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Las Condoneras, a escena. Los cuerpos andróginos cautivan
las miradas en el metro Chabacano. Polo Gómez
—Yolanda del Río para servirles: botas de plataformas,
entallado vestido de chaquira y lentejuela plateadas, el sueño
drag como gozosa realidad sin ambiente de antro de por medio.
De sus orejas penden dos condones que se agitan al contacto
con la peluca plateada y las pestañas kilométricas abanican los
rostros de los que ya se arremolinan alrededor de ellas.
La drag queen toma el micrófono para presentar a sus compañeras:
La Naomi Campbell y La Britney Spears. Aplausos y chiflidos
rompen la monotonía de las escaleras de transbordo de la estación
del metro (que otro día puede transformarse en una plaza
pública, una feria o los jardines de una universidad). Las tres juglares
en tacones incitan y dialogan en la mejor tradición del teatro
popular. El albur y la mayéutica envuelven al auditorio ambulante.
Por allá se detiene un grupo, por acá un oficinista, por acá una
señora se acerca y recibe sin rubores un condón, mientras dos
adolescentes de uniforme se ríen con las condoneras merolicas.
Arrímamelo pa’ ca chaparrito
“Acérquense, no les va a pasar nada. ¿Alguno de ustedes sabe
los que es el sexo seguro? Porque no es lo mismo mamar la
mona que qué marrana mona”. El relajo hace fluir las respuestas:
las hot-lines, el cibersexo —“sí mamita, te espero en el metro
Chabacano a las cuatro”—, las películas cachondas, el RCA
—“el Rico Caldo Antojador”. Frotar los cuerpos, como ahora,
cuando los de atrás alzan la vista por sobre los hombros de la
primera línea.
Vamos por etapas, no se desespere el respetable. A la hora
del sexo protegido aparece el siempre ubicuo látex. Y para
ejemplos estamos aquí reunidos. La Yolanda llama a algún
caballero del público a mostrar un condón. Jorge responde a la
convocatoria meneando con los dedos su oportuno gorrito.
“A ver, chaparrito, arrímamelo sin albur”. La Yolanda explica
que los condones no se llevan bien con las carteras. “La ponemos
en las nachas, y las nachas las dejamos caer en todos lados.
El condón se tiene que abrir con las yemas de los dedos, jamás
con la dentadura postiza de la abuelita o con el cortaúñas, el
látex es extremadamente sensible”.
“¿Cómo la ven?, es como abrir la gloria”. Jorge parece acariciarla
cuando el condón se desliza por un falo de madera,
colocado estratégicamente entre sus piernas. El jolgorio arrecia
mientras el falo envuelto —invocado cada tres palabras: pajarito,
verga, pepito, pito, pirrín, pitirrín, el chóstomo, la mazacoata, el
pepino, el chorizo, el me agarras, el te doy, el chile— se mueve
de la mano de Yolanda, que describe la función y las características
del condón —“Acá depositarás los litros y litros de semen”.
Y que nadie se preocupe, “en el condón todos caben: chiquitos,
gordos, cabezones, peludos o con arco de bombero”.
Y ante la inminente acusación de falocentrismo, la vulva entra
a escena: la pucha maravillosa, la panocha, la concha, el biscocho
te doy, la pepa, la papaya, la rajita de canela, el gato. La Yolanda
agota eufemismos mientras una espontánea toma un modelo
pélvico entre las manos. El condón femenino es introducido por
la sonrojada que escucha entre risas la voz subjetiva, cortesía drag:
“Suavemente, duele, soy virgen. Otra vez. Así es. Que dedos nena,
chiquilla. Guau. Qué haces”. Suspiro.
Y para el sexo oral —que, según La Yolanda, es como un rico
cepillado de boca, un tocado de campanilla, o un beso del payaso—
recomiendan los condones masculinos y el plastipac, “ojalá
que a partir de hoy no falte en la despensa”.
Para quien goza al meter el dedo están los dedales y para
quien le gusta jugar al teatro guiñol, el guante de látex. “Pero la
vida sexual no se basa sólo en los genitales. Hay que explorar,
reconocer nuestras partes eróticas y divertidas. A lo mejor si me
muerden el dedo gordo veo a los Reyes Magos”.
Le cayó el sida por no cuidarse
La Naomi y La Britney reparten folletos y condones, hablan,
resuelven dudas, reparten besos, taconean con orgullo. Una
mujer joven dice: “muchos lo toman con morbo. Yo primero me
informo para poderle enseñar a mi hijo de cinco años. Entre él y
yo no hay pudor, a todo le llamamos por su nombre”.
A unos pasos está Raúl, un joven de Neza que vino con
sus camaradas. “Está a toda madre esto, está suave. Aparte
de que te enseñan, te hacen ameno el rato. Tenemos que
cuidarnos si queremos llegar a viejos. Nosotros tenemos una
amiga que está poseída por el virus ese, le cayó el sida por
no cuidarse”.
Se cierra el telón —la Sonora de Margarita como música
de fondo. Las estrellas se toman fotos con el respetable, que
poco a poco sigue su camino. Las condoneras han terminado
su intervención.
Las Condoneras
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Yolanda del Río para servirles, Naomi Campbell y La Britney
Spears son hijas del Colectivo Sol, organización civil que
desde hace más de 25 años realiza acciones a favor de
los derechos humanos de la comunidad lésbico, gay,
bisexual, travesti, transgénero, transexual y heterosexual.
Las Condoneras nacieron en el Distrito Federal, la ciudad
con mayor número de casos registrados de VIH/sida
en México. Su batalla cotidiana radica en combatir el
virus con información de fácil acceso, a través del juego
y lo atractivo de los atuendos drag. Su trabajo contó
con financiamiento público del Centro Nacional para la
Prevención y el Control del Sida en 2006. |
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