■ Temporada de la compañía A Poc A Poc en el Teatro de la Danza
Montan un mundo de ensoñación a partir de Alicia en el país de las maravillas
Ampliar la imagen Ensayo de la obra El tiempo de las orejas largas Foto: Jesús Villaseca
Retirar el corset a todo para volverlo un mundo de ensoñación, onírico, de donde puedan salir más historias, es la propuesta de la coreografía El tiempo de las orejas largas, basada en Alicia en el país de las maravillas (1865), libro de Lewis Carroll, que la compañía de danza contemporánea A Poc A Poc ha vuelto a montar para su temporada en el Teatro de la Danza (atrás del Auditorio Nacional), dentro del ciclo El movimiento de los niños, que hoy comienza y continuará todos los sábados y domingos de abril, a las 13 horas.
La obra de 54 minutos de duración nació hace dos años y medio como pieza de graduación en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea.
Para Jaime Camarena, director de A Poc A Poc, era de gran relevancia que la coreografía “nada tuviera que ver con Walt Disney”, sino que se remitiera directamente a personajes y sucesos narrados en el texto original de Carroll.
Al respecto, Camarena expresa: “Para mí siempre ha sido una inquietud creativa la elaboración de imágenes muy sugestivas. Respecto de Alicia, qué pasa con una persona cuando se encuentra atrapada en un mundo de dogmas, y qué pasa cuando a través del tamiz de la imaginación por fin es capaz de liberarse. Los niños viven un mundo de ensoñación que es brutal. Por allí se trataba de rescatar el imaginario, esta zoomorfización que hace Charles Dodgson (nombre de pila de Carroll) en la sociedad victoriana”.
Respeto a la mentalidad juvenil
El espectáculo se desenvuelve mediante cuadros dancísticos: El milagro del reflejo, el conejo escurridizo, La indiferente oruga, Las rayas del gato, El tiempo en las orejas largas, Imagen y desdoblamiento, El gran sombrero, El té, El jardín de la Reina, La ciudad de la salida y Vuelta al mundo.
Y como la obra se inserta en el mundo actual, el conejo de repente “se duplica por la esquizofrenia de la vida moderna”, lo que, por tanto, agudiza los problemas. Camarena agrega: “Enfrentamos la continua búsqueda del deseo de ser, del yo y el super yo, diría el maestro Sigmund Freud. Personajes como Pepito Grillo son finalmente como paisajes de vida. Uno va brincando, saltando y haciendo percusiones con los músculos (la puesta emplea música del grupo brasileño Barbatuques, que en su mayoría hace los sonidos con el cuerpo).
“De repente hay como dos, tres, cinco o 10 visiones internas en la misma aventura. A veces todos estos paradigmas sociales nos obligan a focalizarlos desde un punto de vista. Por eso la metáfora del espejo, porque si uno pone un espejo frente a otro, la imagen se multiplica hasta el infinito”.
El tiempo de las orejas largas busca “no agredir lo que suponemos es la mentalidad de los chavos, porque son bien balas, bien pilas”.