■ Es considerada una de las más grandes actrices aunque no fue la típica diva de los estudios
Bette Davis, la dama malvada de Hollywood, cumpliría hoy 100 años
■ En su honor se imprime en Estados Unidos un sello postal con su rostro
■ Mujeres seductoras y con corazón de hielo, los principales papeles que encarnó en su carrera de 60 años
■ En la historia del cine se recordará su relación de amor-odio con la Warner Bros. y su rivalidad con Joan Crawford
Ampliar la imagen Ante la capacidad para convencer con su actuación, un periodista de The New York Times escribió: “Davis podría hacer que el espectador viera negro o blanco el color rojo”. En la imagen, la atípica diva en su casa de Hollywood, en 1935, año en que ganó su primer Óscar Foto: tomada de The Hulton Getty Picture Collection, 1930’s. Ed. Könemann
Nueva York, 4 de abril. Es considerada una de las más grandes actrices de Hollywood, pese a que no fue una estrella típica. Bette Davis, quien cumpliría 100 años este sábado 5 de abril, nunca se asustó ante los papeles difíciles o de malvada.
Encarnó a verdaderas brujas, seductoras de corazón de hielo y crueles mujeres con una intensidad tan maravillosa que muchas veces llevaba a confundirla con sus personajes.
Ante su capacidad para convencer, un crítico del New York Times escribió cierta vez: “Bette Davis podría hacer que el espectador viera negro o blanco el color rojo”.
En su carrera de casi 60 años, hasta que murió de cáncer en 1989, “la Davis” rodó más de 100 películas. Fue nominada 10 veces al Óscar, que consiguió en dos ocasiones –en 1935, por su papel de actriz alcohólica e inescrupulosa en Dangerous, y en 1938 por encarnar a una malvada dama en el drama sureño de William Wyler, Jezabel. Con motivo del aniversario, en Estados Unidos se imprime un sello postal con su imagen.
Bette Davis no encajaba con el ideal de belleza que dominaba Hollywood en aquella época. Todo en su rostro era un poco demasiado grande: la nariz, la boca, y sobre todo sus fascinantes ojos.
Ella misma contaba gustosa la historia de cómo fue su llegada a la “fábrica de sueños” con 21 años, tras estudiar en la escuela dramática de Nueva York: el representante enviado por los estudios para recogerla a la estaciónse dio media vuelta y se fue porque no vio a nadie que ni por asomo pareciera una estrella de cine.
Pero esta actriz procedente de una familia de abogados divorciados se abrió paso con ambición y a codazos.
En 1941 se convirtió en la primera mujer en la cúpula de la Academia de los Óscar, y en 1942 en la mujer mejor pagada de Estados Unidos. Fue legendario el amor-odio que la unió a Warner Bros.
Varias veces inició pugnas legales porque consideraba (a menudo con razón) que los papeles que le ofrecían no eran adecuados a su talento. “Mientras no te vean como un monstruo no has llegado a ser una estrella en nuestro oficio”, dijo alguna vez.
La situación cambió con Jezabel. El melodrama sureño fue concebido como una compensación a Davis por no haber conseguido el deseado papel de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó.
Luego le siguieron magníficas apariciones en Dark Victory (1939), The Little Foxes (1941), All About Eve (1950) y, tras una cierta declinación, de nuevo en What Ever Happened to Baby Jane? (1962).
Fue en los papeles de mujeres con cierta edad donde brilló, sobre todo por el sarcasmo, la capacidad de reírse de sí misma y la enorme profundidad con la que actuaba.
Davis nunca se regaló nada ni a los demás. En su tumba se lee: “She did it the hard way” (Tomó el camino difícil).
Legendaria rivalidad
En la historia del cine quedó registrada su legendaria rivalidad con Joan Crawford. “Joan se acostó con todas las estrellas masculinas de la Metro Goldwyn Mayer, menos con Lassie”, ironizó en cierta ocasión. Tras la aparición conjunta en Baby Jane, a menudo decía que el director había buscado para el filme a “unos vejestorios”.
La vida privada de la diosa de la pantalla fue tan dramática como sus historias de ficción. Se casó cuatro veces. Uno de sus maridos murió, y de los otros se divorció. “Ninguno era lo suficientemente hombre como para ser el señor Bette Davis”, señaló una vez. Y el único de quien no dudó, su gran amor William Wyler, se negó a abandonar a su esposa.
También fue doloroso para Davis que su hija Barbara Hyman, la mayor de sus tres hijos, escribiera un libro en el que la retrata como una madre terrible. “Si tus hijos nunca te han odiado, entonces no has sido una buena madre”, se defendió.
Envejecer fue para la actriz comparable a una “masacre”.
A sus 75 años tuvo un infarto, luego padeció cáncer de mama y a pocos días de su operación sufrió un ataque de apoplejía.
Su última gran aparición en la pantalla fue en 1986, en Whales of August, de Linday Anderson.
Cuando en octubre de 1989 recibió otro premio en el Festival de San Sebastián estaba tan débil que no pudo regresar a casa.
Murió el 6 de octubre a los 81 años en París. Su autobiografía lleva el significativo título de The Lonely Life (La vida solitaria).