■ Que nos manden más robocops, exige Jesusa Rodríguez
Adelitas en resistencia arman bailongo frente al Caballito
Ampliar la imagen Baile cívico policial frente a la torre del Caballito Foto: Carlos Ramos Mamahua
La resistencia civil en defensa del petróleo también se hace bailando. Ayer, frente a la torre del Caballito, cientos de brigadistas organizaron un baile en la lateral de Paseo de la Reforma e invitaron a los policías federales y a las agentes de la preventiva capitalina a integrarse, con cascos y uniformes, a la lucha por la soberanía energética.
Encaramada en la plataforma de un camión, utilizada como templete, Karen, una de las adelitas, exclamó mientras señalaba hacia el cerco: “yo quiero bailar con ése que está muy guapo, el de lentes oscuros. Sí, el de la sonrisa de pasta dental; ése que está por el arbolito”.
El guapo era un policía preventivo de dos metros de altura, unos 130 kilogramos de peso, quizá bofe en sus tiempos mozos, a juzgar no por la musculatura sino por el semblante, cubierto por lentes rigotovarescos, eso sí, Ray Ban. Comenzó así un juego de las brigadistas con los indemnes policías.
“El amor no tiene barreras”, le decía Ana Luisa a otro federal detrás de las vallas de metal. Pudoroso, con el rostro enrojecido, un grupo de mujeres lo mantuvo a raya casi una hora. A una de ellas se le ocurrió hacer números en pedacitos de papel, como de lotería.
Y comenzó el coro: “¡Que lo rifen, que lo rifen!”
Animosa, Jesusa Rodríguez llamó a todas las coordinadoras de las brigadas a bailar en la plataforma. “Le vamos a pedir a la Secretaría de Seguridad Pública que nos mande 10; no, 12; no, ¡20 robocops! ¡Órale, vengan los bizcochos!”
El disc jockey se reventó La del moño colorado. Jesusa, Claudia Sheinbaum, Laura Itzel Castillo, Lenia Batres y el resto de coordinadoras le dieron al baile y pusieron a prueba los muelles del Freigtliner estacionado frente al Caballito, donde senadores de PRI y PAN rompían récord en la aprobación de dictámenes.
Maltratadas por panistas y priístas que les reprocharon haberse presentado a la sesión en la sede alterna, si ellas y otros senadores del Frente Amplio Progresista tienen tomadas las tribunas del Congreso, las perredistas Yeidckol Polevnsky y Rosalinda López se sumaron al cerco del Caballito.
En forma inusitada, relató Polevnsky a las adelitas, se votaron asuntos que no se leyeron ni para cubrir el trámite parlamentario, como la minuta enviada por la Cámara de Diputados sobre la ley de adquisiciones, con la que –explicó– el gobierno de Felipe Calderón abrirá las compras del sector público a las ofertas de extranjeros, pero dejará fuera ya no digamos a los grandes empresarios mexicanos, sino a los pequeños.
“El nivel de entreguismo es total. Es la extranjerización”, afirmó.
La reacción fue unánime: “¡Poca madre, poca madre!” Polevnsky corrigió: “Poca es un halago. No hay ninguna, no tienen. No les importa la Constitución, no la han leído y si la leyeron no la han entendido”.
Rosalinda López, senadora por Tabasco que se hizo famosa en 2000 por el éxito de sus brigadas cazamapaches en esa entidad gobernada hasta diciembre de ese año por Roberto Madrazo, llamó a las mujeres a evitar a toda costa que pase la reforma a Petróleos Mexicanos (Pemex).
“El próximo domingo vamos a multiplicarnos, a convencer a más gente de que PRI y PAN están equivocados. Vamos a ganat, vamos a evitar la privatización de Pemex. La patria y la historia nos llaman. La resistencia seguirá hasta que pase la amenaza de la privatización”, declaró.
Jesusa Rodríguez refirió que el cerco de ayer al Caballito –aunque empleados y senadores podían entrar y salir por la calle de Rosales– tenía como propósito decir a los senadores “que no cometan el atropello, que tengan sensatez; México se merece un debate, y que se abran los medios a todas las voces”.
Reprochó la campaña en radio y televisión: “Nos están linchando día y noche. Están haciendo que crezca un odio absurdo entre la población. Hablan de que somos violentos porque tomamos la tribuna. ¿Y ya no se acuerdan de que la Suprema Corte exoneró al góber precioso? ¿O nos vamos a acostumbrar a que maten a jovencitas, como las dos niñas locutoras de Oaxaca, o a que violen niños como en Cancún, donde en la investigación aparece ese señor (Emilio) Gamboa como pederasta y ahora sale con que él respeta el estado de derecho?”
Para entonces, el repertorio de rolas estaba listo. La actriz arengó: “se vale bailar, porque venimos a hacer una resistencia feliz”; y agregó: “¡a darle a la cadera, que toda la calle es de ustedes!”
La fiesta comenzó con Chicho Ché. De vez en vez, el guapo no resistía y le daba a la banqueta con el tacón de la bota. Y reía.