Usted está aquí: domingo 20 de abril de 2008 Política Chuchos y encinos alargan la pugna por el control del PRD

■ El destino del partido, en manos de la Comisión de Garantías

Chuchos y encinos alargan la pugna por el control del PRD

■ Conteo total de votos o eliminar casillas “atípicas”, centro del debate

Arturo Cano

Ampliar la imagen Militantes de Nueva Izquierda abuchean al presidente del Partido de la Revolución Democrática, Leonel Cota Montaño, durante la sesión plenaria del  Consejo Nacional celebrada ayer  Militantes de Nueva Izquierda abuchean al presidente del Partido de la Revolución Democrática, Leonel Cota Montaño, durante la sesión plenaria del Consejo Nacional celebrada ayer Foto: José Antonio López

La muerte no tiene permiso, todavía. En los dos bandos –para simplificar hemos de nombrarlos chuchos y encinos– hay voces ávidas de darle al Partido de la Revolución Democrática (PRD) los santos óleos, o los aplausos y las canciones de un entierro laico.

Pero ahí donde unos ven un cadáver que, ay, sigue muriendo, otros encuentran un partido más vivo que nunca, que marca los tiempos del país en las calles y en el Congreso. Los dos bandos tienen algo de razón.

Este día de Consejo Nacional, el PRD, en todo caso, prolonga una crisis que lo hará renacer con nuevo rostro o simplemente es conectado a unas muy frágiles máquinas de vida artificial.

Permita el lector barajar el asunto más despacio: desde la elección de marzo, los perredistas están atorados en el conteo de los votos de su elección interna.

Después de muchas andanzas y de jaloneos interminables, los responsables de la Comisión Técnica Electoral hicieron mutis y el paquete pasó a manos de la Comisión Nacional de Garantías.

El centro de la bronca es que los chuchos quieren que se computen –sumen, suponemos que quieren decir– todos los votos, incluidos aquellos de casillas “atípicas”, donde su candidato Jesús Ortega se despachó con victorias de casi mil votos contra un puñado de los de su contendiente Alejandro Encinas (Chiapas es una joya en la materia). Y también que se sumen los sufragios emitidos en casillas que originalmente fueron reportadas como no instaladas.

Los encinos están de acuerdo en que se concluya el cómputo, siempre y cuando se excluyan las “atípicas” y las no instaladas. Los chuchos dicen que la Comisión de Garantías no tiene facultades para computar y los encinos que sí. El asunto amenaza con convertirse en pleito de meses e incluso de años.

Y así se llega a este sábado, después de miles de reuniones y descalificaciones mutuas, atravesadas por las movilizaciones petroleras, la resistencia civil, la toma de las tribunas del Congreso.

¿Se habla de esas jornadas de protesta en la sesión del PRD?

Al menos por la mañana, el ambiente lo definen dos delegados que sostienen un breve diálogo:

–¿Entonces sí va a haber madrazos?

–Pues claro.

El horno está para pasteles gigantes, por supuesto. Pero los perredistas deciden diferir su banquete de lumbre.

Apenas concluye su discurso Leonel Cota Montaño, presidente en funciones, cuando decretan un receso de dos horas, que luego se convierten en cuatro y después en un “nos vemos mañana (hoy domingo) a las once, compañeros”.

En los recesos se reúnen las comisiones de chuchos y encinos. Llegan a acuerdos de principio: que concluya el cómputo de votos de la elección de marzo, que se mantengan en sus cargos Leonel Cota y todos los demás, y realizar un congreso nacional dentro de cuatro meses para definir “nuevas reglas de convivencia”.

Suena fácil pero no lo es. Primero, porque cada bando interpreta el acuerdo a su manera. “Garantías va a decidir qué se cuenta y qué no, y nos va a dar el resultado, primero, de la elección de presidente del partido”, dice Humberto Zazueta, negociador de los encinos.

“De ninguna manera”, replica Jesús Ortega, candidato de los chuchos. “La comisión no cuenta, cuenta el órgano electoral y se tiene que computar todo. Cuando nos definan por escrito que lo van a hacer se acabó el problema”.

Ortega, a su modo, toca el punto medular del momento: la Comisión de Garantías, ya amarrada parcialmente por una decisión del tribunal electoral, tiene que informar “cómo y qué contará”.

Con ese documento en mano, los chuchos pueden aceptar o, ya con pruebas, ir de nuevo al tribunal. Vuelta al principio, con nuevo plazo: el 5 de mayo, día en que el PRD llega a su 19 aniversario.

