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Maíz y petróleo Marco Buenrostro y Cristina Barros No es casual que dos de nuestros recursos más importantes estén hoy amenazados; al abrirse las puertas al capital sin control alguno, la codicia y el dinero irrumpieron con violencia, empobreciendo a las mayorías y depredando el medio ambiente. Además hay un engañoso afán de modernidad a partir de valores impuestos, y a la inversa, pareciera que abrevar en la historia para tomar decisiones es retroceso, olvidando que las acciones de los grandes líderes que arraigan y fortalecen a sus pueblos son las que tienen en cuenta el pasado. En el caso del maíz se apuesta por el transgénico bajo la premisa de que es “lo moderno”, “lo de hoy”; rechazarlo es fundamentalismo, impide el desarrollo, dicen. Sin embargo se trata de una tecnología incipiente, riesgosa, que a la fecha ha dado pocos frutos. Diversidad para la alimentación. No ocurre así con los maíces criollos; a partir de las más de 60 razas que han desarrollado los campesinos mexicanos, se puede enfrentar un gran número de escenarios, entre otros las sequías o la humedad persistente, hoy que por los efectos del cambio climático se requieren opciones para alimentarnos. Como afirma el investigador Antonio Turrent, a partir de los maíces criollos y de una buena planeación, hay “reservas probadas” de maíz suficientes para duplicar la producción actual. La presión para sembrar maíz transgénico va acompañada de la insensatez que implica utilizar alimentos para generar combustibles. El presidente de Nestlé afirma que usar plantas alimenticias como biocombustibles es llevar a la humanidad a la hambruna; ya se han disparado por esa razón los precios de los granos básicos, seguiría una gran lucha por el uso de las tierras agrícolas, y el agua, ya limitada, escasearía hasta llevarnos a una crisis de consecuencias funestas. Apuesta complicada. En cuanto al petróleo, pareciera que la posición del gobierno es de “avanzada”: privatizar, correr la aventura de explorar en aguas profundas. Sin embargo, la mayoría de los países están optando por tener mayor control sobre los energéticos. En cuanto a la exploración en aguas profundas, además de ser costosa y difícil, es azarosa. Si como sabemos, en nuestro país falta por investigar 70 por ciento de las áreas donde puede haber petróleo en aguas someras y en tierra, ir a aguas profundas es una mala decisión, sobre todo porque se plantea compartir el petróleo que pudiera extraerse, lo que implica un grave quebranto a nuestro patrimonio y al de las generaciones futuras. En ambos casos: la propuesta de optar por el maíz transgénico y la de explorar en aguas profundas de la mano con compañías extranjeras, la publicidad no informa, sino que engaña como los comerciales que ofrecen limpiar con sólo pasar un paño o tener una mujer a los pies si se adquiere un auto. Así se dice que el maíz transgénico es más productivo, que utilizarlo reduce el gasto de agua y de agroquímicos, que la contaminación por polen de los maíces criollos puede ser controlada y que el norte del territorio nacional no es centro de origen y diversidad del maíz. Se habla incluso de que existe un maíz transgénico resistente a la sequía, cuando no hay tal. En el caso del petróleo, se nos considera ingenuos al asegurarnos que a partir de un tesoro oculto en el fondo del mar solucionaremos nuestros problemas y seremos felices; es sólo cuestión de aceptar un supuesto reto. La realidad es que si aceptamos una de estas dos opciones o ambas, estaríamos jugando a la ruleta rusa. Y también es un hecho, que en los dos casos se pone nuestro patrimonio en manos extranjeras, y se va contra la legalidad y la ética. El maíz ha sido un signo de identidad desde la historia temprana de México; con su actitud nacionalista y visionaria, Lázaro Cárdenas logró sembrar en la conciencia de los mexicanos, que el petróleo no es sólo un bien, sino un símbolo. Hoy, el petróleo bien utilizado puede revertir el desequilibrio entre el campo y las ciudades. Se impulsaría así un modelo incluyente y más justo que renueve el pacto social y propicie una nación para todos.
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