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Tosepan Titataniske: LAS OTRAS ELECCIONES
Lorena Paz Paredes
La democracia en las organizaciones campesinas tiene color local y, si además son indígenas, entran en juego los usos y costumbres. En la remontada serranía del norte de Puebla, los 5 mil 800 cooperativistas nahuas y totonacas de la Tosepan –cooperativa fundada hace 30 años–, eligen a sus directivos en un largo proceso que empieza en asambleas comunitarias y termina meses después en una plenaria regional de delegados, de donde sale el consejo directivo que llevará las riendas de la organización durante cinco años. Aquí no se usan planillas como en los partidos políticos, no existe la competencia a muerte entre candidatos y, naturalmente, no se hacen trampas. “Porque eso divide –dice un joven aspirante–, nos pone unos contra otros. En cambio aquí nos hacen valer parejo, nos enseñan que todos podemos ser directivos si hay fidelidad y entrega, aparte de buena preparación.” Este año la Tosepan lanzó una convocatoria a las cooperativas locales de sus 60 comunidades indígenas asociadas, para nombrar candidatos al consejo directivo 2007-2012. Entre otros requisitos, exige al aspirante “ser socio activo con una antigüedad igual o mayor a cinco años, dominar el nahuat y/o el totonaco, además del español; haber desempeñado adecuadamente algún cargo de responsabilidad en la comunidad o en su cooperativa local; estudios mínimos de secundaria”. Preparación profunda. Enseguida se eligieron candidatos en asambleas comunitarias, donde votaron los socios de comités de café y pimienta, de cooperativas locales de ahorro y préstamo de la Tosepantomi o “Dinero de todos”, y mujeres organizadas. En total se escogieron 36 personas, las cuales para la elección final se prepararon trabajando durante una semana en el Centro de Capacitación de la Cooperativa : el Kaltaixpetaniloyan o “La casa donde se abre el espíritu”; repasando la historia de la región, la trayectoria de la Tosepan , los principios del cooperativismo…, pero también interiorizándose, con ayuda de los directivos salientes y asesores, en las tareas y responsabilidades que esperan a los finalmente elegidos. “Nunca habían participado tantos –afirma uno de los dirigentes–. Y eso es bueno, ¿no?, porque quiere decir que cada vez son más los que se sienten capaces”. Y no es que ocupar el cargo esté muy peleado; al contrario: “No venimos por un puesto –dice un candidato– ¿A quién le beneficia el cargo? Venimos porque nos nombraron y tenemos que cumplir. Y cumplir es servir bien y llevar a la Tosepan un paso más adelante”. El proceso de renovación de dirigencia no termina con la elección, pues una vez nombrados los nuevos, por un tiempo los acompaña y encamina la directiva saliente. La Tosepan es en los hechos una sofisticada empresa cooperativa. Dice uno de los asesores que en la elección se siguen básicamente los usos y costumbres que garantizan legitimidad, pero también métodos empresariales de selección de personal con base en capacidades. Y es que se trata de que las directivas conozcan y manejen la complejidad de la organización, en vez de que firmen a ciegas los documentos que les pasan los técnicos, que así se transforman silenciosamente en los verdaderos dirigentes.
Los seleccionados son indígenas nahuas y totonacas que además de socios activos, han sido promotores y directivos de sus comités y cooperativas locales. Algunas como Aurelia Cuamait, presidenta de la Regional de Mujeres de la Tosepan , tiene casi 15 años participando; o Irene, que bordea el medio siglo y lleva 18 de cooperativista; o Maria Libia, también en la medianía de la edad y originaria de Atalpa, que no se queda atrás en sus años de promotora de café orgánico y responsable de la Tosepantomi local; Leobardo, de 42 años con 12 en la cooperativa; o José Francisco, de 46 años y que empezó hace 30 como acopiador del beneficio húmedo de la Tosepan. También participan los jóvenes. Diez son candidatas, y eso es mucho decir porque se trata de mujeres indígenas que se han ganado a pulso su nombramiento: “A mí me eligieron –cuenta Irene– por la confianza que me tienen–. Y ahora voy a cumplirles”. La mayoría anda por los cuarenta años. Pero hay jóvenes muy jóvenes como Domingo de 20 años, inspector interno del programa orgánico de café, o Minerva de 26, los dos con preparatoria terminada. En realidad son varios los que tienen bastantes estudios, y hasta una licenciada en educación indígena es candidata. Pero las comunidades también votaron por campesinos digamos que rústicos, como don Juan Martín Teresa, con quien se hizo la excepción porque no acabó la primaria, pero creció con la Tosepan , es un experto productor de café y pimienta, y un cooperativista ejemplar. “No es fácil llevar la batuta de una organización tan grande –dice un candidato– donde hay de todo: acopio, beneficio y venta de café, ahorro y préstamo en más de 110 comunidades, viveros, programas de mujeres, turismo alternativo y el Kalta. Pero no tenemos miedo de defraudar, porque estamos preparados.”
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