■ Pide a escritores y artistas responder “si tiene algún sentido” el empleo de aparatos modernos
Escepticismo de Fidel Castro sobre el uso de nuevas tecnologías en la vida diaria
■ Sostiene: me podrán tachar de fatalista, pero “fatalismo es dejar de plantear el problema”
Ampliar la imagen Un cubano captado hace unos días en una tienda de teléfonos celulares, una vez que este servicio fue abierto a la ciudadanía como parte de la eliminación de restricciones impulsada por el presidente Raúl Castro Foto: Reuters
La Habana, 2 de abril. Fidel Castro pidió hoy al séptimo congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que sesiona aquí desde el martes, que responda a la cuestión de si “tiene algún sentido” el empleo de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana “que promete el imperialismo”.
El cuestionamiento apareció en una carta que el ex presidente cubano envió a la reunión de intelectuales y en la cual evitó una conclusión, pero sugirió claramente su escepticismo sobre el uso de la modernidad tecnológica.
“¿Tiene algún sentido ese tipo de existencia que promete el imperialismo?”, preguntó Castro, al citar herramientas comunes como los discos compactos, el teléfono celular, Internet, la cámara digital, el correo electrónico o el localizador satelital.
“¿Quiénes rigen la vida de las personas?”, preguntó. “¿Puede incluso garantizarse la salud mental y física con los efectos no conocidos todavía de tantas ondas electrónicas para las cuales no evolucionó ni el cuerpo ni la mente humana?”
Castro alegó que la venta de instrumentos digitales “acumula en manos de las trasnacionales tantos ceros que es ininteligible”, que cada uno de los aparatos “será sustituido por otro invento más efectivo” y que “ya no puede siquiera garantizarse el secreto de lo que habla una pareja en el banco de un parque”.
El líder cubano admitió que le podrían tachar de fatalista, pero insistió: “fatalismo es dejar de plantear el problema”.
A la apertura del congreso asistió el presidente Raúl Castro, cuyo gobierno acaba de autorizar a los cubanos el acceso a la telefonía celular, hasta ahora reservada para extranjeros, empresas y altos funcionarios, así como la compra de reproductores de DVD, entre otros electrodomésticos cuya venta estaba restringida o prohibida.
El enigma de los impuestos
En otra parte del mensaje, Fidel Castro rebatió el impuesto sobre la renta, al que reconoció como “irrenunciable” y progresivo, pero políticamente peligroso, por haber llevado a la crisis a gobiernos de izquierda europeos. “No hay nada más antipático” y puede verse como “un puñal en el pecho exigiendo la bolsa o la vida”.
En contraste, dijo que “no sólo es justo, sino más comprensible” el mecanismo de “captación del excedente en valor de los servicios exportados”, la fórmula por la cual el Estado cubano cobra directamente el trabajo de sus profesionales contratados en paquete en el extranjero y a quienes les asigna salarios fijos y compensaciones.
Pero el tema resultó enigmático en la carta a la Uneac, pues hasta hoy no se había producido en el congreso discusión alguna sobre asuntos fiscales, según los documentos conocidos y fuentes de la reunión.
¿Por qué incluyó Castro ese elemento polémico en ese mensaje? No hay forma de saberlo de inmediato, pero al defender la segunda fórmula dijo que las compensaciones “no incitan el individualismo y el egoísmo que conducen a la negación, con los más diversos disfraces, de la sociedad que pretendemos crear”.
No fue más allá, pero contrariu sensu puede interpretarse que ha vuelto a impugnar a la ganancia personal ilimitada, aunque esté fuertemente gravada.
Luego señaló: “¿Pueden los métodos con que se administra una bodega crear la conciencia requerida para alcanzar un mundo mejor?”
Tampoco queda claro si Castro reavivó su conocido rechazo a los mecanismos de mercado, pero concluyó así: “Todo lo que fortalezca éticamente a la revolución es bueno. Todo lo que la debilite es malo”.