■ Surgen contratiempos de logística con la plataforma en la que subirán las celebrantes
Ultiman detalles para la celebración del baile de las quinceañeras en el Zócalo
■ Al final del vals las jóvenes cantarán un hip hop en el que expresarán sus derechos, informan
Ampliar la imagen Detalle del último ensayo del baile de las quinceañeras en el Zócalo Foto: Roberto García Ortiz
En jeans, pants y uniformes de secundaria, algunas de ellas con crinolina sobrepuesta, las jóvenes que celebrarán este sábado su fiesta de 15 años en el Zócalo capitalino realizaron el último ensayo coreográfico, con las complicaciones de logística propias del momento, como la estrecha escalera por la que debían subir al escenario, guardando el equilibrio, y que hizo exclamar al director del Instituto de la Juventud, Javier Hidalgo: “parecen políticos subiendo a un acto de Andrés Manuel”. Por lo que enseguida ordenó pedir la instalación de más escaleras para agilizar el ingreso de las más de 400 jóvenes que participarán en la celebración.
Arriba, las adolescentes giraban y hacían figuras al ritmo del vals El Danubio azul y la opereta El Murciélago, ambas de Johann Strauss Jr., mientras abajo, los técnicos seguían jalando cables, y moviendo piezas porque faltaba aún instalar las pantallas gigantes, el equipo de sonido y la iluminación, mientras un gran número de curiosos observaba el ensayo desde atrás de la valla metálica frente al escenario.
Micrófono en mano, Adolfo Chávez, el coreógrafo “técnico” o “estilista”, daba instrucciones a las chicas mientras pedía poner una y otras vez la grabación, y desde otro punto del escenario, Carlos Arce Ruiz, el coreógrafo “rudo” o “del barrio”, como prefiere autodenominarse, hacía lo propio administrando el ingreso al escenario de otras más, en tandas de cinco o diez.
Para una coreografía de estas dimensiones, explica Arce, taxista de profesión y maestro de bailes de salón, debieron organizar grupos de entre 60 y 80 jóvenes, que además de las dos piezas antes citadas, bailarán una collage de valses, también de Strauss hijo, de salida, después de unir sus voces, todas ellas, para cantar un hip hop, escrito especialmente para la ocasión, en el que no sólo se reflejará su pluralidad, sino que expresarán sus derechos a tener un espacio dentro de la sociedad, a estudiar, a ser respetadas y escuchadas.
Ya por la noche, mientras las quinceañeras se retiraban del área de resguardo del escenario, atrás, en el Museo Nomádico, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, iniciaba el acto de clausura simbólico –permanecerá abierto hasta el domingo próximo– de la exposición Ashes and Snow, del fotógrafo canadiense Gregory Colbert, a quien entregó un pergamino que lo distingue como “Embajador de turismo y cultura de la ciudad de México”.
El mandatario capitalino, dijo que cerca de 8 millones de personas visitaron la instalación en los tres meses que permaneció abierta, cifra sin precedente a escala mundial comparada con la afluencia de los museos más importantes del mundo, como Louvre, de París, y el Metropolitano, de Nueva York, que en un año reciben en promedio 6 y 4 millones de visitantes, respectivamente.
En entrevista, Colbert dijo que la exposición se irá a la ciudad de Monterrey y trabajará para su nueva exposición sobre fotografías de paisajes y fauna de México, en tanto que Ebrard dijo que muchas ciudades han solicitado la instalación y hay disposición de llevarlo, lo que pospondría su ubicación definitiva en el DF.