Astillero
■ Saldos de un jueves
■ Reacomodos (no todos forzados)
■ No al viaje de Calderón
■ Televisa toma rehenes
Ampliar la imagen Andrés Manuel López Obrador, durante el acto de este domingo en la Plaza de la Constitución Foto: Carlos Ramos Mamahua
Primer saldo apresurado de las carambolas, los descontones y los cambios de posición que provocaron las Adelitas y los Juanes (actuando en las cámaras y en las calles) a partir de su inaugural Jueves de Resistencia:
Un día después de que el albazo legislativo previsto por el calderonismo habría tenido en ruta de aprobación la iniciativa de reforma petrolera (RIP, por sus siglas mal puestas) sucedió el portento de que un ingeniero rezagado se dio por enterado de cuán mala era la propuesta felipilla que nunca antes supo leer sin letras. Presuroso, boletinó una declaración crítica que hubiera sido importante algunos meses, o semanas, o días atrás y no cuando ya estaban en abierta lucha los que no necesitaron anteojos de desfasado oportunismo para leer a última hora lo que con claridad demostrada estaba políticamente escrito.
El heredero del aparato de inteligencia de Fernando Gutiérrez Barrios fue pillado con las manos sin masa. No supo nada de lo que se cocinaba en su restaurante (senaduría, en realidad) hasta que le fue servido en su mesa, presuntamente controladora de todo lo que de importancia sucede en el changarro político nacional, un platillo fríamente confeccionado de deportivo nombre ¡Gol! (sus servicios especiales de reacción tardía le informaron que las siglas significaban Grupos Organizados de Lopezobradoristas). Eso sí, el sabadito ya estaba en Monterrey, posando con Juan Camilo Mouriño en la boda de un hijo del senador de Televisión Azteca, Jorge Mendoza.
A un coordinador que ni siquiera coordina a sus presuntos coordinados cuando éstos coordinan una toma de tribuna senatorial no le quedó más que abrirse su propio campito entre sus compañeros en protesta, apechugar el golpe que le exhibía como débil y frenar una eventual formalización de desconocimiento de su maltratada representación. Guanajuatense y amante de las canciones de José Alfredo Jiménez, supo remontar la enorme distancia e incluso presentarse, y hablar, en la misa cívica del Zócalo, donde hubo actos de extrema reivindicación política, como la presencia de un orador hidalguense de apellido Guadarrama.
¿Y la presidenta de la mesa directiva tapada por una manta de clausura? Pues… en camino de ser devuelta a su nivel real, perdida en el espacio, ridículamente portadora de la antorcha olímpica de la izquierda bien portada, enhiesta receptora de elogios dolosos…
¿Y una corriente interna del PRD que soñó con hacerse del tesoro de aguas profundas que significaría una presidencia del comité nacional partidista para asociarse al negocio sexenal necesitado de “izquierdas” colaboracionistas? Pues resulta que acabó subrayando su condición marginada y facciosa al realizar un consejo nacional unilateral del PRD que no sirvió más que para demostrar la intrascendencia del control de un órgano partidista estructural cuando la “otra” izquierda está peleando en las calles y ocupando las tribunas de las cámaras.
El principal saldo: la aparición clara de una forma organizativa (las Adelitas) que muestra el camino para luchar social, política e incluso electoralmente, más allá de las restricciones burocráticas y el control de los partidos.
Y, desde luego, no hay la catástrofe de la izquierda (pero sí del PRD, que no es lo mismo) que tanto dicen lamentar los nunca preocupados por la salud de ese ámbito político e ideológico (sino todo lo contrario: verdugos y sepultureros por convicción o por encargo). Que en abril no se apruebe la reforma petrolera no es más que una batalla inicial ganada, pero con este levantamiento cívico la izquierda está por primera vez en una ruta de restablecimiento firme luego del trauma del fraude electoral. Si no hubiera ese nuevo vigor no habría tanta atención y crítica del aparato que más bien apostó en casi dos años al silenciamiento, a ignorar lo que ahora tanto les preocupa.
En otra arista del mismo tema: Felipe Calderón pretende estar en Nueva Orleáns los próximos 21 y 22 para cerrar compromisos de entreguismo con la visión “integradora” de Norteamérica que impulsa el representante de los principales consorcios estadunidenses, George W. Bush, y apoya el primer ministro de Canadá. A esas reuniones, contrarias al genuino interés de la nación mexicana, el presidente de la República de Los Pinos desea llegar con “avances” en materia de privatización petrolera que permitan a los miembros de la llamada Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) preparar posteriores firmas de “acuerdos” en temas como la integración energética regional, cuyos términos serán exigibles en tribunales internacionales.
El viaje petrolizado, con tufo a traición a la Patria, fue aprobado por el Senado de la República en medio de la confusión que produjo la toma de la tribuna de esa cámara por un grupo de legisladores miembros del Frente Amplio Progresista (FAP). Ahora, ese asentimiento senatorial debe ser confirmado por el pleno de San Lázaro; es decir, en sesiones formales para cumplir las cuales será necesario que no haya más mantas de clausura ni diputados en protesta.
Pero aun cuando San Lázaro normalizara sus actividades, los legisladores deben negar la autorización protocolaria al ocupante del banquito presidencial e impedir que salga del país a comprometer la riqueza nacional. Durante el foxiato se vivieron predecibles vergüenzas cada vez que el presidente embotado iba de gira internacional, pero ahora, con Calderón convertido en el gran vendedor del patrimonio patrio, aprobarle una salida sabidamente nefasta equivaldría a que esos diputados y senadores complacientes fuesen cómplices de una ruta de compromisos internacionales más delante exigibles en su cumplimiento a base de presiones y sanciones económicas, militares, tecnológicas y financieras.
Y, mientras se lee en www.astillero.tv el artículo especialmente hecho para ese blog por el autor de los presentes teclazos para demostrar que Televisa ha confesado que hace periodismo de entendederas, y que ha tomado de rehén a la sociedad mientras acusa a determinados legisladores y movimientos ciudadanos de secuestrar a la democracia ¡hasta mañana, con el Zócalo dominical mostrando fuerza, congruencia y resistencia!