■ Indígenas en huelga de hambre en Tacotalpa mantendrán por tiempo indefinido su protesta
Los presos políticos zapatistas en Tabasco y Chiapas están en riesgo de muerte, alertan
Ampliar la imagen Integrantes de la Unión de los Pobres, de la comunidad indígena tzotzil Casa del Pueblo, realizaron una caravana hacia la ciudad de Tuxtla Gutiérrez para exigir la libertad de los presos políticos en Chiapas Foto: Notimex
Están “en riesgo de muerte los ‘presos políticos’ zapatistas en Tabasco y de La Voz de los Llanos en Chiapas”, alertó este miércoles la otra Jovel, en relación con la situación en la cárcel de Tacotalpa y el Cereso 5 de San Cristóbal de las Casas.
El lunes 21, los indígenas zapatistas Ángel Concepción Pérez Gutiérrez y su padre, Francisco Pérez Vázquez, iniciaron en Tacotalpa una huelga de hambre de 72 horas, demandando su liberación. Anoche, ante la falta de respuesta de las autoridades estatales y federales, determinaron la continuación de la misma por tiempo indefinido hasta lograr su libertad.
El mismo día 21, en el Cereso 5, los miembros de la Voz de Los Llanos fueron apaleados por una banda de reclusos no indígenas. Se encuentran “seriamente lesionados y amenazados con ser llevados lejos de sus familias y redes de apoyo”. Unos y otros formaron parte de los “presos políticos” que sostuvieron una huelga de hambre entre el 25 de febrero y el 5 de abril.
El estado de salud de Ángel y Francisco, diabéticos, se reporta “delicado”. Nunca han recibido atención médica adecuada. Ahora solicitan respaldo “contra actos represivos del gobierno” en agravio suyo o del plantón solidario instalado a las afueras del penal de Tacotalpa.
En tanto, los miembros de La Voz de los Llanos están heridos por la golpiza que les propinaron otros internos con la complicidad de los guardias del penal. Los agresores quedaron plenamente identificados: Elías Domínguez Trejo, Damián Gutiérrez García, Eleuterio de la Cruz Martínez, Héctor de Jesús Bautista Hernández, José Luis Urbina Gamboa, Próspero Gonzalo Flores, Darinel Alfaro Gallego, Juan Cristóbal Magdaleno, Iván Estrada, José Capuino, Rigoberto López Alza, Juan Díaz Meléndez, Carlos Rodrigo, Tomás de la Cruz Martínez, Manuel López Pérez, Juan Trejo, el Loco, El Disco y El Zorro. Todos dirigidos por el Preciso general, Bartolo García Suárez.
Los afectados manifestaron a Diego Cadenas, abogado del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, que “este acto contra su dignidad es por la resistencia política y pacífica en demanda de su liberación, y por sus denuncias sobre la corrupción y la violencia racial en el sistema penitenciario de Chiapas”.
Los miembros de La Voz de los Llanos son: Antonio Díaz Pérez, Tiburcio Gómez Pérez, Juan Díaz López, Miguel Díaz López, Diego Rodríguez Hernández, Nicolás Pérez Núñez y Agustín Rodríguez Jiménez. Ellos, y sus simpatizantes Mateo Gómez Santiz, Agustín Díaz Gómez y Orlando Santizo Castillo, fueron apaleados y golpeados a puñetazos y patadas. A Mateo Gómez Santiz “lo zambulleron en un contenedor de agua para asfixiarlo”; Tiburcio Gómez Pérez refiere dolor en frente, cuello, espalda, estómago y pecho, dificultad para respirar, dolor en ojos y orejas. Miguel Díaz López presenta una herida en la ceja izquierda y restos de sangre en la ropa.
Apenas concluida la agresión, los “precisos” y el alcaide Sergio Lázaro Vicente hicieron firmar a la población carcelaria para “solicitar” el traslado de los agredidos a otro penal. La Voz de los Llanos los acusa de “falsificar” firmas. El Centro Fray Bartolomé de las Casas señaló la “intervención directa de la autoridad para coaccionar a la población carcelaria y acallar las denuncias de anomalías y corrupción que rigen la vida interna de este centro de reclusión”.
Los “precisos” sostienen una red de complicidad y extorsión e imponen “trabajos forzosos” a quienes no pagan las “tarifas” establecidas por ellos. Y las autoridades del Cereso 5 participan “en actos y prácticas de discriminación hacia los presos indígenas, que son un alto porcentaje de la población penitenciaria”.
Por ahora, los heridos permanecen aislados, sin atención médica y con temor de ser agredidos nuevamente.