La sesión de este domingo, el futuro del sol azteca, está en manos, pues, de la resolución de la Comisión de Garantías sobre cómo contar los votos y, sobre todo, sobre cuáles no sumar.

La elección de marzo, ay, sigue muriendo.

Las voces que aún sostienen que “lo mejor es la anulación”, sin embargo, son unas cuantas.

“¿Ya consultaron a López Obrador?”

Los dos bandos se juntan en el enésimo intento de darle mate a la crisis del PRD. Algo sale, polvo de aquellos pactos del origen, y se ponen de acuerdo en algunos temas de emergencia, para posponer la solución, no para acabar con la crisis.

De los chuchos asisten Martha Dalia Gastélum, Horacio Duarte, Héctor Bautista, René Arce y Jesús Zambrano. Del otro bando: David Cervantes, Humberto Zazueta, Hortensia Aragón, José Antonio Rueda, Armando Quintero y Gerardo Fernández Noroña.

Resuelven sin resolver el asunto del conteo de votos y ceden los chuchos en la continuación de Cota en el cargo. Discuten también sobre el congreso, que Nueva Izquierda quiere consagrar a la formalización de un “partido frente”, no otra cosa sino la bendición a la autonomía con que ya viven las corrientes.

Con todo, es un principio de acuerdo.

Se levantan cuando el senador René Arce Islas suelta: “¿Ya se lo consultaron a López Obrador?” Le responden a boca de jarro, en ese ambiente que todos saben de falsa fraternidad, de diplomacia inútil: “¿Y ustedes ya le consultaron a Calderón?”

Golpe por golpe, carrilla tras carrilla

“¡Vamos a tomar la tribuna, para que vean lo que se siente!”, le dice, en la chacota del inicio del receso, Ruth Zavaleta a Víctor Hugo Círigo, su par en el legislativo local.

Poco antes, en son de burla, los consejeros chuchos le gritan a Dolores Padierna: “¡Lola, toma la tribuna!”

La peor parte, sin duda, se la lleva Leonel Cota, el único orador programado. Más de la mitad de sus cuartillas son de un discurso petrolero, pero en cuanto toca la elección interna, se le van encima.

La mayoría de los presentes son de Nueva Izquierda y aliados, y no perdonan:

“A más de un mes de nuestros comicios internos seguimos sin reconocer al próximo dirigente del partido…”

Se arranca el respetable: “¡Pelele!”, “¡Fraude!”, “¡Voto por voto, casilla por casilla!”

Nervioso, apocado, Cota recorta partes de su intervención que pocos oyen. Habla del acuerdo de contratar dos empresas encuestadoras para realizar conteos de salida y del compromiso de dar a conocer los resultados la misma noche del 16 de marzo. Pero no lo dejan seguir y quita de su lectura el siguiente párrafo: “Así lo hicimos, pero uno de los contendientes desconoció éstos (los resultados de las encuestas) y nos metimos en esta espiral que ha servido para que nuestros adversarios y nuestros enemigos ataquen con saña al partido”.

Los consejeros que le dan a Cota tres aplausos cuando habla de la lucha en defensa del petróleo lo abuchean largamente cuando termina su discurso. Muchos de ellos son los mismos que hace cuatro años abuchearon a Cuauhtémoc Cárdenas, ahora nuevamente su aliado, y ovacionaron a López Obrador.

Ya no le aplauden al tabasqueño. Los mueven otros motores: “Vamos al congreso, a terminar con el partido de un solo hombre, ya es hora”, dice Graco Ramírez, senador y coordinador de campaña de Ortega.

–Un debate tan viejo como el PRD –se dice al senador.

–Que hizo crisis por el estilo de Andrés Manuel López Obrador –responde, y vuelve a las quejas de los legisladores que se sienten excluidos de la estrategia de toma de tribunas y cerco al Senado. “Con el desafuero sumamos y con esta estrategia restamos”, remata.

La escena ocurre en los pasillos, mientras unos y otros se culpan de querer agandallarse el partido.

¿Pero qué son los chuchos sin López Obrador y su movimiento? “Les he preguntado eso y no me responden”, dice Saúl Escobar, miembro del CEN, de los pocos que han querido mantenerse en el centro sin mucha fortuna.

¿Y el PRD sin los chuchos? “Pues les he preguntado a los compañeros de Izquierda Unida por qué si tenemos a Dante Delgado y Beto Anaya no podemos tener un chucho, y tampoco me responden”.

Quizá porque todos esperan, por lo pronto, una sola respuesta: la de la Comisión Nacional de Garantías está obligada, dice Cota en su discurso no escuchado, a “hacer valer los votos de la militancia”.

 
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