número, Santa Fe.