Usted está aquí: lunes 31 de marzo de 2008 Espectáculos Rod Stewart hizo gala de sus dotes de showman en el Auditorio Nacional

It’s a heartache abrió el primero de dos conciertos en ese recinto

Rod Stewart hizo gala de sus dotes de showman en el Auditorio Nacional

Tania Molina Ramírez

Ampliar la imagen Con Have I told you lately el escosés cautivó a las damas Con Have I told you lately el escosés cautivó a las damas

Rod Stewart llegó a complacer. Y lo hizo. Ataviado con un saco brilloso (primero usó uno plateado y luego uno negro), lució sus dotes de showman con sus famosos pasitos de baile, jugó con el público y, acompañado de ocho músicos, dos bailarinas y tres coristas, interpretó éxito tras éxito.

“Es sábado por la noche. La mayoría no trabaja mañana… ¡Vamos a divertirnos!” Y cumplió su promesa, a juzgar por el exaltado, casi histérico público, en su primera de dos noches en el Auditorio Nacional (lleno en las secciones de arriba y con algunos huecos en la parte de abajo).

Los gritos comenzaron desde que arrancó un video en las megapantallas anunciando su llegada (al estilo de promocional de película): The Rodfather. A lo largo del concierto, no bajó el nivel de emoción. Al final, cuando los presentes exigían más y más, el rugido del auditorio era ensordecedor.

Sobre el escenario, Rod Stewart arrancó de lleno interpretando It’s a heartache, de Bonnie Tyler. Como ésta, muchas de las canciones por las cuales el escocés es conocido son ajenas. Y en ocasiones su interpretación se ha vuelto más popular que la original, como es el caso del segundo tema de la noche: Some guys have all the luck, de Robert Palmer (letra que no podría estar más lejana de la realidad de Stewart).

Escenas de su vida privada

Como parte de una supuesta intimidad con su público, las tres megapantallas mostraban escenas privadas: en su cancha de futbol, imágenes de su familia (Father & son, de Cat Stevens), él vestido de enfermera y en tacones altos (Hot legs).

El espectáculo de Stewart, con su característica voz rasposa y no en su óptimo, como él mismo confesó (pero qué importaba), oscilaba entre convertir el recinto en una enorme discoteca (Do ya think I’m sexy? –que ya sabe la respuesta), y, en un ambiente de luces bajas, llevar a las damas a que sintieran que le cantaba a cada una de ellas al oído Have I told you lately. Van Morrison, autor de esta pieza, fue presentado como “un amigo, pero un miserable”, frase que suele repetir de un concierto a otro.

Los movimientos en el escenario siguieron siendo los mismos (aunque, a sus 63 años, visiblemente se cansa más. Se quejó de “esta altitud”): las pataditas, el baile con el micrófono, el meneo de caderas, las autonalgadas, los balones autografiados que patea hacia el público…

Quizá los movimientos se parezcan a los que hacía hace 35 años, pero el indiscutiblemente talentoso cantante optó por alejarse de explorar un camino propio y siguió el fácil y sentimentalón del pop. Optó por el estrellato.

Y lo hizo con inmenso éxito, a juzgar por los cientos de millones de discos vendidos en todo el mundo. Y por los desaforados gritos en el Auditorio.

Sin embargo, sigue consciente de dónde partió, y que, según dijo mientras la presentaba, “si no fuera por esta canción, no estaría hoy aquí”: Maggie May, la legendaria pieza de 1971, del influyente grupo Faces, con la cual Stewart se lanzó a la fama.

 
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