■ Realizará tres funciones en Guadalajara y partirá a Londres
Gael García produce, actúa y... eclipsa presentación de Together
■ Falla la reflexión sobre el movimiento hippie de los años 70
Ampliar la imagen Integrantes de la compañía Vesturport Theatre Group Foto: Cortesía del 24 Festival de México en el Centro Histórico
“¡Buenos días, levántense y brillen!”, así comienza el día en la comuna de los No me olvides, en la que viven ocho personajes y cuya rutina se ve alterada por la llegada de tres entes ajenos: una mujer, su hija y un televisor. Es la puesta en escena de La comuna (Together), que se estrenó este viernes en el 24 Festival de México en el Centro Histórico, a cargo de la compañía Vesturport Theatre Group con la actuación de Gael García Bernal y Elena Anaya.
Together, una adaptación de la película del mismo nombre del director sueco Lukas Moodysson, vendió 12 mil boletos en una hora de acuerdo con el sitio de Internet de la compañía teatral islandesa fundada en 2001. Después de sus presentaciones en la ciudad de México, la última este domingo a las 18 horas en el Teatro de la Ciudad, la obra irá a Guadalajara para ofrecer tres funciones el 16, 17 y 18 de abril. La gira continuará en Londres.
Desde la entrada al Teatro de la Ciudad, el viernes por la noche, saltaba a la vista lo que todos saben: la atracción principal es Gael García Bernal, quien regresa al teatro y es también productor y uno de los adaptadores de esta puesta en escena dirigida por Gisli Örn.
La atención está puesta sobre Gael y en su peluca afro y no en la propuesta escénica por sí misma, interesante aunque no extraordinaria, llena de chistes fáciles que provocan risas de la misma característica. Lo que podría haber sido una interesante reflexión sobre el movimiento hippie de los 70 se queda en la superficie.
Todo se desarrolla en una casa que domina el escenario: cocina, sala y un cuarto en la planta baja, tres dormitorios en el primer piso, y una azotea donde los habitantes desahogan frustraciones golpeando, más que tocando, una batería. En esa azotea se planta mariguana, producto de consumo favorito de Salvador (García Bernal), un vasco exiliado del régimen franquista y cuyo cuerpecito es el objeto del deseo del líder de la comuna.
Los diálogos son en islandés e inglés (según cifras 70 por ciento en el primer idioma y 30 por ciento en el segundo) con algunas frases sueltas en español; pero falla la pantalla colocada sobre el escenario: no se traducen todos los diálogos. Además, desde los palcos de la planta baja no se ve el “pizarrón”, así que quienes saben inglés entienden 30 por ciento de la obra, pero adivinan el restante 70 por ciento islandés.
Ambientada en los años 70 (de hecho la acción concluye el día de la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975), cuando una parte del planeta creía en el sexo libre, el amor, la paz, eran vegetarianos y veían en la televisión un artilugio enajenante del capitalismo, es indudable que habrá algunos desnudos, mejor dicho semidesnudos: Gael se quita los pantalones en tres ocasiones, pero sólo enseña las piernas, así que es poco el elemento de distracción para sus seguidor@s. Dos actrices, una de ellas la española Elena Anaya, también muestran un poco de piel.
Togheter habla de lo que ocurre cuando una tranquila comuna se ve alterada por la llegada de Elizabeth y su hija, después de que su marido alcohólico le mete tremenda golpiza. Elizabeth se refugia en la comuna, donde vive su hermano Göran, y a partir de ahí la tranquilidad se ve trastocada: todo cambia demasiado rápido para los habitantes. Al final Elizabeth regresa con su esposo; claro, después de decidir como acto de liberación que no se rasurará las axilas, y la comuna vive una especie de fiebre feliz que aumenta con la noticia de la muerte de Francisco Franco.
Los aplausos fueron muchos y fuertes, pero ninguno de los espectadores se puso de pie más que para abandonar el recinto.