Disquero
El tesoro auténtico
Dice Rolando Villazón en el cuadernillo de su disco debut en ese territorio: “mi sueño era estar en el sello amarillo”. Habla en clave. Entre melómanos el “sello amarillo” es la máxima autoridad en el terreno discográfico de la música de concierto, la firma alemana Deutsche Grammo-phon, cuyo sello se distingue por tal color.
A la edad en que murió Mozart, 36 años, este tenor mexicano hace realidad su sueño. Su primer disco en esa disquera llega a México y satisface el entusiasmo, expectativa y otros cánones que él mismo había forjado con una carrera “meteórica”, como esa empresa europea lo define, que alcanzó su máximo esplendor para caer en un bache que duró meses y que ahora (“como el ave fénix”, la metáfora no escapa a Villazón ni a sus editores alemanes) regresa con, dirían los clásicos de la pelota caliente, un macanazo de cuatro esquinas: cielo e mar es un disco espléndido.
Toma su nombre del primer track, el aria cielo e mar de la ópera La Gioconda, de Amilcare Ponchielli, y la selección de todo el conjunto, 14 tracks, obedece a la intención de presentar una noción de viaje tanto por el sentimiento amoroso como por la historia de la ópera en todo el siglo XIX, desde el bel canto hasta el verismo. Entabla así un balance estupendo entre partituras desconocidas y hallazgos, como Il figliuol prodigo, del mismo Ponchielli, o bien Fosca, del brasileño Antonio Carlos Gomes (1836-1896), partitura esta última que fue el punto de partida para la “excavación” musicológica (en la que intervinieron los expertos de la Deutsche Grammopohon) de este repertorio, presentado en el título y contenido en el cuadernillo del disco de marras como “Un tesoro enterrado”, figura retórica que contrasta con el uso ridículo que de ese mismo recurso semántico intenta el gobierno mercadofílico afincado en México para, según ellos, engañar a las personas (como no se responsabilizan por educar, dan por hecho que los mexicanos somos ignorantes en grado supino y supremo) en su ansiedad por subastar el país en una venta nocturna.
Por fortuna existe el arte. Por contraste absoluto hay mexicanos que presentan en el extranjero una imagen distinta, acorde con la realidad, de nosotros.
Para beneplácito de los mexicanos, ya estamos en el “sello amarillo”, dignamente representados por un tenor maravilloso, Rolando Villazón.