Usted está aquí: viernes 11 de abril de 2008 Política Murió Ernesto Corripio Ahumada

■ La salud del obispo emérito se deterioró gravemente debido a la diabetes que lo aquejaba

Murió Ernesto Corripio Ahumada

■ Fue un hombre de convicciones y decisiones oportunas y firmes, afirmó Norberto Rivera

■ En escueto comunicado, la Secretaría de Gobernación lamentó el deceso del jerarca católico

Carolina Gómez Mena

Ampliar la imagen El cardenal Ernesto Corripio Ahumada es velado en la capilla del Seminario Menor El cardenal Ernesto Corripio Ahumada es velado en la capilla del Seminario Menor Foto: José Antonio López

A las 5:30 horas de la madrugada de ayer, y luego de sufrir el jueves 20 de marzo una trombosis que afectó su mano izquierda, el obispo emérito Ernesto Corripio Ahumada murió en su domicilio, situado en Xochimilco.

El también cardenal, quien el 29 de junio próximo habría cumplido 89 años, desde hace algún tiempo comenzó a padecer un importante deterioro de su salud, debido a la diabetes que lo aquejaba. En razón de esto, el prelado sufrió hace dos años la amputación de una pierna.

Desde ayer, poco antes de las 16 horas, comenzó a ser velado el cuerpo de quien fue el antecesor de Norberto Rivera Carrera al frente de la Arquidiócesis de México en las instalaciones del Seminario Menor, ubicado en la colonia Lázaro Cárdenas, en el sur del Distrito Federal.

Sus restos fueron recibidos por el cardenal Rivera Carrera, quien estuvo presente en una celebración eucarística oficiada por el padre formador José Luis Torres. Posteriormente, el padre rector del Seminario Conciliar de México, Julián López Amozurrutia, presidió otra misa solemne.

Los restos de quien desempeñó un papel fundamental durante las negociaciones entre la jerarquía católica y el gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari en 1991 para las reformas constitucionales en materia religiosa, permanecerán hasta hoy por la mañana en dicho lugar, y luego serán trasladados a la Basílica de Guadalupe, a donde se espera lleguen al mediodía. Allí serán velados en el altar mayor; el recinto religioso permanecerá abierto toda la noche y se abrirá un libro de condolencias.

Mañana, los restos mortales de Corripio Ahumada serán trasladados a la Catedral Metropolitana, en donde el domingo se celebrará una misa solemne presidida por Rivera Carrera, luego se realizarán los funerales y la inhumación del cardenal será en la Cripta de los Arzobispos de ese mismo templo.

En un mensaje, Rivera Carrera señaló que Corripio Ahumada “fue un hombre de convicciones y decisiones oportunas y firmes. Con el lema episcopal ‘mi vivir es Cristo’, no dudó en seguir el llamado del Señor y desde niño supo tomar opciones importantes.

“En su trayectoria como arzobispo, innumerables sacerdotes y religiosos podrían dar testimonio de su caridad pastoral y entrega apasionada por la Iglesia”, afirmó.

Cerca de las 19 horas, Ana Teresa Aranda Orozco, subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, se presentó en el seminario a dar sus condolencias.

Considerado un jerarca eclesiástico profundamente tradicionalista y conservador, Ernesto Corripio Ahumada fue un hombre de claroscuros.

Como presidente del Episcopado Mexicano, en 1968 respaldó en una declaración oficial la matanza estudiantil en Tlaltelolco, realizada por el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, y condenó a la teología de la liberación y a la Iglesia popular. Pero se mostró sensible ante las cuestiones sociales, como la pobreza y falta de democracia, trabajó en favor del Concilio Vaticano II, se opuso a la postura del nuncio apostólico Gerónimo Prigione cuando se negociaban las reformas constitucionales en materia religiosa, y ofreció su apoyo al obispo Samuel Ruiz cuando la nunciatura y el Vaticano querían la renuncia anticipada del obispo de San Cristóbal de las Casas.

No gustaba de los reflectores y rehuía, en la medida de lo posible, los encuentros con los hombres del poder político. En la residencia oficial de Los Pinos estuvo en contadas ocasiones, la última con Salinas de Gortari para tratar el tema del asesinato del arzobispo de Guadalajara, cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

Impulsó de manera notable las negociaciones de las reformas constitucionales a los artículos 3, 5, 24, 27 y 130. En una posición contraria al nuncio Prigione, defendió que antes de las relaciones diplomáticas entre el Estado mexicano y el Vaticano, era necesaria la aprobación de dichas reformas a escala nacional.

Fue el primer arzobispo que presidió el Episcopado Mexicano en tres trienios distintos, de 1967 a 1973 y de 1979 a 1982. Al término de este último periodo, en una autocrítica cuestionó su actitud conformista por haber permitido y aceptado recluir a la Iglesia en el espacio de la sacristía, negándole el derecho de participar y opinar en asuntos públicos.

Este discurso, junto con los mensajes por la primera visita del papa Juan Pablo II a México, en enero de 1979, representaron un parteaguas en el comportamiento de la jerarquía católica hacia el Estado mexicano y ante la sociedad, asumiéndose como un actor principal en el acontecer nacional.

A Corripio Ahumada le correspondió recibir a Juan Pablo II en dos de sus visitas pastorales a México, en 1979 y 1990.

El cardenal Corripio nació el 29 de junio de 1919 en Tampico, Tamaulipas. Estudió en el seminario de Puebla y en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma. Fue ordenado sacerdote en octubre de 1942, en Roma; consagrado obispo de Tampico el 19 de marzo de 1953. El 19 de julio de 1977 fue transferido a la Arquidiócesis de México.

El 30 de junio de 1979 fue nombrado cardenal. Renunció canónicamente al gobierno pastoral de la arquidiócesis de México a los 75 años, el 29 de septiembre de 1994.

En tanto, apenas se conoció la noticia del deceso del Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, la Secretaría de Gobernación manifestó sus “sentidas condolencias” a la Arquidiócesis Primada de México y a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

La dependencia no emitió ningún adjetivo sobre el jerarca católico y simplemente reprodujo parte de su trayectoria, particularmente la presidencia, en tres ocasiones, de la CEM y sus “responsabilidades” en la Curia Romana y en el Consejo Episcopal Latinoamericano.

Gobernación fue la única instancia gubernamental que emitió, el 31 de enero pasado, condolencias por el fallecimiento de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. El 22 de marzo difundió también un par de párrafos para lamentar la muerte de Adolfo Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey.

Con información de José Antonio Román y Fabiola Martínez

 
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